Hace algunos días
el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos declaró que se
hará justicia en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos
desde el pasado mes de septiembre. Como padre me pregunto, ¿qué clase de
justicia se le puede brindar a unos padres cuyos hijos han desaparecido desde
hace más de un mes y ahora se presumen muertos?
Comencemos por la
primera complejidad: la definición misma de “justicia”. Si tomamos como
referencia lo manifestado por el jurista Ulpiano, se tendría que dar a cada
quien lo que le corresponda, sin embargo, ¿no le corresponde a las víctimas y
sus deudos estar juntos? Según el jurista austriaco Hans Kelesen, la justicia
es un término superior por lo que el mismo no puede ser definido. Ante esto
surge la duda, ¿qué va a entender el Gobierno de la República por justicia?
Para contestar,
aunque sea indiciariamente esta pregunta, me voy a permitir definir que
entiendo yo por justicia. Por justicia yo entiendo respeto a la vida, en donde
se brinden oportunidades reales de desarrollo, con pleno apego a las leyes e instituciones,
con estricta base en el Estado de Derecho. Es decir, si se viola una ley, que
con ella en la mano se impongan las sanciones pertinentes y, en caso de ser
aplicable, se repare el deño que la ilegalidad que el acto generó. Concuerdo
con la interpretación que de la justicia se realiza a través de la escultura de
Temis: los ojos vendados para no ser subjetiva en cuanto al sujeto infractor,
es decir, que no vea quien es sino la falta a sancionar (igualdad), una balanza
para medir la gravedad de la infracción y establecer la sanción adecuada
(proporción de la pena) y una espada afilada que ejecute la pena sin miramientos
(sanción).
¿Qué tipo de
justicia se les brindará a los deudos? Siempre he considerado que, hablando del
delito de homicidio, nunca existe una justicia verdadera, ¿por qué? Porque por
más que se pueda recluir al delincuente, por más que se le condene al pago de
una indemnización, nunca se va a poder revivir a la víctima, el vació siempre
va a quedar, y regresar las cosas al estado que guardaban antes de la comisión
del ilícito, uno de los objetivos de la pena, es materialmente imposible.
Ahora, no puedo
entender como el titular del Ejecutivo Federal puede decir que se hará justicia
cuando las acciones emprendidas por los funcionarios de su gobierno, y por él
mismo, contradicen esas declaraciones, ¿a qué me refiero? Recapitulemos.
El pasado viernes
7 de noviembre, el titular de la Procuraduría General de la República, Jesús
Murillo Karam, dio una conferencia de prensa para informar que, derivado de las
pesquisas dentro de la averiguación previa iniciada con motivo de la
multicitada desaparición de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa,
específicamente por lo narrado por dos imputados al momento de rendir su
declaración y las reconstrucciones de hechos realizadas por la autoridad ministerial,
se llegó a la conclusión que los cadáveres calcinados en las fosas ubicadas en
el basurero municipal de Cocula presumiblemente pertenecen a los 43 estudiantes
desaparecidos. Dada la importancia de dicha conferencia de prensa y la
trascendencia que el tema ha tenido, incluso a nivel internacional, considero
que debieron estar presentes el Presidente Enrique Peña Nieto así como el
Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, sin embargo, en una
muestra de total carencia de tacto político, el Presidente decidió acudir a
clausurar la reunión anual de industriales. ¿No habría sido más correcto,
política y humanamente, enviar a su Secretario de Economía a acudir en su lugar
a dicha reunión? ¿No era más importante informar a la ciudadanía acerca del
avance de la investigación sobre el caso que ha marcado a su administración? Y ya
ni para que hablar de su insistencia de ir de gira a China. Piensa mal y
acertarás, ¿tendrá algo que ver con su Casa Blanca que ahora, según informa
Presidencia de la República, pertenece a la Primera Dama? Al tiempo.
Por si fuera
poco, una segunda muestra de falta de capital político llegó de la mano del
propio Procurador Murillo Karam al concluir la conferencia con la frase “estoy
cansado”. Por supuesto que las críticas no se hicieron esperar. Sobre este
punto creo que se debe reconocer que, a final de cuentas, el Procurador es un
ser humano, por supuesto que se puede cansar, sin embargo es una total falta de
tacto decir que está cansado en plena conferencia de prensa, es una falta de
respeto al dolor, desesperanza o preocupación que sufren los padres de familia.
Hay formas de hacer las cosas y, como dice un exjefe mío, en política la forma
es fondo.
Hay otro tema que
me preocupa respecto al Procurador General de la República y ese si es meramente
de fondo. Sin contar con los elementos de prueba necesarios, sin contar con los
resultados de las pruebas de ADN, se aventuró a declarar que los 43 normalistas
se presumen muertos. Eso sí, declaró, mientras no se confirme la identidad de
las osamentas, los estudiantes continuarán en calidad de desaparecidos y la
averiguación seguirá su curso. Aquí es donde surgen las preguntas ¿La
averiguación seguirá su curso desde ese momento? ¿La indagatoria se detendrá
hasta tener el resultado de las pruebas de ADN? En caso afirmativo,
¿reiniciaran la búsqueda si los estudios genéticos demuestras que los restos
óseas no corresponden a los normalistas desaparecidos? ¿El tiempo que se haya
perdido será decisivo? ¿Se encontrará con vida a los hoy desaparecidos? No se
puede hablar de justicia si no se responden, como mínimo, estas interrogantes.
Creo que sería importante presionar a la PGR para que no se detenga la
indagatoria.
Hay otro tema que
se debe abordar. En cierto sector se ha hecho público que en diversos bloqueos
o manifestaciones, los estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos han
cometido hechos ilegales que han resultado, incluso, en la muerte de personas
inocentes. Estoy consciente de ello, estoy consciente que no podemos esconder
estos hechos, sin embargo México es (o por lo menos debería serlo) un país de
instituciones y de Estado de Derecho. Aunque me dijeran y comprobaran él
carácter preponderantemente anarquista de la escuela, nada, absolutamente nada
justificaría la desaparición forzada y presumible homicidio. Si los estudiantes
hubieran cometido algún delito, debieron ser retenidos y remitidos al
Ministerio Público correspondiente a efecto de iniciar el proceso pertinente, sin
coacciones, sin torturas, sin vejaciones, apegados de manera total al Estado de
Derecho, pero una vez más, creo que soy demasiado utópico.
La violencia
genera violencia, la represión genera que la sociedad se levante, pero no hay
que manchar los movimientos sociales con violencia, quemando la puerta de
Palacio Nacional. Recordemos que en nuestra historia ya existió un movimiento
estudiantil donde infiltrados generaron violencia y desvirtuaron el movimiento
generando un resultado fatídico: la matanza del 2 de octubre de 1968.
La movilización
social debe ser pacífica, se debe presionar al gobierno pero sin generar
violencia. Reitero mi posición, de acuerdo a lo estipulado por el Estatuto de
Roma, se debería llevar a los responsables ante la Corte Penal Internacional en
La Haya por la presunta comisión de crímenes de lesa humanidad.
Permítanme
compartir una columna que considero brinda una gran luz al trabajo que como
ciudadanos tenemos frente a nosotros http://www.animalpolitico.com/blogueros-la-maquina-de-hacer-pajaros/2014/10/17/que-hacer-para-detener-la-violencia-en-mexico/
Definitivamente
el caso de Ayotzinapa es muy complejo y muy doloroso. Evidentemente debe ser
resuelto a fondo. La imagen de México se ha visto extremadamente dañada pero
por más que se pueda llegar hasta el fondo de este caso, creo que jamás se hará
justicia.
Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz