En la publicación pasada realicé un recuento respecto a la visita que tuve la oportunidad de hacer con mi familia durante el puente concedido con motivo del aniversario de la Independencia a Veracruz. Desgraciadamente, 2 días después de nuestro regreso de dicha ciudad, el mar del puerto se volvió a ver teñido de rojo, nuevamente, nos encontramos con una marea de sangre.
El martes pasado, 35 cuerpos fueron tirados (bien dijo Carlos Loret de Mola en su “Historias de Reportero” del 22 de septiembre “duro verbo, pero no hay otro”) en un puente ubicado en los límites de los municipios de Veracruz y Boca del Río, frente a la Plaza de las Américas, donde se postra la conocida escultura en honor a los Voladores de Papantla. Nuevamente encontramos la mano del narcotráfico detrás de estos sucesos. Todas las víctimas que fueron dejadas debajo de ese puente, tenían antecedentes penales relacionados, precisamente, con el narcomenudeo. Y por si eso no fuera poco, el jueves 22 aparecieron 14 cuerpos más, el más lejano a 6 kilómetros del hotel donde se estaba llevando a cabo el 11 Encuentro Nacional de Presidentes de Tribunales Superiores de Justicia y Procuradores Generales de Justicia, instalaciones que, por cierto, se encontraban fuertemente resguardadas por elementos de la Marina, el Ejército y la Policía Federal.
A lo largo de los últimos tiempos, se han presentado muchos sucesos de este estilo. Recordemos, por ejemplo, las fosas clandestinas encontradas en San Fernando Tamaulipas, los cadáveres encontrados en el Rio de los Remedios, el cadáver encontrado decapitado frente a las inmediaciones de Televisa Santa Fe, y esto es solo por nombrar algunos, pero en el caso de Veracruz, ¿puede haber alguna diferencia? En “El Asalto a la Razón” publicado en Milenio Diario el 23 de septiembre, Carlos Marín dice “No parece “coincidencia” que dos días antes (madrugada del lunes) de la aparición de este medio centenar de probables delincuentes en vida (miércoles), se produjera la fuga de 32 reos en tres cárceles veracruzanas distintas (14 ya fueron reaprehendidos)…”
Mi intención en ningún momento es especular, por el contrario, es algo que evito hacer. No me gusta decir algo si no tengo los elementos que lo soporten, pero esta vez, por más que no haya nada (todavía) que demuestre que la fuga de reos y la aparición del medio centenar de cuerpos está ligada, a mi también, como al Sr. Marín, me cuesta mucho trabajo creer que se trate de una mera coincidencia, más teniendo en cuenta que, cuando se habla de delincuencia organizada, las coincidencias raramente existen.
Si tomamos como cierta la hipótesis que estos dos sucesos están relacionados entre ellos, entonces estamos ante un panorama muchísimo más complejo de lo que podemos, a simple vista, imaginar.
No puedo imaginar que una fuga masiva, en la que 32 reos se lograron sustraer de la justicia en 3 penales diferentes dentro del Estado Libre y Soberano de Veracruz de Ignacio de la Llave, haya sido orquestada por un grupo criminal sin la participación de funcionarios públicos. 3 penales de manera simultánea habla de una logística bastante elaborada, en la que se requiere conocer los penales, se requiere saber turnos de los guardias, salidas, etc. Recordemos, además, el gran poder corruptor que tiene el crimen organizado. Reitero, mi intención no es especular, simplemente comparto mi opinión como ciudadano que soy.
Dentro del Encuentro Nacional ya mencionado, durante su discurso inaugural, Marisela Morales, Procuradora General de la República, realizó una acusación que, a primeras luces puede aparecer simplista, pero que una vez que nos detenemos a observarlo, no lo es. La funcionaria manifestaba que la violencia generada por el narcotráfico, la cantidad de muertes, la disputa territorial entre los grandes cárteles, se produce a causa del narcomenudeo. Según palabras de la titular de PGR, los grandes cárteles disputan el poder de ser ellos los que les procuren la droga a los narcomenudistas para que éstos, a su vez, la puedan comercializar con los adictos. La interrogante que puede surgir es ¿qué tienen que ver los narcomenudistas, personas de bajo impacto, en la creciente ola de violencia en que nuestro país se ve inmerso? Todo. Me explico:
Hace algunos años, nuestro país era únicamente territorio de paso de la droga. Ésta salía de Colombia y algunos otros países de Centroamérica con destino a los Estados Unidos. Claro está que el ser territorio de paso generaba muchos problemas para nosotros, porque no solamente éramos territorio de paso, sino que éramos ya la puerta de entrada al destino final. Los narcotraficantes se peleaban entre ellos las rutas de entrada de la mercancía hacia Estados Unidos, pero por más extraño que suene, en esos tiempos los narcotraficantes no buscaban victimar civiles. Los narcos “de la vieja guardia”, como lo fueron Ernesto Fonseca Carrillo, mejor conocido como Don Neto, jefe del Cartel de Guadalajara o su discípulo, Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, incluso, en sus albores, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, tenían otra ideología. Si ellos recibían una traición o un golpe por parte de cierta persona, buscaban a esa persona para cobrarle. Es decir, su ideología era “Me la haces tú, tú me la pagas”, no como actualmente vemos que los narcos ya no buscan quien se las hizo, sino quien se las pague. En la actualidad las cosas han cambiado.
Hoy día, no solamente somos territorio de paso, sino que somos territorio de origen. Las drogas consumidas en las grandes ciudades de Estados Unidos, como Los Ángeles y Nueva York son, en su mayoría, producidas en México, es decir, se ha desbancado a Colombia en ser el principal productor de la droga de consumo en Estados Unidos. Evidentemente, esto genera mayores conflictos entre los cárteles, ya que no solo se pelean hoy día la posibilidad de controlar las rutas de acceso al vecino país del norte, sino que también la posibilidad de producir la droga. Pero ante esto, ¿qué tienen que ver los narcomenudistas? En este punto nada, pero si en el siguiente:
Además de habernos convertido en productores de droga, seguir siendo, en menor medida, país de paso, ahora también nos hemos convertido en país de consumo. Los índices de drogadicción en México muestran aumentos alarmantes. Claro que esto abre todavía más el abanico comercial de los capos del narcotráfico. Se ha vuelto un negocio completo: importan, producen, exportan y distribuyen en el mercado nacional su droga. Y es precisamente en esta distribución dentro del mercado nacional donde nos encontramos por el problema generado por los narcomenudistas, ya que son ellos quienes ponen los estupefacientes al alcance de la población. Honestamente, no me imagino al Chapo distribuyendo drogas directamente a la población, tampoco creo que lo haya hecho Arturo Beltrán Leyva, el Jefe de Jefes, ni su hermano Héctor, el H. Por supuesto que los grandes capos tienen otras cosas en que preocuparse, por lo que, en lugar de buscar llegar ellos directamente a la población consumidora de nuestro país, lo hacen a través de los famosos “dealers”, los narcomenudistas.
Teniendo esto en mente, es evidente que, así como los capos del narcotráfico pelean las rutas de acceso a Estados Unidos, también pelean el control dentro de los narcomenudistas. Un ejemplo muy claro lo encontramos a los pocos días que la Marina abatiera al Jefe de Jefes, quien controlaba el tráfico de drogas en el Distrito Federal. Uno de sus narcomenudistas, quien habitaba en el Ajusco, fue visitado por un nuevo cartel, la Nueva Administración, quienes le comunicaron que, de no tener inconveniente, tendría que comprarles a ellos la droga, dejando de conseguirla a través del cartel del finado Arturo Beltrán. Como esta persona no quiso comprarle a la Nueva Administración, éste grupo decidió que entonces no le iba a comprar a nadie. El resultado: lo mataron junto con su familia dentro de su camioneta. El saldo: 5 personas muertas.
Si nos pusiéramos a analizar cada una de las muertes que se han generado a lo largo de esta guerra contra el narcotráfico, estoy seguro que encontraríamos en la mayoría de ellas un escenario semejante. El narcomenudeo reporta a los grandes magnates del negocio de las drogas dividendos bastante jugosos, los cuales no van a sacrificar fácilmente. Si tienen que matar para tener el control de cierta plaza, lo van a hacer sin dudarlo. Desgraciadamente, hoy día ya no existe esa visión que tenían Don Neto o el Señor de los Cielos, hoy día los narcotraficantes barren parejo sin importarles si entre las víctimas se encuentran niños, mujeres, o personas inocentes.
Marisela Morales hizo un llamado urgente a los Procuradores Generales de Justicia a luchar de manera frontal y eficaz en contra del narcomenudeo porque, una vez controlando esta práctica, se podrán ver disminuciones significativas en los índices de violencia.
Es justamente en este punto donde retomo lo que he comentado en columnas anteriores: el drogadicto no es un delincuente, pero su adicción provoca la comisión de delitos, delitos que, como podemos observar, son verdaderamente graves, que atentan contra la vida y seguridad de las personas y contra la tranquilidad de quienes las atestiguamos.
No voy a desaprovechar la oportunidad de reiterar, una vez más, la necesidad que el Estado genere programas que busquen erradicar el problema de la adicción a las drogas. Disminuyendo la demanda, se verán reducidos los índices de violencia generados a través del control de la oferta.
Benjamín Muñiz Alvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz