Dice la sabiduría popular, y dice bien, que del dicho al hecho hay
un trecho, es decir, no importa qué tanto se hable, esto carecería de
significado si no se acompaña con hechos, con acciones contundentes para
alcanzar objetivos específicos. Dicho de otra manera: es muy fácil criticar
desde la comodidad de la casa cuando no se está inmerso en el calor del
momento.
Lo que estamos viviendo actualmente en nuestro país es,
desgraciadamente, la muestra de ello. Si hacemos un minucioso análisis de lo
que López Obrador sostenía como oposición y lo contrastamos con sus acciones
hoy que tiene el poder, nos daremos cuenta que son diametralmente opuestas.
Ejemplos sobran, pero me quedo con uno que es muy actual: durante su última campaña
electoral, AMLO atacó abiertamente al entonces presidente Enrique Peña Nieto
por su tibieza ante los comentarios racistas de Trump, señalando que cuando él
llegara a la Presidencia, exigiría a su homólogo total respeto hacia los
mexicanos. Hoy, ya como Presidente Constitucional de los Estados Unidos
Mexicanos, únicamente se ha limitado a manifestar que no se confrontará con el
residente de la Casa Blanca. Muchos podrán argumentar que es una postura
prudente, que uno no debe confrontarse con el presidente del país más poderoso
del mundo, con un gran socio comercial y que, para colmo de los males, es tu
vecino, pero honestamente creo que es necesario que AMLO, como presidente de
México si debe levantar la voz para defender a sus connacionales.
Otro punto que viene muy al caso es la economía: López insiste que
podremos llegar a crecer a razón de 4% cuando el segundo trimestre de este año
el crecimiento, según mediciones del INEGI fue de 0.0%. Nada. La economía está
estancada.
Hace algunas semanas escuchaba una mesa de debate en el programa
de radio de Carlos Loret de Mola y uno de sus panelistas (cuyo nombre, debo
reconocer, no recuerdo) comentó algo que me hizo mucho sentido: López Obrador
tiene un diagnóstico correcto de lo que está mal en México, pero sus acciones
no corresponden a ese diagnóstico, lo que me llevó a compararlo con un doctor
que sabe que su paciente tiene gripa y en lugar de recetarle antigripales, le
receta antidiarreicos. Teniendo esto en mente, se explica el por qué, cuando se
le presenta la realidad, la respuesta presidencial siempre es la misma: “yo
tengo otros datos”.
Para entender lo enraizado de esta respuesta, hay que hacer un
poco de historia: allá en el año 2000, AMLO llegó a ser Jefe de Gobierno del
entonces Distrito Federal. Tuvo una gestión de claroscuros: algunos la
catalogan como buena, otros como mala. Yo honestamente cero que dejó mucho que
desear en temas de seguridad, por ejemplo, pero esa gestión, acompañada del
juicio de desafuero en su contra le dieron la visibilidad necesaria para
contender por la Presidencia de la República, lo que intentó en tres ocasiones,
hasta que, las elecciones pasadas, por fin se alzó con la victoria.
A lo largo de esos 18 años de campaña fue realizando su
diagnóstico nacional. Si algo le tengo que reconocer es que nunca dejó de
recorrer todo el país para familiarizarse con la problemática social y, a
partir de eso, construir un plan de acción, desgraciadamente, el plan
construido resultó ser arcaico, imposible de adecuarse a las necesidades
sociales actuales, es decir, plantea soluciones que pudieron haber servido para
los años 70, pero que para su gestión de 2018 a 2024 no sirven para nada.
Aun así, López ha defendido su plan y su estrategia. No lo puedo
culpar. Creo que cualquier persona que trabaje 18 años en un proyecto lo
defenderá a capa y espada. El problema es que él es, precisamente, el titular
del Poder Ejecutivo Federal y debe velar por la integridad y seguridad de los
mexicanos, no por la integridad de su plan. Al darse cuenta que sus acciones no
funcionan, debe corregir y dar golpe de timón para acoplarse a la actualidad.
La confrontación de la realidad con lo plasmado en su proyecto le
resulta dolorosa. No puede aceptar que no sirva lo que trabajó durante tanto
tiempo. En la realidad, no se preparó para ejercer el cargo; no se preocupó por
establecer un plan adecuado a las necesidades sociales actuales; no se
preocupó en adentrarse a estudiar las formas más adecuadas para atender los
flagelos nacionales. No puedo olvidar aquella frase que le espetó Ricardo Anaya
en uno de los debates: “el problema no eres tú, el problema es que tus ideas
son viejas”. Desgraciadamente, nada es más cierto y ahora lo podemos ver en
carne propia. La salida de inversión, los subejercicios, las tasas de
desempleo, la carencia de medicinas, la violencia incontenible, todo, por
querer regresar el régimen centralista, al régimen de un solo hombre, de un
súper hombre que todo lo controle.
Por supuesto que AMLO solo va a reconocer sus “otros datos”. Los datos que sirvan para robustecer y sustentar su proyecto, aunque nunca los haga públicos porque en verdad, estos no existen. Contradice a su Subsecretario de Hacienda cuando dice que existe subejercicio. Por supuesto, en el esquema ideal de AMLO, el subejercicio no tiene cabida, está sucediendo y no tiene la humildad para reconocer su falla, dice que él tiene otros datos, pero con toda franqueza, aún cuando esos otros datos existieran, ¿cuáles deberían ser tomados en consideración? Creo yo que los más fidedignos serían los datos que tiene el funcionario encargado de las finanzas públicas.
Por supuesto que es en extremo grave lo que está sucediendo, que el Presidente quiera negar los datos reales solo porque estos no van acorde a su plan o porque demuestran que su “trabajo” de 18 años no está rindiendo los frutos que él esperaba mientras que únicamente intenta abrazar los datos que a él (no a México) le convienen; desgraciadamente nosotros los ciudadanos sí tenemos otros datos.
@Benjamin_Muniz