lunes, 14 de noviembre de 2011

Trata de personas

Debo admitir que, aún cuando siempre he sentido repudio hacia la trata de personas, este flagelo no era un tema del que me preocupara específicamente. Cuando llegaba a ver casos de trata me molestaba, me interrogaba el por qué no se hacía nada para terminar con él y ya, no había más. Lo veía como algo ajeno. Esta perspectiva cambió radicalmente cuando el Director General del área donde trabajo solicitó mi apoyo para llevar a cabo la presentación del libro “Del Cielo al Infierno en un día” cuya coautoría se debe a la Dip. Rosi Orozco, Presidenta de la Comisión Especial de lucha contra la trata de personas y a Evangelina Hernández, periodista con más de 23 años de carrera, evento que se llevó a cabo en el Auditorio Franco Sodi de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Dicho evento me hizo percatarme del lado humano que hay detrás de este delito, del sufrimiento al que son sujetas las víctimas. Desde ese momento comencé a interesarme más por el tema. Convivir con las autoras, escuchar su historia, ser testigo del relato de una víctima es algo que marca profundamente. En ese momento no pude adquirir el libro por diversas circunstancias, sin embargo me quedó una lección gravada muy profundamente en mi alma.

Ha pasado ya algún tiempo y mi interés se vio todavía más recrudecido cuando por fin, la semana pasada, tuve la oportunidad de leer el libro en comento. Se trata de un trabajo de investigación en el que se narra la historia de 6 víctimas de variadas edades, desde mujeres ya en plena edad adulta, hasta el caso de una niña de 8 años. Mientras uno recorre las páginas, siente toda la gama posible de emociones que se puedan imaginar. Uno pasa de la rabia a la tristeza, después al odio, a la desesperación. Mientras emprendía la lectura, pude comprender de la manera más clara el origen de aquellas lágrimas que, aún ante el descomunal esfuerzo de la Dip. Orozco por impedir su brote, comenzaron a correr por sus mejillas. Cualquier persona con corazón presentaría el mismo cuadro.

Desgraciadamente, tal como lo manifiesta en reiteradas ocasiones Rosi Orozco, y como lo dejan ver diversos funcionarios, estamos acostumbrados a ver la prostitución como parte del paisaje urbano. En rarísimas ocasiones hay personas que ven más allá de lo obvio, son muy pocas las personas que se dan cuenta que detrás de las personas que se prostituyen hay personas que se encargan de explotarlas de la manera más ruin y que son las prostitutas las verdaderas víctimas. Por esto se requiere hacer un cambio estructural en nuestra manera de pensar. Cabe perfectamente una manifestación vertida por la Lic. Dilcya Samantha García Espinosa de los Monteros quien fungiera como Subprocuradora de Atención a Víctimas del Delito y Servicios a la Comunidad de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. “… no son putitas, no son prostis, no son pirujas, son personas de carne y hueso que todos los días tienen que luchar por mantenerse vivas”. Dejamos de ver que detrás de estas personas que señalamos como prostitutas se esconden historias de vulnerabilidad y dolor.

No puedo sino estar de acuerdo con las palabras de la Diputada Orozco cuando manifiesta que “estas personas son calificadas con los peores adjetivos del idioma, y se les trata como basura humana, pero en realidad no son ellas las que merecen tan humillantes tratos. Ellas son sólo víctimas de los usuarios quienes las han degradado hasta un límite que ningún ser humano merece”.

Otro comentario que refleja la realidad detrás de cómo la sociedad ve la prostitución es el realizado por el Lic. Luis Martínez, abogado de muchas de las víctimas rescatadas gracias a los operativos realizados y esposo de la Directora del Albergue: “Los hombres tenemos que hacer cambios estructurales en nuestra cultura para dejar de ver a las mujeres como objetos, para dejar de violentarlas sexualmente. Tenemos la obligación de reenfocar nuestra escala de principios y valores para dejar de ser una parte del problema”.

Desgraciadamente la realidad ha demostrado que en diversas ocasiones se ha minimizado la atención que las víctimas de estas conductas delictivas requieren debido a que, según muchos funcionarios, éstas decidieron estar donde están, es decir, según muchos, ellas son solo prostitutas que no merecen la atención de nadie. Incluso, existen diversas indagatorias de personas prostituidas que han desaparecido y las autoridades encargadas no han hecho gran cosa. Si creemos fielmente que estas víctimas no merecen su atención recordemos que, tal como dice Rosi Orozco, “muchas de esas mujeres son tan inocentes como lo es su hija, su sobrina, su nieta, su hermana, querido lector, y fueron secuestradas para ser puestas en una red de explotación sexual”. Si lo pensamos de esta manera, las cosas cambian, ¿verdad?

Para entender a fondo lo que es la trata de personas, me permito transcribir la tipificación que sobre este delito establece el Código Penal para el Distrito Federal, en su artículo 188 Bis:

ARTÍCULO 188 Bis. Al que promueva, facilite, consiga, entregue o reciba para sí o para un tercero, a una persona para someterla a cualquier forma de explotación sexual, trabajos o servicios impuestos de manera coercitiva, o para que le sea extirpado cualquiera de sus órganos, tejidos o sus componentes, dentro del territorio del Distrito Federal, se le impondrá prisión de diez a quince años y de diez mil a quince mil días de multa.

Cuando la víctima del delito sea persona menor de dieciocho años de edad o persona que no tenga la capacidad de comprender el significado del hecho o de persona que no tiene capacidad de resistir la conducta, se aumentarán las penas hasta en una mitad.”

Si bien es cierto que la trata de personas comprende una gran variedad de conductas, también lo es que de todos los casos que se presentan de este ilícito, se calcula que el 80% de las víctimas reclutadas son para la prostitución u otras formas de explotación sexual.

Algunos datos para comprender la magnitud de este problema:

Ø  Según la UNICEF, un millón de niños y niñas son reclutados anualmente para esta industria ilícita.

Ø  En México, las cifras emitidas en el año 2000 por la UNICEF y DIF indican que existían entonces de 16,000 a 20,000 niñas, niños y adolescentes en explotación sexual comercial.

Ø  La impunidad sigue siendo alarmante. Por cada 800 víctimas rescatadas se condenó a un solo victimario.

Como se puede observar de los datos anteriormente presentados, el problema de la trata de personas es descomunal. Se tiene estimado que esta industria ilícita es la tercera a nivel mundial en cuanto a ingresos generados. Evidentemente, la impunidad tiene mucho que ver con este poder económico que los padrotes obtienen de la explotación sexual.

Otro factor que propicia la impunidad es el hecho que el consumo no es castigado. En tal virtud, muchos proxenetas, al momento de ser arrestados, alegan ser clientes de la sexoservidora al momento del operativo. Debemos tener en cuenta que si no hubiera clientes, el mercado sexual no existiría, que los verdaderos responsables de este negocio son los consumidores, quienes compran pornografía, quienes asisten a centros nocturnos como los llamados table dance y similares, quienes contratan a mujeres para que se prostituyan. Si ellos no estuvieran dispuestos a dar dinero fresco todos los días a la industria de la explotación sexual, el negocio no existiría.

Este problema ha alcanzado magnitudes tales que la Organización de las Naciones Unidas ha denominado a la trata de personas como la esclavitud del siglo XXI.

Evidentemente, la explotación sexual no se da únicamente a través de la prostitución. Existen además por lo menos 4 formas más de explotación sexual:

Ø  Pornografía;

Ø  Turismo sexual;

Ø  Tráfico con fines sexuales;

Ø  Matrimonios forzados o serviles.

No niego la existencia de personas que se prostituyen por voluntad propia, sin embargo, éstas son las menos. La gran mayoría de las personas que se encuentran en la calle, vendiendo su cuerpo, son forzadas a esta actividad, incluyendo, claro está, a las niñas y niños que son víctimas de esta conducta. Recordemos que un niño o una niña no pueden desear prostituirse, es imposible que lo haga con su consentimiento. En este caso es inexacto hablar de personas prostitutas, siendo lo correcto personas prostituidas.

Para poder prevenir la esclavitud sexual es necesario educar; hablar a los niños, niñas y jóvenes sobre los posibles riesgos, darles educación sexual, enseñarles a no entablar relación con extraños, a no dejarse chantajear, a no dejarse confundir por anuncios de empleo, teniendo una buena comunicación con ellos, invitarnos a cuidarse de lo que ven y con quien establecen contacto a través del Internet. Es también de vital importancia generar un ambiente de cordialidad dentro del seno familiar. Muchas víctimas del delito de trata de personas caen en las redes de los explotadores por ser vulnerables y buscar aceptación. Un miembro de una familia disfuncional, en la que sufre violencia, es terreno fértil para que los tratantes los recluten en sus grupos, tal como se menciona en el libro en comento: “Las heridas del alma se traducen con frecuencia en baja autoestima y ésta en proclividad de caer en manos de explotadores”.

Para lograr prevenir este delito, se ha realizado un perfil victimológico, el cual se encuentra presenta en la gran mayoría de las víctimas. Este perfil es el siguiente:

Ø  Son jóvenes que han sufrido violencia.

Ø  Son personas procedentes de zonas rurales o barrios marginales.

Ø  Son adolescentes que provienen de familias desintegradas.

Ø  Migrantes en busca de mejor nivel socioeconómico.

Ø  Niños o niñas que han sufrido abuso sexual, pobreza extrema, o ambas.

Ø  Jóvenes en búsqueda de oportunidades para ser modelos o edecanes o bien que viven en situaciones económicas desesperadas.

Desgraciadamente, estos factores no son los únicos detonantes para la existencia de este flagelo. En palabras de Mira Solvino, Embajadora de la Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para el tema de trata de personas, “las víctimas existen porque existe la indiferencia y la negligencia de autoridades y de sociedades”. Ante esta declaración, cabe también lo dicho por Dilcya Samantha García: “Vemos con naturalidad la prostitución porque hemos sido educados por una sociedad hipócrita, con una doble moral. En todos los sectores, hasta en los más conservadores, lo que importa no es que se cometan los crímenes, sino ocultaros, hacerlos invisibles”. Mientras no rompamos ese círculo vicioso, mientras no aprendamos a ver en las víctimas lo que son, es decir, víctimas, no vamos a poder hacer nada para detener este terrible delito.

Afortunadamente, se ha hecho algo, se ha trabajado incesantemente para, por lo menos, frenar los incrementos de este delito. De acuerdo con las estadísticas de la PGJDF, durante los años 2009 y 2010 se logró el rescate de 106 víctimas. Por este delito fueron consignadas 5 personas. Asimismo, durante dicho periodo se realizaron 10 operativos de los cuales 9 resultaron ser en contra de la explotación sexual comercial. En el mismo lapso se detuvieron a noventa y seis presuntos responsables asó como se aseguraron quince predios para aplicarles la Ley de Extinción de Dominio.

Aún falta mucho por hacer. Juana Camila Bautista Rebollar, Fiscal Especial para la Atención de Delitos Sexuales de la PGJDF, señala que en su opinión es necesario que todos los involucrados en perseguir y castigar este delito se capaciten, no sólo en el ámbito jurídico, sino en el plano sicológico para poder entender el sufrimiento de las víctimas y evitarles más dolor al enfrentarlas a sus captores. ¿Por qué opina esto? Porque ella cree que

Los jueces deberían ser más humanos con las víctimas porque los careos las exponen a un doble impacto: por un lado entender su condición de víctimas, y por el otro enfrentarse al hombre que, en un momento determinado, creyeron estar enamoradas. Es una situación emocional muy delicada para ellas que, creo, que los jueces no toman en cuenta. He observado que en algunos casos, no en todos, lo toman como un proceso jurídico más, como si se tratara de robo de vehículos”.

Tengo que darle la razón a la fiscal. No se está tratando cualquier asunto. Se está ventilando un juicio en el cual le fue arrebatada a la víctima su vida, su dignidad, sus sueños. Son personas que han sufrido cosas que ninguno de nosotros imaginamos. El trato que debemos otorgar, tanto funcionarios como sociedad, es un trato humano, un trato que las haga sentir que valen por el simple hecho de ser personas, que les apoye a recuperar su autoestima.

Quiero transcribir una cita de Luis Martínez, que aparece en la página 145 del libro, esperando que los haga reflexionar:

En cuestión de víctimas, las buenas intenciones no son suficientes para hacer justicia, se requiere de legislaciones claras, donde sus derechos sean plenamente respetados y de procedimientos penales en los que su identidad e integridad sea cuidada como lo más preciado. Ellas no son un expediente más en los juzgados, son seres humanos a quienes les robaron todo y luchan cada día por sobrevivir”.

El daño que sufre una persona que es expuesta a esta tipo de esclavitud requiere de gran atención para lograr su restauración integral. Este daño dificulta la investigación ya que en la gran mayoría de los casos, sino en todos, las víctimas se niegan a denunciar ya sea por miedo o porque siguen creyendo que sus tratantes las aman en verdad. Para puntualizar este punto, transcribo lo que el Dr. Miguel Ángel Mancera Espinosa, Procurador General de Justicia y Secretario Ejecutivo del Consejo de Seguridad Pública del Distrito Federal, mencionó a las coautoras del libro Del Cielo al Infierno en un día:

Si te llega una denuncia y acudes a un sitio y te encuentras a cuatro o cinco niños o jovencitas ahí que están siendo explotadas sexualmente, y se logra configurar el delito de trata de personas, tú puedes pensar que ya lograste de un solo golpe algo muy bueno, algo sensacional, y no es así. No has ganado nada, no has logrado nada y difícilmente lo vas a lograr, porque lo más probable es que los niños, las jovencitas lo nieguen todo y te digan que no los plagiaron, que no se los llevaron, que no los tienen ahí a la fuerza, y  mucho menos que los están explotando, que los están prostituyendo. No vas a lograr nada a la primera. En realidad esto es una labor fina, de muchísima paciencia y es ante todo un reto, porque se debe dar seguimiento especial a las víctimas porque en principio no se van a reconocer como eso, como afectados o afectadas. Van a negar las cosas, van a negar cada hecho y tú como investigador vas a tener que ir muy despacio, paso a paso siguiéndolos día a día. Vas a tener que ver qué hacen, dónde lo hacen, cómo se comportan, con quién trabajan y para quién lo hacen, vas a seguir sus rutinas y vas a ir obteniendo pruebas, declaraciones, vas a ir documentando paso a paso lo que les sucede para poder sustentar, para demostrar que son víctimas de trata de personas. Comienzas a trabajar con una víctima, luego con otra y con una tercera; vas generando confianza y poco a poco se van abriendo, y entonces van surgiendo las denuncias, las acusaciones, los nombres de quiénes están detrás de ellos, de la gente que los controla; ves aparecer los rostros de la red de trata de personas y puedes actuar, pero eso toma mucho tiempo y más paciencia”.

En verdad hay mucho camino por recorrer todavía. Se debe iniciar con una completa homologación del tipo penal en todas las entidades federativas. De no hacerlo de inmediato, se corre el riesgo que una persona pueda operar impunemente en algunos estados. Además, para el establecimiento de la pena, el Juez del conocimiento debe tener en cuenta no sólo el daño que la víctima ha sufrido físicamente por la explotación laboral, sino que se deberían realizar diversos peritajes sicológicos y siquiátricos para determinar el daño emocional que la víctima ha sufrido, el cual, en diversas ocasiones, es infinitamente mayor a los daños físicos.

Nosotros como sociedad tenemos las herramientas para terminar con este delito. Es urgente que se castigue también a los consumidores. Si no hay consumidores, no habrá demanda y, consecuentemente, se terminará el mercado. Recordemos que “el mal avanza cuando los que sabemos y podemos hacer el bien no hacemos nada”.

Benjamín Muñiz Alvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz

No hay comentarios:

Publicar un comentario