Uno de los primeros recuerdos que tengo respecto del entorno social
mexicano data de aquel álgido y ya lejano 1994. Un poco antes empecé a ver
cambios, específicamente en los automóviles que circulaban en la Ciudad. Con el
tiempo comprendí que los nuevos modelos que veía eran resultado de la apertura
comercial que se presentó durante la administración de Carlos Salinas de
Gortari, pero ya en 1994 recuerdo como la sociedad se convulsionó con el
magnicidio del candidato del Partido Revolucionario Institucional a la
Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta y como, después, fue
designado como su sucesor quien hasta el momento actuaba como Coordinador
General de Campaña, el Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León. Yo tenía 7 años.
Recuerdo también como uno de los hermanos menores de mi papá, mi tío
Fausto traía en su coche, sin pegar, una calcomanía de la campaña de Zedillo.
Me la regaló. Ese día yo dije que, como el PRI tenía los colores de la Bandera
Nacional, entonces ese debía ser el bueno. Me declaré Zedillista y empecé a
seguir su campaña. El día del debate sostenido entre los candidatos mi
perspectiva cambio radicalmente. Recuerdo que vi a un señor de gran barba que
decía llamarse Diego Fernández de Ceballos y ser el candidato del Partido Acción
Nacional a la Presidencia de la República. Honestamente no recuerdo mucho de lo
que dijo en aquel debate, solo recuerdo que ese día su manera de hablar, sus
ideas y sus propuestas me impactaron profundamente. Fue cuando decidí que el
PRI no era el bueno por el simple hecho de tener los colores nacionales, sino
que el PAN tenía un proyecto que me gustó. Desde ese día comencé a estudiar la
historia del Partido Acción Nacional.
Llegó el año 2000. Un señor guanajuatense de gruesa voz y bigote
poblado se levantó diciendo que sacaría a las tepocatas, alimañas y víboras
prietas de Los Pinos. Como a muchos mexicanos, la campaña de Vicente Fox me
conmovió y abiertamente la apoye. A mis 13 años salí a la calle a colgar
pendones en la colonia en la que vivía. De igual manera salí a mi colonia a
apoyar a los candidatos de Acción Nacional que contendieron en las elecciones
intermedias de 2003. Llegado el momento de cumplir la mayoría de edad, en
cuanto recogí mi credencial de elector, me afilié al PAN en 2006.
Desde el 2000 hasta el año 2015, antes de ser militante y ya como
militante de Acción Nacional apoyé en las campañas a los candidatos del PAN en
2000, 2003, 2006 y 2009, claro, de manera muy empírica y al alcance de mis
posibilidades. En 2012 mi apoyo se volvió mas institucional. Fui el
Representante Propietario del PAN ante el Consejo Electoral XXXIII del
Instituto Electoral del Distrito Federal. Entre 2013 y 2014 fui Subdirector de
Asuntos Jurídicos del Comité Ejecutivo Nacional del PAN y en 2015 nuevamente
fui Representante Propietario ante el Consejo Electoral XXXIII del Instituto
Electoral del Distrito Federal y Coordinador General de Campaña de la candidata
a la Jefatura Delegacional de La Magdalena Contreras.
Hoy volteó a ver los 15 años de activismo a favor del blanquiazul, y
veo que gracias a ello aprendí muchas cosas. Inicié mi vida política, crecí en
ella, aprendí Derecho Electoral de la mejor manera para hacerlo: practicándolo,
pero también he visto como desde hace ya muchos años el Partido se encuentra en
una crisis de la que cada día veo menores posibilidades de salir.
El 31 de julio de 2012 publiqué en este mismo espacio una columna
titulada “La crisis de Acción Nacional” (misma que puede ser consultada en http://pormejoresmexicanos.blogspot.mx/2012/07/la-crisis-de-accion-nacional.html) y en ella dejé constar mis inquietudes y puntos de vista de las
causas que yo consideraba eran las generadoras de la crisis institucional de
Acción Nacional. Hoy, tres años y medio después, me doy cuenta que todavía
existe una crisis al interior de las filas panistas y que, por preocupante que
sea, ésta es cada día más profunda. El Partido Acción Nacional se ha visto
envuelto en escándalos de corrupción, basta mencionar, solo como ejemplo, los
casos del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, de la ex vocera de
Presidencia Alejandra Sota, entre algunos más. La existencia de la corrupción
en el PAN es en verdad preocupante tomando en cuenta que este instituto
político nació como un enemigo del régimen autoritario y corrupto que suponía
el partido oficial. Permitir actos de corrupción en el PAN es negar y actuar en
contra los fundamentos de su propia existencia. La Comisión Especial
Anticorrupción encabezada por Luis Felipe Bravo Mena no logrará hacer nada si
no se sancionan, expulsan y presentan denuncias en contra de los corruptos.
Uno de los más deleznables aspectos que se pueden observar hoy al
interior del PAN es la traición que comenten ciertas personas con el único fin
de mantener hegemonías regionales, buscando luchar por sus propios cotos de
poder en lugar de luchar por lograr, como lo dice el propio lema partidista,
una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos.
Ejemplos de esto hay a lo largo de todo el país. Conflictos en el Distrito
Federal, en el Estado de México, en Veracruz, incluso en la propia dirigencia
nacional. Solo recordemos que, tanto la traición como la corrupción atentan en
contra de la supremacía de la dignidad humana, uno de los cuatro pilares sobre
los que se construyó el PAN.
Hay cosas que no puedo comprender, por ejemplo, como un partido que
siempre había luchado por la legalidad, inició un proceso de expulsión en
contra de uno de sus militantes por denunciar que el entonces candidato a Presidente
Municipal de Naucalpan de Juárez, Edgar Olvera, no vivía in dicha
municipalidad, y es todavía más grave cuando el militante hoy en proceso de
expulsión resulta ser, ni más ni menos, que nieto de Don Manuel Gómez Morín,
fundador del PAN. Esto es solo un reflejo de la crisis que se vive al interior
del Partido por buscar mantener cotos de poder, como en su momento ocurrió con
Manuel Clouthier Carrillo, hijo del Maquío, como en su momento se bloqueó a
Margarita Zavala por ser esposa de Felipe Calderón, como en su momento se quiso
bloquear a Santiago Creel. Recuerdo que en una reunión en la que estuve
presente en 2012, un militante del PRD me dijo que lo único en lo que todos los
perredistas coincidían era en la bandera, es decir, que al interior de su
partido había tantas tribus y grupos, que lo único en lo que coincidían era en
la bandera amarilla con el sol negro. Hoy día el PAN está igual de dividido.
Todo es por grupos, por intereses, en lugar de ser panista se es Corderista o
Maderista. En lugar que la bandera panista una a los militantes, la unión y la
desunión provienen de grupos internos. No estoy en contra de los liderazgos,
esos siempre existirán y deben ser impulsados siempre y cuando busquen mejorar,
pero si estoy total y absolutamente en contra de los supuestos liderazgos que
en verdad son cacicazgos que únicamente buscan, como se dice coloquialmente,
jalar agua para su arroyito.
Hace algunos días, y con motivo de los procesos electorales en curso,
especialmente con la elección extraordinaria a Gobernador de Colima, vi una
playera azul con letras blancas que decía: “Los jóvenes creemos en el PAN”. Me
gustaría que fuera cierto, pero lo que es innegable es que los índices de
aprobación del PAN han bajado de manera impresionante. Los resultados
electorales dan cuenta de esto. En la elección a Diputados Federales de 2015 el
PAN tuvo el número más bajo de votos en más de 10 años y, específicamente,
hablando de los jóvenes, al Partido no ha sabido llegar a ellos, convencerlos,
generar propuestas con las que la juventud se siena identificada y que los
lleve a votar por sus candidatos. El PAN es visto como un partido
extremadamente conservador alejado de las realidades sociales que preocupan a
la juventud mexicana.
Si hoy volteó a ver en qué se ha convertido el PAN y me doy cuenta que
no se puede alejar más de los principios que le dieron vida, que ya no hay
doctrinarios, que la actividad política se ha reducido a los más tenebrosos
dogmas de la política sucia de cambiar votos por prebendas. Ese no es el
Partido al que yo decidí afiliarme. Un Partido que expulsa a militantes por
alzar la voz, un Partido que abiertamente bloquea a militantes que quieren
trabajar por su comunidad si consideran que esto puede generar un detrimento a
poderes personales. Don Luis H. Álvarez dijo, con motivo de la victoria
electoral de Vicente Fox: “Nunca nos ha derrotado la derrota, que no nos
derrote ahora la victoria”. Desgraciadamente la victoria nos derrotó y perdimos
la esencia y la mística sobre la cual los fundadores crearon el Partido en las
instalaciones del Frontón México aquel lejano fin de semana del 15 de
septiembre de 1939.
Es por ello que, sabiendo que será imposible poder trabajar a favor de
mi comunidad en las filas del Partido Acción Nacional, el pasado 7 de enero de
2016 presenté mi renuncia a la militancia que ostento desde el año 2006. Fue
una decisión difícil y dolorosa pero estoy convencido que fue la mejor que pude
haber tomado. Tengo que agradecer todas las enseñanzas que obtuve en el PAN
pero ha llegado el momento que cada quien siga su camino de manera separada.
Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz