Hace algunos días
vi en el muro de Facebook de una de mis maestras de la Universidad un artículo
respecto de las 7 películas que todos los abogados debemos ver. El reportaje me
resultó muy interesante y decidí compartirlo, comentando que consideraba que habían
algunas que faltaban, sin embargo, en la publicación en mi muro recibí un
comentario de una tía muy querida que me decía que faltaba la que a su juicio
era la mejor película de abogados: “…And
Justice for All“ estrenada en 1979 y protagonizada por uno de los más
grandes actores de Hollywood: Al Pacino. Mi tía, abogada oriunda de Nueva York,
y yo hemos tenido a lo largo de los años muchas conversaciones muy profundas y
normalmente nuestros puntos de vista son similares por lo que decidí que tenía
que ver la película que, según su dicho, había cambiado su percepción de
nuestra hermosa profesión, así que el pasado viernes, después de mucho
buscarla, por fin me pude sentar con mi esposa a verla.
La película se
trata de un abogado, Arthur Kirkland (magistralmente interpretado por Pacino)
que tiene frente a sí la defensa de un Juez que fue acusado de violar y
sodomizar a una joven. El detalle está en que dicho Juez le había negado a
Kirkland la admisión de pruebas que demostraban irrefutablemente que uno de sus
clientes era inocente de los cargos que lo mantenían preso. Evidentemente no
voy a comentar aquí el desenlace de dicha obra cinematográfica, pero por
supuesto que recomendo amplimente que la vean, lo que si voy a hacer es
compartir con ustedes la enseñanza que me dejó y cómo comprendí por qué había
cambiado la percepción de mi tía Laura.
Como el propio
nombre sugiere, la película se basa en un punto central: la necesidad que tiene
el estado de garantizar la justicia para sus ciudadanos, de salvaguardar los
derechos constitucionales de todas y cada una de las personas que integran una
Nación y al analizar este punto me di cuenta que definir la justicia y sus
límites es demasiado complejo.
La justicia,
según la definición clásica del jurista romano Ulpiano es dar a cada quien lo
que le corresponde pero, ¿qué le corresponde a cada quien? La respuesta a esta
pregunta conllevaría a la existencia de un pronunciamiento previo para definir
que le corresponde a cada persona, lo que nos lleva nuevamente a la pregunta
¿qué es la justicia? Creo honestamente que no existe nadie que pueda responder
completamente esta pregunta, por el contrario, me voy a permitir parafrasear al
jurista checo Hans Kelsen quien nos dice que tal vez se deba a que constituye
una de esas preguntas respecto de las cuales resulta válido ese resignado saber
que no puede hallarse una respuesta definitiva sino que solo cabe el esfuerzo
por formularla mejor.
A pesar de la
existencia de diversas corrientes que buscan fundamentar la justicia en distintas
bases, ccreo que debemos presuponer que el orden jurídico vigente en
determinado páis en determinado tiempo es justo, o por lo menos busca la
justicia, atendiendo a las realidades sociales imperantes, así que tomaré de
ejemplo nuestro país. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
establece en sus artículos 1 al 28 una serie de derechos fundamentales que
reciben el nombre de Garantías Individuales y son precisamente éstas las que el
Estado tiene la obligación de salvaguardar a toda costa y es en este punto en
que entro al centro de la película “Justicia para todos“ que habla precisamente
de la manera de garantizar el acceso a los derechos constitucionales.
Uno de los
derechos fundamentales de los ciudadanos es la adecuada defensa en caso de
estar sujeto a algún tipo de procedimiento judicial de cualquier materia. El
derecho constitucional a la defensa trasciende al hecho si el acusado es
inocente o es culpable. Aquí entra un conflicto, más que nada ético. Un
delincuente, ¿debe tener derecho a una defensa en juicio? ¿Hasta que punto se
debe procurar su defensa? ¿El trabajo del abogado defensor es lograr su
libertad o simplemente la condena más benévola para el delincuente? En caso que
el trabajo del defensor sea lograr la libertad, ¿no sería eso una injusticia al
dejar libre a una persona que representa un peligro para la sociedad? Si
contestaramos estas preguntas basados en nuestros sentimientos, creo que las
respuestas serían las menos favorables para el reo, es decir, si le preguntamos
a cualquier persona si un delincuente merece una defensa y estar libre, estpy
seguro que la mayoría contestarían que no, sin embargo, no debemos perder de
vista que los delincuentes son, a final de cuentas, ciudadanos, si, es cierto
que decidieron vivir al margen de la ley, pero eso no les quita el carácter de
ciudadanos y, por ende, sujetos de la protección de los derechos fundamentales.
Por supuesto que si el orden jurídico se ve vulnerado, el Estado debe
garantizar su salvaguarda para lo que es necesario sancionar al transgresor
pero en esa sanción es muy fácil dejarnos guiar por nuestras pasiones e imponer
una sanción que sea desproporcionada a la conducta desplegada.
Tomemos como
ejemplo el caso que se le encomienda a Arthur Kirkland, defender al Juez de una
acusasión de violación. Supongamos que se lleva a cabo el juicio y se encuentra
al acusado culpable de los cargos que se le imputan, tomando en consideración
que éste era un Juez, que no solamente tenía conocimiento de lo ilícito de sus
actos y las consecuencias legales que conllevarían, teniendo en mente que él se
sentó en un banquillo a emitir un juicio respecto a personas que, como él,
habían cometido delitos, ¿sería procedente que se le impusiera una pena mayor a
la que se le impondría a un ciudadano normal? En caso que contestemos que si
resulta procedente, ¿sería justo para los derechos del Juez defendido? Vayamos
más allá: supongamos que una persona es juzgada y hallada culpable por el
delito de homicidio calificado y sentenciado a 50 años de prisión, pena máxima
establecida en el Código Penal para el Distrito Federal, ¿podemos hablar
verdaderamente que se hizo justicia? Desde mi punto de vista considero que no,
y mi opinión se basa en un punto muy simple: sim importar el tiempo al de
prisión al que se condene al delincuente, la víctima jamás resucitará. La
familia nunca obtendrá justicia, aún en el caso que existiera la pena de muerte
en nuestro país. El tema de la justicia en el ámbito del Derecho Penal creo que
es más complicado que en el Derecho Civil o Mercantil. La sentencia que le sea
impusta al delincuente podrá ser considerada excesiva, y por lo mismo injusta,
para su familia, sin embargo, para la víctima y sus familiares, puede ser
considerada como insuficiente e igualmente injusta. ¿Dónde, entonces, yace la
justicia en el ámbito Penal? Vuelvo a lo mismo, creo que el orden jurídico
busca la justicia y por lo mismo las sentencias se deben dictar de conformidad
con la punibilidad establecida en cada uno de los tipos penales, sin embargo,
considero que hacerlo de esta manera no necesariamente cumple con la justicia.
Al hablar de justicia, necesariamente va a haber un coche entre las partes que
estén involucradas en un conflicto específico, por lo mismo, es imposible
esgrimir la frase “justicia para todos“. En un choque de derechos una persona
gozará del ejercicio del propio en detrimento del de otra persona.
Seamos francos, en
México la justicia es un valor prácticamente inexistente. No hay justicia para
los miles de mexicanos desaparecidos, no hay justicia para los estudiantes del
Movimiento Estudiantil de 1968, ni para los normalistas de Ayotzinapa, ni para
las víctimas de Tlatlaya, ni para las víctimas que han perecido a manos del
narcotráfico ni hay justicia en los gastos millonarios en los viajes de Estado
del Presidente Enrique Peña Nieto haciéndose acompañar, no solo por su familia,
sino por numerosos Secretarios de Estado y ese es precisamente el reto que
enfrentamos las nuevas generaciones: luchar por la justicia, hacer valer
nuestros derechos y exigir al Estado que cumpla con su obligación
constitucional de salvaguardarlos. Mientrás no hagamos uso de nuestra
responsabilidad, las cosas nunca van a cambiar.
Después de todo
lo que he escrito en este artículo, regresa a mi mente la pregunta ¿qué es la
justicia? Creo que la mejor respuesta se encuentra en una frase del último
párrafo del ensayo de Hans Kelsen? “[…]
yo no sé ni puedo decir qué es la justicia, la justicia absoluta, ese hermoso
sueño de la humanidad. Debo conformarme con la justicia relativa: tan sólo
puedo decir qué es para mi la justicia“.
Después de
comprobar la imposibilidad de definir la justicia absoluta, comprendo
completamente lo que el 29 de agosto de 2005 me escribió uno de los mejores
abogados que conozco cuando decidí estudiar Derecho: “Busca siempre aplicar el Derecho y sólo cuando no se pueda ve por la
justicia“. El Derecho, el orden nomrativo de un País es objetivo; la
Justicia absoluta es indefinible y la justicia relativa es subjetiva. Para mi
la justicia radica en la libertad y en la responsabilidad: en la libertad para
tomar nuestras propias decisiones y en la responsabilidad para enfrentar las
consecuencias de las mismas. No hay mayor derecho, desde mi perspectiva, que la
libertad, pero tampoco hay mayor responsabilidad que ser libres.
Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz