Durante las publicaciones que he realizado en este espacio, he buscado generar conciencia, he intentado buscar soluciones y planes de acción que repercutan en políticas de prevención que generen la disminución de los índices delictivos. Estoy plenamente convencido que enfrentar nuestro entorno y realizar cambios, algunos tan simples como saludar a los vecinos y otros tan complejos como generar oportunidades, pueden crear un entorno de manera tal que se prevenga la presencia de conductas ilícitas.
En tal sentido, el pasado 12 de septiembre, publiqué una columna bajo el título “Oportunidades iguales para todos” (http://prevencionencolores.blogspot.com/2011/oportunidades-iguales-para-todos.html), en la que propuse mi propio plan de prevención del delito basado en la generación de oportunidades en 4 rubros primordiales (educación, recreación, salud y mercado laboral), haciendo énfasis en que para el correcto funcionamiento de éste, se debería de actuar de manera conjunta y coordinada entre el gobierno y las familias, dentro de sus respectivos ámbitos de competencia.
Ante esta publicación, recibí un comentario de una persona a la que estimo demasiado. En su comentario me decía que, si bien es cierto que estaba de acuerdo con el plan que proponía, también lo era que consideraba que le faltaba un punto de vital importancia: la alimentación. El punto más sólido en que fundamentó su postura fue que “un pueblo sin alimentación seguirá delinquiendo para conseguir algo para mitigar su hambre, incluso puede derrocar gobiernos para mejorar la distribución de comida”. Desde ese día, hace ya casi dos meses, he estado pensando en este tema y he llegado a la conclusión que, tal como esta persona tan cercana a mí me lo dijo por medio de su comentario la alimentación es vital para generar un plan completo de prevención del delito. Aunado a la frase ya transcrita, no he podido sacar de mi cabeza lo manifestado por Harold Sibaja al decir que un joven de estos (refiriéndose a expandilleros) que no tiene una segunda oportunidad, va a volver a hacer lo mismo que sabe hacer: robar y asesinar si su hijo tiene hambre.
Ante este panorama la alimentación no solamente se constituye en un importante punto de salud pública, sino que también se convierte en un punto importantísimo a considerar en relación a la seguridad pública.
Es evidente que en la medida en que las necesidades más básicas de la ciudadanía se encuentren cubiertas, específicamente la cuestión alimentaria, los índices de delincuencia se verían seriamente disminuidos. Es por tal virtud que el Estado, en sus diversos órdenes de gobierno, debe garantizar, en la medida de lo posible y en el ámbito de sus respectivas competencias, que cada uno de los ciudadanos tenga la posibilidad de comer todos los días. Este punto es medular porque sin una correcta alimentación, la población se enfrentará a problemas de desnutrición, la cual no permitirá que las personas, aún cuando tengan acceso a la educación o al empleo, se puedan desarrollar de manera óptima, toda vez que no cuentan con los nutrientes necesarios en su organismo. Es por tal motivo que el derecho a la alimentación debe ser garantizado a toda costa.
¿Cómo se podría garantizar el derecho a la alimentación? En primer punto, cabe hacer mención que el artículo 2, Apartado B, fracción III de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que las autoridades de la Federación, de los Estados y de los Municipios, para abatir las carencias y rezagos que afectan a los pueblos y comunidades indígenas, tienen la obligación de, entre otras, asegurar el acceso efectivo a los servicios de salud mediante la ampliación de la cobertura del sistema nacional de salud, aprovechando debidamente la medicina tradicional, así como apoyar la nutrición de los indígenas mediante programas de alimentación, en especial para la población infantil.
Por su parte, el artículo 4, párrafo séptimo de nuestra Carta Magna establece que los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral.
Como se puede observar de los dos artículos constitucionales comentados, el Congreso Constituyente ha restado importancia al tema de la alimentación. Únicamente dos artículos tocan este tema y ambos se refieren a menores. El derecho a la alimentación para adultos, no se encuentra garantizado por nuestra Ley Fundamental, lo cual, evidentemente, es un error que debe ser corregido urgentemente.
Existen diversas maneras en que el Estado podría garantizar el derecho de alimentación a la ciudadanía. Como primer paso, el cual se debe realizar ya, es elevar a nivel constitucional este derecho. Cualquier intento que se realice para otorgar alimentación a la ciudadanía, que no se encuentre respaldado por el reconocimiento constitucional, será en vano.
Otro punto que considero que vital importancia es fomentar las actividades del campo a través de apoyos económicos completamente regulados, que se otorguen a través de mecanismos de metas. En estos programas, los recursos que se entreguen deberán de estar avalados por informes en los que se reporten los cumplimientos de metas. Si las metas no son alcanzadas en el marco acordado, el recurso no se seguirá entregando Estos programas deberán ser revisados cuidadosamente para evitar que los recursos otorgados sean utilizados para fines distintos a los establecidos dentro de los mismos. Por tal motivo, se sugiera que los recursos se encuentren etiquetados y sujetos a auditorías tanto de la Auditoría Superior de la Federación, la Auditoría Mayor de Hacienda, despachos privados, entre otros.
Lamentablemente, el campo mexicano no ha sido explotado como podría. En su columna “El abandono del campo en el D.F.” publicada en el periódico El Universal del día de hoy (http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/55557.html), la Diputada Gabriela Cuevas Barrón, Presidenta de la Comisión del Distrito Federal en la Cámara de Diputados, manifiesta que el DF solo cuenta con el 0.1% de la superficie sembrada a nivel nacional.
La Diputada Cuevas manifiesta también que es necesario fomentar la producción de alimentos dentro del DF atendiendo a la expansión que ha sufrido durante las últimas décadas, así como a factores como la densidad poblacional y la limitación de recursos alimenticios, haciendo hincapié en que, de las 16 delegaciones políticas de la Capital de la República, 7 de ellas (Álvaro Obregón, Cuajimalpa de Morelos, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco) son consideradas rurales, en las cuales se pueden producir, tranformar y comercializar productos agrícolas, principalmente avena forrajera, maíz y nopal.
Además de que las delegaciones mencionadas no han sido explotadas para conseguir los fines de alimentación, la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (SEDEREC)en el presente ejercicio fiscal, fue una de las secretarías que menos recursos recibió para el logro de sus metas, ya que únicamente se le asignó el 0.5% del presupuesto destinado a las dependencias del DF. Las consecuencias de esta falta de recursos son evidentes. Las metas programadas por la SEDEREC no pueden ser cumplidas si no se cuenta con el dinero suficiente para hacerlo.
Aunado a lo anterior, el apoyo para proyectos específicos tampoco ha sido alentador a lo largo del 2011. La Asamblea Legislativa del Distrito Federal únicamente aprobó algunos de bajo impacto como los siguientes:
Ø 7 millones de pesos para el apoyo a campesinos de Tláhuac;
Ø 10 millones de pesos para el mejoramiento de la producción de planta y flores de la comunidad Barrio Caltongo de Xochimilco;
Ø 5 millones para apoyar a los productores de nopal en Milpa Alta;
Ø 3 millones de pesos para la agricultura sustentable a pequeña escala.
Es evidente que, con tan escasos apoyos, la actividad agrícola en el Distrito Federal no se podrá llevar a cabo de manera tal que sustente las necesidades de su población, lo que repercute en una deficiente alimentación de la ciudadanía, ya que se tiene que depender de lo que el campo en otras Entidades Federativas puedan aportar a la Capital.
Aun cuando los apoyos aprobados por el Órgano Legislativo del DF son un primer paso para lograr el cumplimiento de metas del campo, dichos apoyos son insuficientes. Es necesario que los apoyos otorgados se encuentren fundamentados en estudios serios que tomen como base la densidad de población y las necesidades de la ciudadanía. Solamente de esta manera se logrará la constitución de programas eficientes que coadyuven a otorgar la alimentación necesaria a la población.
Aun falta mucho por hacer y es imperioso que tomemos las medidas conducentes para que el campo mexicano trabaje a la máxima capacidad posible. Debemos recordar que la alimentación es una fuente importante para prevenir el delito. Recordemos que a lo largo de la historia mundial regímenes enteros han sido derrocados por falta de alimentación, tal como sucedió en la época de los Luises en Francia. Además, el tener cubierta la necesidad de alimentación impedirá que muchas personas salgan a delinquir con tal de conseguir los recursos necesarios para hacer frente a la misma.
Por tal motivo, considero que el tema de la alimentación, tal como me lo comentó un gran abogado de quien tengo el privilegio de compartir su sangre, es de una importancia inimaginable para los temas de seguridad pública y, por lo mismo, debe otorgársele la mayor atención por parte de las autoridades, tanto locales como federales. Recordemos que un refrán sumamente conocido de nuestra culturas reza que a barriga llena, corazón contento. Otorguémosle a nuestros ciudadanos la oportunidad de tener un corazón contento.
Benjamín Muñiz Alvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz
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