Era la tarde
lluviosa de un viernes. En las instalaciones de un tianguis una persona
acompañada de su perrita compraba su mandado. De improviso apareció un hombre
que paseaba cerca de 15 perros de talla grande, uno de los cuales vio a la
perrita y la atacó. Como es de esperarse, el resto de la manada siguió su
ejemplo. El resultado: la perrita falleció. Esta es una historia real que nos
demuestra que una parte primordial de la protección animal es la tenencia
responsable.
Este caso puede
parecer intrascendente a las autoridades, sin embargo, no lo es. La ley le ha
otorgado una mayor protección a los animales derivado de recientes reformas,
tipificándose como delito el maltrato animal, específicamente en los artículos
350 Bis y 350 Ter del Código Penal para el Distrito Federal. Aunado a lo
anterior, el pasado 8 de octubre fue publicada en la Gaceta Oficial del
Distrito Federal una reforma a estos dos artículos en las que se elimina la
palabra “intencional” del tipo penal respectivo, lo que redunda en una mayor
protección hacia los animales no humanos.
Si estas reformas
legales no son suficientes para que las autoridades tomen cartas en el asunto
en el caso ya mencionado porque consideran que los animales no merecen una
atención especial, entonces utilicemos otro panorama que a los ojos de la
sociedad y las autoridades pueda generar mayor conciencia: ese viernes aquellos
perros victimaron a una perrita, si no se toman las medidas necesarias para
evitar nuevas conductas de este estilo, mañana la víctima podrá ser un niño.
Resulta evidente,
o por lo menos así debería ser, que una persona sola no puede controlar a 15
perros de talla grande, menos si éstos están enardecidos.
Desgraciadamente
hay muchas personas que creen que está bien pasear a muchos perros al mismo
tiempo, sin embargo, no se han dado cuenta que esto genera un riesgo enorme a
la seguridad, no solo de las personas, sino también de los animales, tanto los
que están siendo paseados en manada como los animales que éstos se encuentran
en su camino, como sucedió en aquel tianguis.
Hace algunos
meses, el pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó un
paquete de iniciativas encaminadas a brindar a los animales no humanos mayor
protección. Entre este paquete de iniciativas, se encontraba la Ley para la
Atención y Tenencia Responsable de Animales de Compañía en el Distrito Federal,
misma que fue suscrita por Orlando Anaya García y Santiago Taboada Cortina,
ambos Diputados del Partido Acción Nacional. En el cuerpo del proyecto de Ley,
específicamente en la fracción VII del artículo 5, se estableció que los
propietarios y poseedores de animales de compañía tienen la prohibición de
sujetar a la vez a más de dos animales de compañía por la vía o espacios
públicos. ¿Qué motivo a dichos legisladores a establecer esta prohibición? El
motivo es muy simple. Como ya se ha dicho a lo largo de este documento, es
imposible para una persona controlar a muchos perros, especialmente si se
encuentran excitados, independientemente del riesgo sanitario al generarse
atropellamiento de heces.
En el dictamen
conjunto que presentaron las comisiones unidas de Preservación del Medio
Ambiente, Protección Ecológica y Cambio Climático; de Salud y Asistencia
Social, y de Administración Pública Local, relativo al referido paquete de
iniciativas, fechado el 30 de abril de 2014, en su página 15 se puede observar
que, de la exposición de motivos presentada por los Diputados Anaya y Taboada,
se colige que se busca mejorar la calidad de vida de los animales de compañía a
través de la tenencia responsable de los mismos mediante la educación de la
población acerca de la tenencia responsable y el trato responsable hacia los
animales de compañía.
Pero la tenencia
responsable es mucho más que no pasear a más de dos animales de compañía al
mismo tiempo, implica generar y mantener las condiciones necesarias para que la
vida de las mascotas se desarrolle en plenitud, armoniosamente con su entorno,
donde existan las condiciones de alimentación, higiene, cuidado, salud y esparcimiento
adecuados. No debemos perder de vista que los animales, al final del día,
también son seres vivos. Robustezco un poco este punto con la propia definición
que de animal proporciona el último párrafo del artículo 350 Bis del Código
Penal para el Distrito Federal, el cual reza al tenor literal siguiente:
“Se
entenderá para los efectos del presente título como animal, al organismo vivo,
no humano, sensible, que no constituya plaga, que posee movilidad propia, y
capacidad de respuesta a los estímulos del medio ambiente perteneciente a una
especie domestica (sic) o silvestre. Los animales abandonados, o callejeros no
serán considerados plaga.”
Verdaderamente
amé la parte final de este párrafo: Los animales abandonados o callejeros no
serán considerados plaga, lo que implica que ellos gozan de la protección total
y plena de la legislación animal vigente. Consecuentemente, cualquier persona
que atente en contra de ellas, deberá responder ante las autoridades
competentes.
Otro punto que me
gustó mucho del proyecto de Ley para la Atención y Tenencia Responsable de
Animales de Compañía en el Distrito Federal, propuesto por los Diputados
Panistas Orlando Anaya y Santiago Taboada es precisamente el artículo 4 de
dicho proyecto, específicamente la fracción II que establece que los
propietarios y poseedores de animales de compañía tienen la obligación de dotar
al animal de compañía de un espacio que le permita libertad de movimientos para
expresar cómodamente sus comportamientos naturales de alimentación, descanso y
cuidado corporal, incorporarse, echarse, darse la vuelta y estirar sus
extremidades. La simple lectura de esta obligación podría creerse que se presta
a interpretaciones privadas, sin embargo, la parte que más me gustó fue el
segundo párrafo de la misma fracción II que establece lineamientos objetivos y
medibles para garantizar que el animal de compañía goce de un espacio
suficiente para satisfacer sus necesidades. Se estableció que el espacio mínimo
por animal de compañía se calculará de la siguiente forma: la medida que cada
ejemplar tiene de la punta de la nariz a la punta de la cola, se multiplicará
por dos y se expresará en metros cuadrados, además que la altura del espacio
deberá ser, como mínimo de 150 centímetros para animales de compañía menores de
10 kilogramos y 200 metros de altura para animales de compañía mayores a 10
kilogramos. Como se puede observar, en el proyecto propuesto se establecieron
las medidas necesarias para garantizar que los animales de compañía gozaran de
un espacio suficiente.
Por supuesto como
toda ley, producto de la creación humana, ésta era perfectible, sin embargo
generaba un gran avance en la tenencia responsable. Los legisladores tuvieron
la visión necesaria para aprobarla en pro de los animales. Desgraciadamente,
por recomendación de la Consejería Jurídica y de Servicios Legales del Gobierno
del Distrito Federal, encabezada por el Mtro. José Ramón Amieva Gálvez, esta
ley no pudo ser promulgada y, por lo mismo nunca entrará en vigor. Es una
lástima. Pugnemos ahora por impulsar una nueva Ley que mejore los puntos
mejorables y refuerce los que son útiles.
Pero la tenencia
responsable sigue siendo mucho más que esto. Para ejemplificar lo que
verdaderamente es la tenencia responsable, me permito compartir la definición
que fue aprobada por la Primera Reunión de expertos sobre tenencia responsable
de mascotas y control de población, celebrada en Río de Janeiro del 1 al 3 de
septiembre de 2003:
“Condición
bajo la cual el tutor de una mascota, acepta y se compromete a asumir una serie
de deberes enfocados en la satisfacción de las necesidades físicas,
psicológicas y ambientales de su mascota; así como la prevención de riesgos
(potencial de agresión, transmisión de enfermedades o daños a terceros) que
esta pueda generar a la comunidad o al medio ambiente, bajo el marco jurídico
de la legislación pertinente.”
Como se puede
ver, ser verdaderamente un dueño o poseedor responsable implica muchas
actividades que deben ser satisfechas. Socialmente la que considero que
repercute mayor trascendencia es el manejo de las heces. Definitivamente como
todo ser vivo que come, es evidente que los animales tienen que desechar lo que
no es necesario para su organismo, lo que, al igual que los seres humanos,
hacen a través de las heces y la orina. Por supuesto, las heces de los animales
tienen bacterias. Por lo anterior, es necesario que el poseedor o propietario
de los animales de compañía recoja las heces de los perros ya que éstas, al
quedar a la intemperie, se secan si están al sol, lo que produce una especial
de polvo que puede ser respirado por los seres humanos, generando enfermedades
respiratorias y cuadros agudos de conjuntivitis.
En caso de que el
clima sea lluvioso, el resultado no es muy diferente. El agua disuelve ciertas
sustancias nocivas de las heces y éstas ingresan incluso a las tuberías de agua
potable, lo que genera que el agua que los humanos utilizamos para asearnos,
lavar trastes, cepillarnos los dientes e incluso cocinar, puede estar
contaminada.
Para comprender
un poco más a fondo el problema que genera el mal manejo de las heces, les dejo
este dato. Si las heces de perro fueran fluorescentes, la Ciudad de México no
necesitaría luz eléctrica. Evidentemente este problema se ha venido generando
también por la gran cantidad de perros abandonados, pero tenemos que reconocer
la labor que para esta meta han realizado dueños irresponsables que sacan a
pasear a sus perros y no tienen si quiera la educación de recoger sus desechos.
Esto me lleva a
otro punto muy importante. Un factor demasiado interesante en el tema de
tenencia responsable, incluso el de mayor valía, es precisamente que los
animales de compañía deben desarrollarse en un ambiente lleno de amor y de
respeto. El animal siente alegría, miedo, tristeza, al igual que lo hacemos los
seres humanos. Por esto, el ambiente en que se desarrollen influirá de manera
trascendental en la conducta que éstos muestren. Si el animal, sea de la
especie que sea, vive en un ambiente lleno de agresividad, por supuesto que su
conducta será agresiva, por el contrario, si vive en un ambiente lleno de amor
y respeto, su conducta será respetuosa y amorosa. Lo mismo pasa con los seres
humanos, no hay gran diferencia. De ahí que se pueda asegurar, sin temor a
equivocarnos, que no existen perros que sean malos, existen malos dueños.
Voy a
ejemplificar un poco lo anterior. Debo reconocer que a pesar de mi amor por los
perros, existía una raza en particular que me daba mucho miedo, en gran parte
por el estereotipo que se creó de él: el pitbull. Mi miedo llegaba al grado que
si yo veía a un pitbull dentro de una casa con reja, no pasaba frente a ella,
prefería cambiarme de acera, sin embargo, durante un evento de disfraces para
animales organizado por una amiga de la familia, llegó otra amiga acompañada de
Max, un pitbull de color gris, ojos profundo y penetrantes y una fuerza física
bastante imponente. He de confesar que cuando lo vi me quedé helado. En
cuestión de segundos, Max corrió hacia mí y sufrí el ataque más brutal que he
sufrido en mi vida. Brincó sobre mí, literalmente me llenó de besos y se puso a
jugar conmigo. Jugamos, corrimos. Me divertí como pocas veces. Desde ese día
comprobé que, por más que un perro sea catalogado como agresivo, si crece y se desarrolla
en un entorno favorable, el resultado va a ser un perro sociable, no uno
agresivo.
Quienes tenemos
la dicha de tener animales de compañía, quienes trabajamos en su favor estamos
convencidos que ellos se vuelven parte de la familia. Quienes gozamos de su
compañía gozamos de la compañía de un hijo no humano, amor que ellos mismos se
ganan a través de su fidelidad, su lealtad, la alegría con que nos reciben como
si no nos hubieran visto en años, sus juegos e incluso, por qué no decirlo, sus
travesuras. Considero que a un dueño que quiera cumplir por completo con la
responsabilidad que conlleva su característica de dueño le puede servir mucho
ver a su mascota como un miembro más de su familia, mismo que necesita
alimentación adecuada, agua limpia para ingerir, amor, respeto, educación,
límites, espacio para hacer sus actividades, tiempo para jugar y, por supuesto,
las travesuras también son parte importante en su desarrollo. No puedo imaginar
tener un perrito sin tener que regañarlo por rasgar el papel de baño, con la
mirada de “quiéreme” que el regaño conlleva.
Existen dos
puntos más que son de extrema importancia: la adopción y la esterilización. Para
entender bien el punto de la adopción, me permito citar un dato proporcionado
el día de hoy por el DVM Fredy Alberto Manrique López, oriundo de Colombia, en
el Foro Internacional sobre Bienestar en Animales de Compañía, organizado por
la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial del Distrito Federal.
El Dr. Manrique comentó que en México existen actualmente 23 millones de
caninos y felinos en México, de los cuales 18 millones son caninos y 5 millones
felinos. Lo más grave de esto es que, según cifras, solamente el 30% de estos
animales tienen un hogar, lo que nos posiciona en 1 lugar de animales en situación
de calle en América Latina. Tan solo en el Distrito Federal, existen 4 millones
de caninos, lo que nos da como resultado la existencia de 1 perro por cada 7
habitantes. Dicho de manera más dura: actualmente hay más perros y gatos en el
D.F. que niños. Evidentemente, un número tan alto de animales en situación de
calle implica que los mismos orinan y defecan en la vía pública, lo que nos
regresa al punto que ya toqué anteriormente. Por este punto resulta también de
vital importancia la esterilización de mascotas. Supongamos que una persona
tiene un perrito, decide cruzarlo, y regala los cachorros. No sabemos si los
adquirientes verdaderamente se van a hacer responsables de ellos, lo que podría
conllevar a que éstos sean abandonados. Aunado a lo anterior, resulta también
de gran importancia el hecho debido a que de esta manera podríamos evitar que
se sigan procreando más animales en situación de calle. Como se puede observar,
la esterilización y la adopción son temas que revisten gran importancia en el
tema de la tenencia responsable.
Tener una mascota
no es cosa fácil, se requieren demasiados cuidados, demasiadas atenciones,
incluso desvelos. Afortunadamente hay muchos animalitos que gozan de este
privilegio, que se deleitan en el hecho de tener una familia, de tener comida
todos los días, agua, compañeros con quienes jugar, correr. De recibir
caricias, apapachos, de poder resguardarse del clima. Desgraciadamente, este
panorama no lo pueden disfrutar todos los animalitos. Existen muchos,
demasiados, que tienen que luchar por encontrar alimento, que tienen que buscar
refugio de un clima inclemente, que sufren agresión de peatones, que muchas
veces tienen que dar a luz junto a camiones. Cachorros que ven a su madre ser
atropellada y permanecen a su lado, sin comer, hasta que el cuerpo se hincha de
tal manera que está a punto de explotar. Animales con los que nadie juega, a
los que nadie cuida. Animalitos que viven día a día un infierno. Nosotros
podemos hacer algo para ayudarlos, la solución o parte de ella está en nuestras
manos. Brindémosles la oportunidad de tener un hogar, una familia. Adoptemos a
alguno de esos ángeles sin alas que hoy deambulan sin rumbo ni dirección. El
sacrificio de animales no es una solución, la adopción si lo es. Recordemos la
frase de Mahatma Gandhi: “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden
medirse en la forma en que tratan a los animales”.
Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz
Excelente nota, te felicito mi estimado Benjamín.
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