jueves, 2 de octubre de 2014

Protección animal y seguridad pública

Jeffrey Dahmer, Theodore Bundy, Edmund Kemper, Albert De Salvo. Estas personas tienen algo en común además de ser algunos de los homicidas seriales más prolíficos de la historia: los 4 iniciaron sus carreras delictivas cometiendo actos de crueldad animal.
De acuerdo con las cifras oficiales, 6% de la población mundial se encuentra concentrada en Norteamérica, sin embargo, el 75% de los homicidas seriales radican en Estados Unidos. Es una cifra bastante alarmante, incluso, es gracias a Ted Bundy a quien se le debe el término homicida serial.
Aunado a lo anterior, estudios recientes han demostrado la existencia de 3 factores comunes en la mayoría de los homicidios seriales: la piromanía, la incontinencia, especialmente nocturna, y la crueldad animal. Estos factores son conocidos como la Tríada Fatídica o Tríada Homicida. Algunos homicidas seriales presentan algún factor de la Tríada, algunos presentan los tres, sin embargo, el más común es la crueldad animal, factor que ha sido encontrado en 98% de los homicidas seriales.
Me podrían preguntar ¿y eso a nosotros en que nos afecta si en México no tenemos el problema de homicidas seriales? La respuesta es muy simple. Es muy cierto que en México no tenemos un grave problema de homicidas seriales, de hecho se cree que en nuestro territorio solo han existido aproximadamente 7, entre los que destacan Gregorio Cárdenas Hernández, Juana Barraza Samperio e Higinio Sobera de la Flor, sin embargo, en nuestro país tenemos otros problemas de la misma índole: homicidas, violadores, sicarios. Al igual que en los homicidas seriales, se ha demostrado que el 98% de los delincuentes condenados por la comisión de delitos violentos, han cometido actos de crueldad contra los animales.
¿Cuál es la importancia de tener en mente estos datos? La respuesta es muy sencilla y para ella me permito citar al Dr. Luis Rodríguez Manzanera, quien nos dice que en muchas ocasiones los incipientes delincuentes utilizan la crueldad en contra de los animales como sustitutivo del objeto real de su agresión (RODRÍGUEZ MANZANERA, Luis, “Criminalidad de Menores. Cuarta Edición”, Editorial Porrúa, México, 2004, p. 112). Esto resulta preocupante porque llegará un momento en que dicho sustitutivo no será suficiente para satisfacer los impulsos del agresor por lo que buscará escalar en su nivel agresivo para saciar sus impulsos. Cuando esto sucede, generalmente las víctimas comienzan a ser víctimas humanas, dando nacimiento así a la delincuencia propiamente dicha.
Como ya lo he dicho, el factor de la Tríada Fatídica que con mayor frecuencia se presenta es precisamente la crueldad animal, constituyendo ésta el foco rojo más importante en la temprana detección de posibles futuros delincuentes, sin embargo, los legisladores no han querido atender este problema en específico. Desgraciadamente la visión de muchas personas que integran nuestros órganos de gobierno es demasiado corta, creen que la lucha en contra de la crueldad animal se da únicamente por cuestiones sentimentales, porque queremos a los perros o a los gatos pero sin que esto tenga una consecuencia social seria. Desgraciadamente no hay nada más alejado de la realidad que esto.
Debemos tener en cuenta otro factor importante: la denominada pirámide del crimen. ¿Qué es la pirámide del crimen? Simple. Es un factor que demuestra como los delitos más graves iniciaron con delitos de menor gravedad, muchas veces incluso inician con faltas administrativas y no delitos propiamente dichos. Es importante no perder de vista esta realidad. Como ya dije antes, la crueldad animal tiene una mayor presencia en jóvenes debido al hecho que encuentran en los animales sustitutivos del objeto real de su agresión, sin embargo, contrario a lo que muchas personas pueden creer, la crueldad animal no comienza con perros o gatos, sino que muchas veces empiezan con animales más pequeños, como pueden ser los insectos. Una vez que los insectos dejan de ser suficientes para desfogar su agresividad, migran a especias de mayor tamaño, principalmente perros y/o gatos. Es en este momento cuando este factor se convierte en un foco rojo visible.
Siguiendo la pirámide del crimen, cuando el maltrato hacia los animales no satisface a los agresores, éstos escalan agrediendo a seres humanos que consideren indefensos o inferiores. En esta etapa se pueden observar maltrato hacia niños, compañeros, gente con alguna discapacidad. Ante este hecho me pregunto, ¿podríamos considerar el bullying como un foco rojo de una posible carrera criminal en ciernes? La respuesta se las dejo a ustedes.
¿Qué podemos hacer entonces ante este panorama? Creo honestamente que la respuesta es sencilla, solamente que los encargados de generar políticas públicas no se han visto interesados en entrarle al tema por considerarlo un tema menor.
Si verdaderamente existieran políticas públicas que previnieran el maltrato animal y sancionaran los casos que lleguen a existir, se podrían generar planes de tratamiento terapéutico, ya sea psicológico, psiquiátrico o, incluso, ocupacional, según se requiera, que permita al agresor canalizar de manera sana y útil su agresividad.
Supongamos que se establezca a nivel nacional el maltrato en contra de los animales como un delito punible. No creo honestamente que la solución sería recluir a los agresores en centros penitenciarios, al contrario, creo que sería contraproducente por las cuestiones que he comentado en diversas publicaciones anteriores, sin embargo, si considero que debería establecerse una sanción pecuniaria fuerte, trabajo en favor de la comunidad y, sobre todo terapias para garantizar que el delincuente supere y canalice de mejor manera su agresión y no escale al grado de agredir y maltratar también a seres humanos. Como se puede ver, el tema de protección animal es también, y de manera primordial, un tema de seguridad pública.
Otro punto muy importante, y creo que voy a generar mucha polémica en este tema, es el impulso que el gobierno le da a la tortura animal. Antes de entrar de lleno a este tema quiero aclarar que hay conductas y actividades al no ser contenidas son indirectamente premiadas.
Los domingos, en el inmueble ubicado en la colonia Noche Buena, desfilan estoicamente aquellos hombres ataviados con sus trajes de luces (nótese el sarcasmo). ¿El motivo? Derramar, de manera artera y alevosa, la sangre de seres inocentes e indefensos, cuyo único delito es precisamente, ser toros.
Pero, ¿cuál es el problema? Solo se derrama sangre, un tejido fluido que circula por los capilares, venas y arterias de todos los vertebrados e invertebrados, y que tiene un color rojo característico debido a la presencia del pigmento hemogobínico contenido en los eritrocitos. Sin embargo, la sangre es mucho más que lo manifestado en su definición científica. La sangre es el tesoro de todos los seres vivos, es por donde corre nuestra propia vida. Entonces, ¿por qué derramar la sangre sin motivo?
A finales del siglo XVIII se instauró en España las corridas de toros tal como las conocemos. Como todos sabemos, estas corridas terminan, después de tres tercios, con la muerte del toro, salvo casos excepcionales en que, ya sea el juez de plaza o el torero, conceden el indulto al animal, claro, después de haberlo sometido a una tortura inimaginable.
Para tener una idea de la crueldad de la llamada Fiesta Brava, recordemos un poco quienes participan en ella y cuáles son sus funciones:
ü  Torero: Es la figura central de la lidia. Se le conoce como torero (a pie) o rejoneador (a caballo). Es el encargado de realizar la faena y dar muerte el toro.
ü  Picador: Es la persona que, montada a caballo, utiliza una vara larga con una punta metálica, llamada puya, para castigar al toro y producir desgarramiento de los tejidos ubicados en la cruz del toro, para evitar que el animal envista levantando la cabeza.
ü  Banderilleros: Actúan en el segundo tercio de la corrida y se encargan de colocar el par de banderillas sobre el lomo del toro.
ü  Mozo de espadas: Colabora directamente con el torero y es el encargado de ayudar al cambio de muletas, capotes y espadas.
Como ya lo mencioné, la corrida de toros consta de tres partes, siendo éstas las siguientes:
ü  Tercio de varas: Durante el tercio de varas el matador torea con el capote y el toro recibe una serie de puyazos en el morrillo (zona abultada entre la nuca y el lomo del toro) por parte del picador. El objetivo de estos puyazos es medir la bravura del toro y su disposición a la embestida, además de dosificar la fuerza del toro para facilitar la posterior labor del matador.
ü  Tercio de banderillas: Durante este tercio los banderilleros clavan sobre el lomo del toro unos adornos llamados comúnmente banderillas o rehiletes (instrumentos consistentes en una vara de madera adornado con flecos de papel de colores con un arpón en la punta). La función de dichos instrumentos es avivar al animal tras el tercio de varas, por el movimiento de las mismas. De ahí el término, menos conocido, de avivadores. Claro, el motivo real, es seguir mermando la fuerza física del toro. No me imagino a mí poder embestir con un arpón dentro de mi cuerpo, que con cada movimiento que realizó me va desgarrando por dentro. Es una barbarie.
ü  Tercio de muerte: Como su propio nombre lo dice, es el tercio donde tiene lugar el enfrentamiento (si se le puede llamar así) entre el torero y el toro. El matador realiza la faena y la suerte de muleta, y posteriormente le da muerte con el estoque.
Una vez que el matador ha demostrado su “maestría” con el toro, quien para este punto está prácticamente muerto, se prepara para terminar el trabajo, para matarlo, siendo este el momento culminante de la lidia. El matador se asegura de que la posición del toro sea la ideal para la estocada, se acerca a él, se estira por encima de los cuernos y le clava el estoque entre los omóplatos. La estocada perfecta perfora la aorta, sin embargo, muchas veces los toros mueren ahogados en virtud de que los pulmones se llenan de sangre.
Como se puede observar, la llamada fiesta brava es un monumento a la cobardía y a la crueldad. Los toreros jamás realizan la lidia en igualdad de circunstancias. El toro siempre se encuentra mermado para cuando el torero, haciendo uso de su galantería y valentía, se enfrenta a la muerte ante una bestia de 6 toneladas. Nada más falso que esto. Si el torero se enfrentara a la muerte como tanto dicen, si el torero tuviera que lidiar con una bestia de 6 toneladas, si el torero fuera tan valiente, lo haría con el toro en óptimas condiciones, pero no, no existe el valor para hacerlo.
La fiesta brava solamente tiene como objetivo derramar la sangre de un animal (6 de hecho, incluso 8 en las corridas mixtas de toreros y rejoneadores) para entretener a la ciudadanía. Muy similar a lo que sucedía en los tiempos del Imperio Romano cuando los gladiadores eran lanzados a la arena para luchar contra leones.
El artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales establece que ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre y que cualquier exhibición de animales y los espectáculos que se sirven de animales, son incompatibles con la dignidad humana.
El hombre jamás duda que es, por mandato divino, señor de los animales y ha hecho uso excesivo de esa atribución. Si el lector cree en la teoría creacionista, estará de acuerdo conmigo que si Dios ordeno al hombre que señoreara sobre los animales era únicamente con la finalidad de cuidarlos y velar por ellos. Desgraciadamente no lo hacemos y no solamente no lo hacemos, sino que hacemos todo lo contrario. Tenemos cada domingo un espectáculo que se aprovecha de la tortura animal, que únicamente genera heridas a un toro inocente par posteriormente matarlo. El caso del indulto no es mucho mejor, porque para cuando llega el momento de concederlo, el animal ya ha sido clavado y banderillado. Sus heridas son profundas y, en caso de sobrevivir, su existencia se verá sumamente mermada. Eso es no tener corazón.
No entiendo, en verdad no entiendo porque el ser humano tiene que sentirse superior a los animales a través del maltrato, del derramamiento de sangre, de la impiedad. En verdad me pregunto ¿qué pasaría si los animales fueran los que tuvieran el control, cómo nos tratarían? Pienso yo que, en la medida en que nosotros tratemos a los animales como nos gustaría que ellos, en caso de que así fuera, nos trataran a nosotros, la violencia en contra de los animales se vería sumamente mermada.
En verdad requerimos dejar a un lado los intereses pecuniarios y comenzar a luchar por los derechos de los animales quienes son seres vivos, que también sienten, que también piensan, que también tienen derecho a vivir.
Creo conveniente transcribir el inciso b) del artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, con la esperanza que su lectura nos haga reaccionar:
“Artículo 14
a)…
b) Los derechos del animal deben ser defendidos por la ley, como lo son los derechos del hombre.”
No podemos esperar que las autoridades hagan algo en contra de la crueldad animal si se han encargado de proteger un evento dedicado exclusivamente a este flagelo, generando en la sociedad la idea que la crueldad en contra de los animales es algo habitual. Es necesario que abramos los ojos, que reaccionemos y que entendamos que los animales, como cualquier ser vivo, sienten. Cuando entendamos eso deberíamos tener el valor civil y moral de actuar en consecuencia.

Benjamín Muñiz Alvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz


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