“La prensa es la artillería de la
libertad”.
Hans Christian Andersen
Hace algunos días, durante la
homilía mañanera de Andrés Manuel, el periodista Jorge Ramos, muy a su estilo,
increpó al titular del Ejecutivo Federal respecto a la violencia que se vive en
el país. Señaló que, de seguir la tendencia, este se convertiría en el sexenio
más violento de la historia moderna en México. Ramos no estaba equivocado: el
arranque de la administración lopezobradorista es el más sangriento desde que
se tienen datos. El primer trimestre de 2019 fue el más violento desde que se
realizan las mediciones. Jorge Ramos utilizó cifras proporcionadas por el
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, es decir, no
tomó datos de detractores, tomó las cifras de una dependencia del propio
gobierno. Resulta extremadamente preocupante como AMLO descalifica las cifras
de su propio gobierno y señala que él tiene otros datos.
Lo que sucedió después fue un
verdadero ridículo. El lunes siguiente tuvo la puntada de lanzar una frase
desastrosa que, por supuesto, después dijo que había sido mal interpretada: “Creo que ustedes no solo son buenos
periodistas, son prudentes, porque aquí les están viendo, y si ustedes se
pasan, pues ya saben ¿no? Lo que sucede, ¿no? Entonces. Pero no soy yo, es la
gente. No es conmigo, es con los ciudadanos que ya no son ciudadanos
imaginarios. Hay mucha inteligencia en nuestro pueblo” (como se puede
observar en el siguiente link de la conferencia matutina del 15 de abril https://www.youtube.com/watch?v=6BEl8Tt0l7s&feature=youtu.be).
“Si ustedes se pasan ya saben lo que sucede”.
No hay manera de malinterpretar esta frase, es más, utilicemos una frase
análoga: “O están conmigo, o están contra mí”. Vivimos en un país donde el
ejercicio de la función periodística es de altísimo riesgo, simplemente durante
el corto tiempo transcurrido desde el 1 de diciembre de 2018, se han asesinado
a 7 periodistas, donde, según la Alta Comisionada para los Derechos Humanos,
las cifras de violencia son propias de un país en guerra, un país que ocupa el
segundo lugar de homicidios de periodistas en los últimos 5 años, solo detrás
de Siria y que en 2018, junto con Afganistán, fue el país con más muertes de
periodistas al registrarse 17 homicidios (tal como se puede observar en el
reportaje publicado en https://www.eltiempo.com/mundo/mas-regiones/cuales-son-los-paises-mas-peligrosos-para-ejercer-el-periodismo-306410).
¿Cuántos casos no hemos escuchado de periodistas que aparecen muertos por
cuestiones relacionadas a su ejercicio periodístico? Y como diría Pablo Hiriart
en su columna “Los exhibidos el viernes
en Palacio” en El Financiero el 16 de abril (https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/los-exhibidos-el-viernes-en-palacio):
“El presidente da
carta blanca para linchar, que más de alguien entre sus seguidores o
subordinados (con o sin uniforme) interpretará como “al ataque cuando se pasen
los críticos”.
La vida de los
periodistas que investigan al narco siempre está en un hilo. Hay muertos por
ello.
Ahora los que
critican al presidente también están advertidos. Su integridad física, moral o
profesional, corre riesgos.
Y el
presidente evadirá la responsabilidad con la coartada de que “no soy yo, es la
gente. No es conmigo (con quien se meten), es con los ciudadanos”.
Terrible la
amenaza, que viene del propio presidente de la República”.
Es en verdad preocupante que el
presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de manera pública y descarada, lance
este tipo de amenazas simplemente porque un periodista (muchos en verdad) se
atrevió a enfrentarlo con los números emanados de su propio gobierno. Porque en
sus conferencias matutinas que normalmente están atestadas de preguntas a modo,
uno levantó la voz para criticarlo y decirle que su estrategia no está
funcionando y que los números, contrario a lo sostenido por el presidente, no
estaban bajando, al contrario, estaban subiendo. Por esto se concedió la venia
a los seguidores de AMLO de atacar a la prensa fifí, incluso les abrió la
puerta para atentar en contra de ellos. “Si
ustedes se pasan, ya saben lo que sucede”. ¿En verdad ese es el nivel del
titular del Poder Ejecutivo de la Unión? ¿En verdad los periodistas merecen
este tipo de intimidaciones por cumplir con su labor?
Decía Rodolfo Walsh (quien por
cierto fue secuestrado y asesinado por la última dictadura en Argentina el 25
de marzo de 1977) que el periodismo o es libre o es una farsa. Lo que busca
Andrés Manuel López Obrador es que el periodismo se reduzca a una farsa, a
hablar simplemente de lo que se ordene desde el poder. Sus conferencias de
prensa matutinas son el más claro ejemplo: es López Obrador y solo López
Obrador quien establece la agenda comunicativa del país. Nadie más.
Como mexicano me duele profundamente
ver el rumbo hacia el que estamos transitando. Me duele ver que tenemos
instalado en la Primera Magistratura a un individuo mentiroso, déspota, sin
respeto hacia los demás y que busca imponer su voluntad por encima de todo y
que, al ser increpado prefiere amenazar que tener la humildad para reconocer
que su estrategia (si es que en verdad tiene una) está fallando y que es
necesario dar un golpe de timón. Me duele ver que el presidente olvida que su
obligación primordial es para con la sociedad mexicana sin importar clase,
estrato social, condición económica ni filias partidistas. 30 millones de
mexicanos lo eligieron para ser presidente, pero su presidencia no es solamente
para esos 30 millones, sino para todos los mexicanos por igual.
Considero que estamos viviendo
tiempos difíciles y que lo único que va a hacer que logremos salir adelante es
la unidad nacional, curiosamente, justamente lo que menos ha buscado López es
la unidad, al contrario, busca los disensos y la confrontación buscando
utilizar la máxima romana “divide et
impera”. Triste postura para un Jefe de Estado del que se esperaba un
cambio, no un retroceso.
Polarizar a población puede resultar
ser un movimiento estratégico para los fines del presidente pero resulta muy
peligroso desde la óptica social. A los mexicanos nos urge unión, la cual debe
surgir de la reflexión profunda de lo que merecemos como sociedad y, bajo esa
premisa, no podemos conformarnos con nada menor a un progreso constante y
medible, con seguridad, con libertades reconocidas y salvaguardadas por el
poder público. Merecemos tener un presidente que reconozca que es necesario
tratar a los ciudadanos con dignidad y que deje de lado su despotismo, pero
sobre todo que reconozca que el tiempo de campaña ha concluido y que es momento
de comenzar a gobernar y hacerse responsable de lo que sucede en el país.
@Benjamin_Muniz
No hay comentarios:
Publicar un comentario