domingo, 2 de agosto de 2015

Yo soy el océano

Los seres humanos estamos dotados de un nivel de inteligencia que nos permite conocer a fondo (si así no los proponemos) las necesidades que nos rodean, podemos hacer planes y estrategias para cumplir metas y objetivos, podemos mejorar nuestras condiciones de vida. Nos jactamos incluso de ser los únicos seres con capacidad de pensar y razonar (punto de visa que honestamente yo no comparto). En pocas palabras, somos los amos y señores del mundo y hay incluso quienes dicen que tenemos esa potestad por mandato divino, basándose en Génesis 1:27-28, que dicen:
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28 Y los benijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Estoy de acuerdo que de acuerdo con el versículo 28 del capítulo 1 del Génesis Dios nos dio a los seres humanos la orden de señorear sobre los animales pero vuelvo a lo mismo que he preguntado en diversos escritos, ¿qué implica señorear? Señorear implica tener autoridad, liderazgo, pero sobre todo, implica tener la responsabilidad de cuidar, de velar. El señorear o gobernar es, en verdad, la muestra máxima de servicio. Gobernar y señorear no quiere decir (o por lo menos no debería ser así) que los gobernados están a tus órdenes, al contrario, el que gobierna está al servicio de los gobernados y, en el caso de la naturaleza, los seres humanos hemos sido lo suficientemente imprudentes para creer que éste está a nuestro servicio y que podemos hacer con él lo que nos venga en gana. Honestamente creo que este es el peor error que como raza podemos cometer.
El ser humano debe comprender la importancia que tiene el medio ambiente, pero sobre todo, que lo que hagamos con él inexorablemente tendrá consecuencias en nosotros. Hace algunos días vi un vídeo que verdaderamente llamó mi atención y que se titula “Yo soy el océano“ y el cual se puede ver en https://www.youtube.com/watch?v=o6L6tdcJ5Fw. Después de ver este vídeo me puse a pensar qué es lo que hemos hecho en materia de medio ambiente y cuál es la postura que los seres humanos mantememos frente a nuestra naturaleza. Desgraciadamente las respuestas no son alentadoras. Las políticas públicas en materia de protección al ambiente son prácticamente inexistentes y las pocas que han sido ejecutadas son insuficientes y esto solo es reflejo de lo que los seres humanos concideramos como bienes de mayor valía. Los seres humanos estamos empeñados en conseguir riquezas sin importar qué es lo que tiene que hacer para conseguirla ni a quién tiene que dañar. Si queremos riquezas necesitamos oro, plata, piedras preciosas, minerales, petróleo y todo eso sale de la naturaleza. Si queremos generar mayore ingresos económicos necesitamos fábricas e industria, eso es innegable, lo malo es que éstas no tienen un adecuado manejo de los desechos y simplemente se deshacen de ellos de la manera que les resulte más económica sin importar si a través de esto generan mayor contaminación. No son pocos los casos en que se botan los desechos en ríos y mares.
Otro tema de gran importancia es el crecimiento de la población. Desde el año 1200 hasta 1800 el crecimiento poblacional fue constante sin embargo, a partir de 1900 la población creció exponencialmente y sin control, como se puede observar en la siguiente gráfica:

Si analizamos la manera desproporcionada en que ha crecido la población, resulta lógico que para atender las necesidades se requiere una mayor cantidad de materias primas que son extraídas directamente del medio ambiente. Además de esto, también es una realidad que se requiere mayor espacio para albergar a los seres humanos, por lo que se ha presentado un crecimiento demográfico sin precedentes en que se han invadido áreas naturales muchas veces protegidas. Aunado a lo anterior, al existir un mayor número de seres humanos, hay un mayor consumo de energía, lo que genera mayores emisiones de CO2 a la atmósfera, redundando en un incremento en la temperatura mundial, tal como se puede observar en esta gráfica:
Lo que más tristeza me da es que los seres humanos no medimos las consecuencias de nuestras acciones. Créemos que por el hecho que nuestro planeta está compuesto en tres cuartas partes por agua, ésta nunca va a faltar. Créemos que no importa cuanto contaminemos, el mundo siempre se va a arreglar, pero seamos francos y analicemos datos duros: junto con el crecimiento exponencial de la humanidad han crecido de igual manera los desastres naturales, para muestra unos ejemplos: en las decadas de 1950-1959 hubo 3 grandes incendios en América, mismo número que se presentaron en la década de los 60´s. En la década de los 70´s aumentó a 5 el número de grandes incendios, en la década de los 80´s se duplicó para llegar a 10. El mayor incremento de grandes incendios en América se presentó en la década de los 90´s con 48 siniestros. Creo que todos sabemos que los grandes incendios obedecen a la sequía y al calor, entonces podemos colegir que mientrás más avanzan los años, más alta es la temperatura, pero las consecuencias de las acciones de los seres humanos no solamente han generado un planeta más caliente y seco, sino que un planeta de extremos. Así como las sequías han aumentado, paradójicamente también las inundaciones como se puede observar en esta gráfica:
En pocas palabras, los seres humanos no hemos entendido una verdad absoluta y que es plasmada sin lugar a dudas en el vídeo “Yo soy el océano“ cuando dicen textualmente: “Si la naturaleza no se conserva saludable, los humanos no sobrevivirán. Así de simple“. Los gobiernos se han preocupado demasiado en cuestiones de seguridad pública, de comercio exterior, de generar riquezas, pero se han preocupado muy poco del medio ambiente. Hace algunos años, cuando trabajé en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, al ver el catálogo de delitos de alto impacto que estaba por aprobarse por el Consejo Nacional de Seguridad Pública le comenté a un compañero que me preocupaba sobre manera que no se incluyeran los delitos ambientales y que si no poníamos atención a este tema llegaría un momento en que se cumpliría la meta de cero delitos y no porque las políticas sean las adecuadas, sino porque estabamos caminando hacia nuestra propia extinción. Hace ya 4 años de eso y el tema medioambiental no solo sigue igual, está peor. Sobre este tema publiqué, el 8 de septiembre 2014, mi opinión la cual puede ser consultada en la liga https://www.youtube.com/watch?v=nFTB_iUWOxo.
Es urgente que los seres humanos asumamos nuestra responsabilidad frente al medio ambiente, es imprescindible que entendamos que nuestras acciones tienen consecuencias frente al medio ambiente y que lo que le ocurra a nuestro entorno indudablemente nos afectará, que vivimos en una relación simbiótica (aunque a veces parecemos parástiso, por más que nos duela aceptarlo). Su existiera un organismo que hiciera tanto daño como lo hacemos los seres humanos, lo catalogarían como virus mortal, sería considerado una pandemia y se generarías acciones globales para su control o erradicación, pero como somos nosotros los que estamos haciendo este daño pues mejor ahí la dejamos, ¿no? Si no respetamos nuestro entorno, en el fondo tampoco nos respetamos a nosotros. Crezcamos, por supuesto que si, es una de las metas de la humanidad, pero no lo hagamos a expensas del medio ambiente. Busquemos la manera de progresar y cuidar al mismo tiempo nuestro planeta. Tengamos en mente la realidad de la frase con la que concluye el vídeo “Yo soy el océano“ y vivamos con ello en mente: “La naturaleza no necesita a las personas, las personas necesitan a la naturaleza“.

Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo

Twitter: @Benjamin_Muniz

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