sábado, 1 de diciembre de 2018

Comenzando una nueva etapa

Llegó el día en que dejó de ocupar el cargo el que ha sido calificado por muchos como el peor Presidente en la historia de México. Entregó el poder en Sesión Solemne al indiscutible vencedor de la contienda electoral del pasado 1° de julio, el fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador.

La tercera fue la vencida. Andrés Manuel fue investido, finalmente, con la Banda Presidencial el 1° de diciembre de 2018 en medio de un importante apoyo social aunque, justo es decirlo, es menor que el que tenía hace apenas 5 meses.

Nunca he escondido mi animadversión hacia López Obrador ni mi desdén hacia sus políticas populacheras ni su falta de congruencia. Tampoco he escondido mi temor por su carácter autoritario. Pero los tiempos cambian. Ya no estamos en campañas electorales, no siquiera en el periodo de transición. Hoy Andrés Manuel López Obrador es el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, nos guste o no.

Me queda claro que la apabullante victoria de AMLO es resultado del hartazgo social por la corrupción del PRI y la inseguridad fomentada por la guerra contra el narcotráfico fomentada por el PAN. Ambos partidos tuvieron la oportunidad de reinventarse, de mejorar las condiciones sociales y ambos fracasaron estrepitosamente. AMLO representaba para los votantes un cambio, una nueva oportunidad para lograr que México sea mejor.

No me es posible negar que veo con mucha preocupación el futuro de nuestro país. Lo que se ha llamado la Cuarta Transformación no genera en mi sentimientos de optimismo, por el contrario, veo señales que considero un franco retroceso.

Hay algo que siempre he sostenido y que hoy toma, por lo menos para mi, un sentido mucho más profundo: el cambio, para bien o para mal, de nuestra Nación depende, no de su gobierno, sino de su gente. Si hay algo que hoy me queda más claro que nunca es que el futuro de México está en nuestras manos y que todos debemos trabajar incansablemente, desde nuestras propias trincheras, para mejorar nuestro país. La corrupción no terminará por decreto, como pretende López Obrador. La única manera de terminar con la corrupción está en manos del pueblo. Cuando dejemos de dar mordidas a los policías, o a los funcionarios públicos. Cuando los ciudadanos acatemos las leyes y no busquemos la forma de burlarlas. Cuando nosotros, los ciudadanos, seamos lo suficientemente conscientes del poder y la responsabilidad que tenemos y actuemos en consecuencia, solo entonces lograremos cambiar nuestro país.

Hoy Andrés Manuel López Obrador, aunque yo no lo quiera, es mi Presidente. Desearle el mal sería desearme el mal. Hoy ratifico mi compromiso de actuar por el bien de mi país, por el bien común por encima del particular. No hay otra manera de alcanzar un verdadero progreso. Seré crítico a su gobierno, eso ni duda. Apoyaré las iniciativas que redunden en un beneficio nacional y me opondré tajantemente a las que únicamente busquen privilegios particulares.

De corazón le deseo a López Obrador éxito en el desempeño de su encargo y, sobre todo, deseo que México llegue a ser verdaderamente el país para el cual tiene un verdadero potencial. Como decía Don Manuel Gómez Morín: "Las ideas y los valores del alma son las únicas armas que tenemos, no tenemos otras; pero tampoco las hay mejores".

Twitter: @Benjamin_Muniz

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