miércoles, 13 de enero de 2016

Cerrando Ciclos

Uno de los primeros recuerdos que tengo respecto del entorno social mexicano data de aquel álgido y ya lejano 1994. Un poco antes empecé a ver cambios, específicamente en los automóviles que circulaban en la Ciudad. Con el tiempo comprendí que los nuevos modelos que veía eran resultado de la apertura comercial que se presentó durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, pero ya en 1994 recuerdo como la sociedad se convulsionó con el magnicidio del candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta y como, después, fue designado como su sucesor quien hasta el momento actuaba como Coordinador General de Campaña, el Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León. Yo tenía 7 años.
Recuerdo también como uno de los hermanos menores de mi papá, mi tío Fausto traía en su coche, sin pegar, una calcomanía de la campaña de Zedillo. Me la regaló. Ese día yo dije que, como el PRI tenía los colores de la Bandera Nacional, entonces ese debía ser el bueno. Me declaré Zedillista y empecé a seguir su campaña. El día del debate sostenido entre los candidatos mi perspectiva cambio radicalmente. Recuerdo que vi a un señor de gran barba que decía llamarse Diego Fernández de Ceballos y ser el candidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República. Honestamente no recuerdo mucho de lo que dijo en aquel debate, solo recuerdo que ese día su manera de hablar, sus ideas y sus propuestas me impactaron profundamente. Fue cuando decidí que el PRI no era el bueno por el simple hecho de tener los colores nacionales, sino que el PAN tenía un proyecto que me gustó. Desde ese día comencé a estudiar la historia del Partido Acción Nacional.
Llegó el año 2000. Un señor guanajuatense de gruesa voz y bigote poblado se levantó diciendo que sacaría a las tepocatas, alimañas y víboras prietas de Los Pinos. Como a muchos mexicanos, la campaña de Vicente Fox me conmovió y abiertamente la apoye. A mis 13 años salí a la calle a colgar pendones en la colonia en la que vivía. De igual manera salí a mi colonia a apoyar a los candidatos de Acción Nacional que contendieron en las elecciones intermedias de 2003. Llegado el momento de cumplir la mayoría de edad, en cuanto recogí mi credencial de elector, me afilié al PAN en 2006.
Desde el 2000 hasta el año 2015, antes de ser militante y ya como militante de Acción Nacional apoyé en las campañas a los candidatos del PAN en 2000, 2003, 2006 y 2009, claro, de manera muy empírica y al alcance de mis posibilidades. En 2012 mi apoyo se volvió mas institucional. Fui el Representante Propietario del PAN ante el Consejo Electoral XXXIII del Instituto Electoral del Distrito Federal. Entre 2013 y 2014 fui Subdirector de Asuntos Jurídicos del Comité Ejecutivo Nacional del PAN y en 2015 nuevamente fui Representante Propietario ante el Consejo Electoral XXXIII del Instituto Electoral del Distrito Federal y Coordinador General de Campaña de la candidata a la Jefatura Delegacional de La Magdalena Contreras.
Hoy volteó a ver los 15 años de activismo a favor del blanquiazul, y veo que gracias a ello aprendí muchas cosas. Inicié mi vida política, crecí en ella, aprendí Derecho Electoral de la mejor manera para hacerlo: practicándolo, pero también he visto como desde hace ya muchos años el Partido se encuentra en una crisis de la que cada día veo menores posibilidades de salir.
El 31 de julio de 2012 publiqué en este mismo espacio una columna titulada “La crisis de Acción Nacional” (misma que puede ser consultada en http://pormejoresmexicanos.blogspot.mx/2012/07/la-crisis-de-accion-nacional.html) y en ella dejé constar mis inquietudes y puntos de vista de las causas que yo consideraba eran las generadoras de la crisis institucional de Acción Nacional. Hoy, tres años y medio después, me doy cuenta que todavía existe una crisis al interior de las filas panistas y que, por preocupante que sea, ésta es cada día más profunda. El Partido Acción Nacional se ha visto envuelto en escándalos de corrupción, basta mencionar, solo como ejemplo, los casos del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, de la ex vocera de Presidencia Alejandra Sota, entre algunos más. La existencia de la corrupción en el PAN es en verdad preocupante tomando en cuenta que este instituto político nació como un enemigo del régimen autoritario y corrupto que suponía el partido oficial. Permitir actos de corrupción en el PAN es negar y actuar en contra los fundamentos de su propia existencia. La Comisión Especial Anticorrupción encabezada por Luis Felipe Bravo Mena no logrará hacer nada si no se sancionan, expulsan y presentan denuncias en contra de los corruptos.
Uno de los más deleznables aspectos que se pueden observar hoy al interior del PAN es la traición que comenten ciertas personas con el único fin de mantener hegemonías regionales, buscando luchar por sus propios cotos de poder en lugar de luchar por lograr, como lo dice el propio lema partidista, una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos. Ejemplos de esto hay a lo largo de todo el país. Conflictos en el Distrito Federal, en el Estado de México, en Veracruz, incluso en la propia dirigencia nacional. Solo recordemos que, tanto la traición como la corrupción atentan en contra de la supremacía de la dignidad humana, uno de los cuatro pilares sobre los que se construyó el PAN.
Hay cosas que no puedo comprender, por ejemplo, como un partido que siempre había luchado por la legalidad, inició un proceso de expulsión en contra de uno de sus militantes por denunciar que el entonces candidato a Presidente Municipal de Naucalpan de Juárez, Edgar Olvera, no vivía in dicha municipalidad, y es todavía más grave cuando el militante hoy en proceso de expulsión resulta ser, ni más ni menos, que nieto de Don Manuel Gómez Morín, fundador del PAN. Esto es solo un reflejo de la crisis que se vive al interior del Partido por buscar mantener cotos de poder, como en su momento ocurrió con Manuel Clouthier Carrillo, hijo del Maquío, como en su momento se bloqueó a Margarita Zavala por ser esposa de Felipe Calderón, como en su momento se quiso bloquear a Santiago Creel. Recuerdo que en una reunión en la que estuve presente en 2012, un militante del PRD me dijo que lo único en lo que todos los perredistas coincidían era en la bandera, es decir, que al interior de su partido había tantas tribus y grupos, que lo único en lo que coincidían era en la bandera amarilla con el sol negro. Hoy día el PAN está igual de dividido. Todo es por grupos, por intereses, en lugar de ser panista se es Corderista o Maderista. En lugar que la bandera panista una a los militantes, la unión y la desunión provienen de grupos internos. No estoy en contra de los liderazgos, esos siempre existirán y deben ser impulsados siempre y cuando busquen mejorar, pero si estoy total y absolutamente en contra de los supuestos liderazgos que en verdad son cacicazgos que únicamente buscan, como se dice coloquialmente, jalar agua para su arroyito.
Hace algunos días, y con motivo de los procesos electorales en curso, especialmente con la elección extraordinaria a Gobernador de Colima, vi una playera azul con letras blancas que decía: “Los jóvenes creemos en el PAN”. Me gustaría que fuera cierto, pero lo que es innegable es que los índices de aprobación del PAN han bajado de manera impresionante. Los resultados electorales dan cuenta de esto. En la elección a Diputados Federales de 2015 el PAN tuvo el número más bajo de votos en más de 10 años y, específicamente, hablando de los jóvenes, al Partido no ha sabido llegar a ellos, convencerlos, generar propuestas con las que la juventud se siena identificada y que los lleve a votar por sus candidatos. El PAN es visto como un partido extremadamente conservador alejado de las realidades sociales que preocupan a la juventud mexicana.
Si hoy volteó a ver en qué se ha convertido el PAN y me doy cuenta que no se puede alejar más de los principios que le dieron vida, que ya no hay doctrinarios, que la actividad política se ha reducido a los más tenebrosos dogmas de la política sucia de cambiar votos por prebendas. Ese no es el Partido al que yo decidí afiliarme. Un Partido que expulsa a militantes por alzar la voz, un Partido que abiertamente bloquea a militantes que quieren trabajar por su comunidad si consideran que esto puede generar un detrimento a poderes personales. Don Luis H. Álvarez dijo, con motivo de la victoria electoral de Vicente Fox: “Nunca nos ha derrotado la derrota, que no nos derrote ahora la victoria”. Desgraciadamente la victoria nos derrotó y perdimos la esencia y la mística sobre la cual los fundadores crearon el Partido en las instalaciones del Frontón México aquel lejano fin de semana del 15 de septiembre de 1939.
Es por ello que, sabiendo que será imposible poder trabajar a favor de mi comunidad en las filas del Partido Acción Nacional, el pasado 7 de enero de 2016 presenté mi renuncia a la militancia que ostento desde el año 2006. Fue una decisión difícil y dolorosa pero estoy convencido que fue la mejor que pude haber tomado. Tengo que agradecer todas las enseñanzas que obtuve en el PAN pero ha llegado el momento que cada quien siga su camino de manera separada.

Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo

Twitter: @Benjamin_Muniz

miércoles, 6 de enero de 2016

Salvando Vidas

El pasado 15 de diciembre entró en vigor el Nuevo Reglamento de Tránsito del Distrito Federal, mismo que fue promulgado y publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 17 de agosto de 2015. Este Reglamento está creado bajo la política de Visión Cero, misma que tiene como objetivo reducir a cero las muertes y lesiones generadas por hechos de tránsito y que nació en 1997 en Estocolmo, Suecia. A raíz de la implementación de este programa, Suecia tiene una tasa de mortalidad por hechos de tránsito menor a 1 persona por cada 100,000 habitantes, lo que está muy por debajo de las 1,000 muertes anuales que en promedio hay en la Ciudad de México por hechos de tránsito, lo que significa la primera causa de muerte en la población de entre 5 y 29 años de edad.
Pero, ¿por qué el Reglamento de Tránsito está sostenido en la Visión Cero? La respuesta es simple: se realizaron cambios normativos tendientes a salvar vidas. Desgraciadamente, la sociedad no ha querido entender lo que esto significa y ha atacado este ordenamiento jurídico.
La nueva normativa establece una reducción de velocidades máximas para quedar en 40 km/h en vías secundarias, 50 km/h en vías primarias y 80 km/h en vías de acceso controlado. La reducción de las velocidades máximas no responde a un capricho de la autoridad, por el contrario, se redujeron tomando en cuenta estudios internacionales en la materia, por ejemplo, un estudio elaborado por la Fundación AAA para la Seguridad Vial, con sede en Washington, D.C., Estados Unidos, mismo que es consultable en la liga www.aaafoundation.org/sites/default/files/2011PedestrianRiskVsSpeed.pdf establece que el riesgo de muerte de un peatón alcanza 10% cuando se presenta un impacto a 35 km/h, aumentado a 25% cuando el impacto ocurre a 50 km/h, 75% cuando ocurre a 80 km/h y 90% cuando ocurre a 90 km/h. Otro dato que llamó profundamente mi atención fue el publicado por la Universidad de Adelaide en Australia (http://indaily.com.au/opinion/2015/03/04/speed-even-tiny-changes-save-lives/) en donde se establece que en zonas urbanas, si se sobrepasa un límite de velocidad de 60 km/h se duplica el riesgo de un hecho de tránsito grave por cada 5 km/h de aumento.
Otro tema de gran importancia es la prohibición de utilizar equipos celulares mientras se conduce un vehículo. Si bien es cierto que esta prohibición ya se encontraba establecida en el Reglamento anterior, en este nuevo se incrementaron las multas a que se hará acreedor quien incumpla con esta prohibición. En este caso el motivo también es bastante simple. El hecho que una persona vaya hablando por teléfono mientras conduce hace que deje de prestar la atención debida a lo que está sucediendo en la vía, lo que se ve agravado cuando, en lugar de ir hablando, van mandando mensajes de texto. Esto es en verdad imperdonable. Voy a poner un ejemplo: por cuestiones de trabajo el día de ayer tuve que ir al Centro Histórico. Al llegar a la esquina cruce con la luz en verde y el conductor de una camioneta iba manejando, mientras enviaba mensajes y, además, echaba novia. Casi me atropella al estar a punto de pasarse el alto. ¿Qué hubiera pasado si hubiera ido solo y su pareja no le hubiera avisado que estaba el alto y que había peatones cruzando? ¿Me habría atropellado? ¿Cuántas historias como está no ocurren a diario? En promedio hay tres muertes diarias asociadas con hechos de tránsito. Por esto se requiere generar sanciones más severas para los que incumplen con la normatividad.
Hace algunos días platicaba con un amigo respecto al Reglamento de Tránsito y él me comentaba que, desde su perspectiva, las multas eran excesivas y que la reducción de velocidades máximas no tenían razón de ser. Le expuse mi punto de vista. Le comenté cuántos muertos ocurren al año por hechos de tránsito, le comente que la velocidad hace que aumenten los riesgos a lo que él respondió que lo entendía pero tenía dos objeciones: 1) no hay peatones en Periférico y 2) aún así consideraba que las multas eran elevadas. Respecto a la falta de peatones en Periférico, efectivamente, no hay peatones cruzando dicha avenida de acceso controlado, pero debemos tener en cuenta que la reducción en límites de velocidad no solamente tienen como meta salvar vidas de peatones y ciclistas, sino también de los conductores de vehículos motorizados. Si uno viaja a más de 100 km/h en Periférico, y comete un error al volante o por cualquier motivo pierde el control de vehículo y choca, las posibilidades de que muera son altísimas. Historias que avalan esto, desgraciadamente, sobran.
Respecto al monto de las multas, seamos un poco fríos: $1,200.00 pesos aproximadamente por conducir y usar un celular al mismo tiempo puede parecer mucho dinero, pero, ¿qué pasa si mientras se viola este precepto, el conductor atropella a un peatón y éste muere o queda incapacitado de por vida? ¿Qué pasaría con la familia de la víctima? O supongamos que no atropella a nadie pero por ir distraído choca y muere o queda incapacitado, ¿habría diferencia? Una vida humana vale muchísimo más que $1,200.00, vale tanto que no hay dinero que alcance para comprarla.
A parte, seamos francos, es la decisión de la propia ciudadanía si incurrimos o no en falta y, consecuentemente, si somos sujetos de una infracción o no. El Reglamento no establece que se multará al que respire. No piden imposibles. Las multas se pueden prevenir con un poco de voluntad de los conductores. Si el límite de velocidad en Periférico es de 80 km/h, de nosotros depende si lo respetamos o no. Si no lo respetamos y por ello nos infraccionan, entonces debemos ser responsables y aceptar las consecuencias de nuestros actos. Es tan simple como eso.
Otro tema que ha estado muy presente en la ciudadanía es la creencia que el Nuevo Reglamento generará más corrupción ya que, al ser mayores las multas, la mordida que el oficial de tránsito solicitaría sería mayor. Es más, en el espacio matutino de una estación de radio, al informar el engomado vehicular que no circula cada día, terminaban su anuncio con una frase tajante: “evita mordidas”. En verdad me da una lástima la poca altura de miras que tenemos y la capacidad de evadir nuestras responsabilidades y echarle la culpa a los demás. Con toda franqueza lo digo, como lo he hecho siempre: para que la corrupción exista se necesitan dos partes. Si un policía pide una mordida, del ciudadano depende si la da o no. Si un ciudadano ofrece una mordida para salir bien librado, dependerá del policía si la toma o no. No hay mas.
Quiero dejar muy claro mi punto de vista: contrario a lo que muchas personas, incluso legisladores, piensan, yo opino que el Nuevo Reglamento de Tránsito del Distrito Federal no tiene fines recaudatorios. Su objetivo es completamente diferente, es salvar vidas, es generar un marco normativo que permita reducir hechos de tránsito. Si pudiéramos analizar el costo real que tiene cada hecho de tránsito, los recursos que se gastan en la atención médica y/o los procedimientos jurídico administrativos respectivos, si viéramos cuanto dejan de generar y percibir las víctimas, los gastos que tiene que realizar la familia, nos daríamos que en verdad se pierden grandes fortunas, lo que pasa a segundo término si consideramos que también se pierden vidas humanas, que son invaluables. Por eso me cuesta tanto trabajo creer que existan hasta implementos pensados para evadir multas por exceso de velocidad. En verdad, como mexicanos debemos tener en mente que burlar una norma no nos hace mejores personas, por el contrario, nos deja en un estado de vulnerabilidad muy importante.
¿Qué las multas son altas? Si, lo son, pero recordemos que uno de los principales pilares de cualquier pena es precisamente ser ejemplar e inhibitoria, es decir, a través de las penas se busca que un ciudadano no quiera infringir un cuerpo normativo. Sobre este tema recomiendo la lectura de la obra “De los Delitos y las Penas” de Cesare Beccaria. Entendamos cuál es el verdadero espíritu de este Reglamento que tan criticado ha sido: es salvar vidas y eso solo se va a lograr si aceptamos que lo que sucede en las calles es una responsabilidad compartida entre el Gobierno y la ciudadanía. Mientras no aceptemos esta realidad, podremos tener el mejor programa del mundo, la mejor política pública, pero nunca podremos ver resultados reales.

Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo

Twitter: @Benjamin_Muniz