lunes, 24 de octubre de 2011

La sangre derramada no es noticia

Todos los días somos testigos de hechos de violencia que, al parecer, antes no ocurrían. Cada mañana uno puede observar en cualquier puesto de periódicos las fotografías de personas que fueron asesinadas, torturadas, mutiladas. Sin embargo, el hecho que día a día aparezcan estas imágenes, ¿en verdad están informando? Según la Real Academia Española, informar quiere decir enterar, dar noticia de algo; dar forma sustancial a algo. El hecho que aparezca una fotografía de alguien decapitado, ¿le está dando una forma sustancial a algo? En verdad no.
Para que un medio de comunicación cumpla con su deber de informar a la ciudadanía acerca de los acontecimientos diarios, la noticia debería estar acompañada del trasfondo. Últimamente, a raíz de las matanzas que se han presentado en el marco de la guerra contra el narcotráfico, los medios se han encargado de comunicar muertes, pero no informan el contexto. El caso de los decapitados que aparecieron hace algunas semanas a escasos metros de la Secretaría de la Defensa Nacional fueron tomados como ejecuciones del narcotráfico. No niego que estas muertes se encuentren relacionadas a temas de tráfico de drogas, sin embargo, ¿sabemos algo de las personas muertas? No, únicamente sabemos, o suponemos, que fueron personas relacionadas con el narcotráfico.
Contrario a su deber de informar, en muchas ocasiones los medios de comunicación se han convertido en verdaderos emisarios del crimen. La publicación de sangrientas fotografías no hace más que generar una especie de culto a la violencia, propagarla, ensuciar los ojos de nuestros niños. Debemos recordar que estos medios de comunicación, en específico algunos periódicos, exhiben dichas fotografías en primera plana, a gran tamaño y a todo color. Quien transita frente a un puesto de periódicos, sin lugar a dudas verá el derramamiento de sangre. Esto debe cambiar, no podemos permitir que nuestros niños vean este tipo de imágenes. Si los medios de comunicación insisten en que es imperiosamente necesario transmitir dichas imágenes, lo cual no considero que sea así, deberían, en dado caso, hacerlo en páginas centrales o en sus portales de Internet, protegiendo esta información a través de la creación de nombre de usuario y contraseña. De esta manera, las personas que deseen ver este tipo de imágenes lo podrán hacer, cuidando además que los menores no las vean.
Considero oportuno mencionar que la obligación de informar que tienen los medios, no se ve, como ya lo he comentado, cubierta con la divulgación de este tipo de imágenes. En palabras de Juan Villoro, la obligación de informar va mucho más allá. Se debe contar la historia de cómo fueron los sucesos, quienes son las víctimas, qué hacían, si tenían familia, en fin, hacer de nuestro conocimiento todo el entorno que rodeó al homicidio para que nosotros, la ciudadanía, tengamos elementos de juicio, para que podamos generar nuestra propia opinión, para poder analizar a la luz de los datos duros el suceso. No se pretende justificar pero, en diversas ocasiones, las personas delinquen por cubrir alguna necesidad que el Estado no ha podido sufragar. Como lo mencioné en la publicación pasada, en palabras del Lic. Harold Sibaja, si un expandillero no tiene oportunidades, no consigue trabajo, va a hacer lo que sabe hacer: matar si es que su hijo tiene hambre. Lo mismo sucede con muchas personas que jamás se han visto envueltas en la vida pandilleril pero que no ven satisfechas sus necesidades, que salen a las calles en busca de trabajo y no lo encuentran, que regresan a sus hogares y ven a una familia a la que deben alimentar. Quienes somos padres haríamos lo que fuera necesario por nuestros hijos. En muchas ocasiones los delincuentes pueden llegar a pensar que si para poder poner el pan en el plato de mis hijos y de mi esposa es necesario salir y matar por él, robar por él, lo hacen. Claro, hay delincuentes verdaderamente psicópatas que no tienen esta intención detrás de sus actos delictivos, que lo hacen simplemente por el placer de hacerlo. Con la manera como los medios han reportado las muertes, ¿podemos distinguir el motivo detrás del delincuente? No, simplemente sabemos que un narcotraficante, un sicario, un narcomenudista o una persona que presuntamente se encontraba ligada al trasiego de drogas fue abatida.
No es muy diferente en el caso de las fuerzas del orden que también han caído. Sabemos que, en muchas ocasiones, murió en cumplimiento de su deber de proteger la seguridad, pero ¿sabemos por qué se volvió policía o militar? ¿Sabemos si tenía una familia? ¿Sabemos que va a pasar con sus hijos, en caso de tenerlos, ahora que su padre no está? ¿Sabemos si se encontraba coludido con la delincuencia organizada? ¿Sabemos si murió exactamente por no estarlo? No, no lo sabemos, nuestra información es limitada.
Tal vez no todos son padres o esposos, pero si todos somos hijos. Para que la información sea certera, requerimos conocer el ambiente en que se gestó la persona sobre la cual se está dando la noticia. Considero que conocer qué llevo a estas personas a delinquir, cuáles son sus circunstancias particulares, en qué ambiente se desenvolvieron, nos ayudará a generar programas de prevención eficientes. Si el Estado logra cubrir las necesidades insatisfechas, si llega a generar las oportunidades necesarias, si otorga la alimentación requerida, entonces, seguramente, los índices de delincuencia se verían disminuidos de manera drástica.
Otro factor que llama enormemente mi atención en cuanto a la cobertura que realizan los medios es el hecho que se ve un reportaje mucho más amplio sobre los hechos violentos y sangrientos que sobre los que no los son. Claro, vende más una portada que diga que aparecieron cierto número de personas “ejecutadas” a decir que se abrió un hospital que atenderá a personas sin recursos.
Otro factor que es de tomar en cuenta es la adopción de los medios respecto al lenguaje utilizado por las bandas de la delincuencia, el llamado narcolenguaje. Estoy totalmente en contra de esto. Tal como lo manifesté en la publicación titulada “Ya basta” del 22 de agosto del presente año (http://prevencionencolores.blogspot.com/2011/08/ya-basta.html) seguir utilizando ese lenguaje solamente hace más evidente el nivel de poder que tienen las bandas del crimen organizado sobre nosotros. No existen los levantones, jurídicamente se conocen como privación ilegal de la libertad, no hay ejecuciones, la ejecución se da una vez que se ha concluido un juicio y existe una sentencia, las sentencias son las que se ejecutan, no las personas, lo que sucede hoy día se llama, jurídicamente, homicidio.
A través de este tipo de conductas, los medios han incumplido su labor de informar y se han vuelto emisarios del poder del narcotráfico. Se ha hecho un monumento a la violencia y a la delincuencia y se ha caído en un círculo vicioso que es necesario y urgente romper.
Por supuesto, no se puede negar la importancia que los medios de comunicación han tenido a lo largo de la historia, específicamente, a lo largo de la guerra contra el narcotráfico. Los medios pueden ser utilizados, como de hecho a sucedido en diversas ocasiones, como vías para la creación de conciencia social. Se puede utilizar para comunicar ideas, estrategias, planes para salir de esta vorágine de violencia que vivimos. Los medios de comunicación deben ser nuestros mejores aliados en la lucha contra la criminalidad, no solo contra la delincuencia organizada, sino contra toda muestra de ilícitos.
Harold Sibaja, al presentar su “Proyecto 10” en el Foro Internacional Pensar el Futuro: La Prevención que México necesita, habló de manera amplía de la importancia que tienen los medios de comunicación en la reducción de los índices de delincuencia. Él mismo comentó que de no haber sido por el apoyo de las televisoras, su proyecto no hubiera tenido el éxito deseado y muchos expandilleros hubieran vuelto a delinquir. Sus palabras están llenas de verdad. La televisión, el Internet, la radio, los periódicos, deben convertirse en emisarios de los planes de prevención, de los planes de acción. Se debe centrar la comunicación en este tipo de noticias, no solamente en la violencia, en la sangre. Se debe cerrar el binomio. Claro, es indispensable que los medios reporten las muertes, pero también lo es que reporten los avances, los planes. No solo se debe comunicar lo malo, también se debe comunicar lo bueno.
Quiero terminar esta publicación con unas palabras que me marcaron profundamente. Durante su participación en el Foro Internacional ya mencionado, Juan Villoro, periodista de ojo crítico y lápiz inquisidor, lanzó esta tajante frase que espero haga recapacitar al lector como lo hizo conmigo:
“La sangre derramada no es noticia, la noticia es la vida que se pierde con esa sangre.”
Benjamín Muñiz Alvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz

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