martes, 18 de febrero de 2014

Equidad de género en materia electoral


El 16 de diciembre de 2013, el Presidente y Secretario General del Comité Directivo Delegacional del Partido Acción Nacional en Magdalena Contreras emitieron la convocatoria para que los militantes del Partido en dicha delegación acudieran a la Asamblea Delegacional a efecto de elegir las propuestas delegacionales para integrar el Consejo Nacional del PAN. Dicha Asamblea se llevó a cabo el pasado 15 de febrero.

En conjunto con la convocatoria, se expidieron las normas complementarias a efecto de regular el desarrollo de la referida asamblea. En dichas normas complementarias, atendiendo a lo establecido por el artículo 19 del Reglamento de Órganos Estatales y Municipales del Partido Acción Nacional, se estableció que de las propuestas votadas por los delegados numerarios, 50% tendría que ser del sexo masculino y 50% del sexo femenino, en atención a las acciones afirmativas que en materia de equidad de género se han venido implementando en el Partido. En caso de no cumplir con dicha estipulación, el voto emitido por el militante sería considerado nulo.

Independientemente de la crítica que algunas personas puedan hacer respecto a que esta manera de definir la votación atenta contra el principio de libertad del sufragio, el establecer cuotas de género dentro de los órganos internos del Partido, así como en la selección de sus candidatos entraña todo un reto: garantizar el registro de un número tal de personas, tanto del sexo femenino como masculino para cumplir con dicha cuota.

Utilicemos un ejemplo práctico: en el año 2015 se llevarán a cabo elecciones federales con la finalidad de renovar la Cámara de Diputados. Utilizando únicamente el número de diputados de mayoría relativa, el Partido postulará 300 candidatos. No solamente eso, en el Distrito Federal también se renovará la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, se requerirán 40 candidatos (nuevamente, contando únicamente los que serán electos por el principio de mayoría relativa). También en el Distrito Federal se renovarán las 16 Jefaturas Delegacionales: otros 16 candidatos.

De los números señalados en el párrafo anterior podemos ver que, con la finalidad de cubrir únicamente las candidaturas para renovar a los 300 diputados federales de mayoría relativa, los 40 diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, así como las 16 Jefaturas Delegacionales de esta Ciudad Capital,  el Partido Acción Nacional necesitará postular 356 candidatos. Recordemos que solamente estamos hablando de la Cámara de Diputados y la renovación de la Asamblea Legislativa y Jefaturas Delegacionales del Distrito Federal. No se están tomando en cuenta aquellos estados que también renuevan sus legislaturas locales, que renuevan gubernaturas o ayuntamientos. Solo considerando Cámara de Diputados y Distrito Federal, sin contar a los plurinominales, el Partido deberá garantizar que, al menor 178 mujeres se postulen para contender a cargos de elección pública.

Regresemos a lo que sucedió el fin de semana pasado en la Asamblea Delegacional de La Magdalena Contreras: los militantes tuvimos derecho a votar por 2 candidatos a integrar el Consejo Nacional. De esos 2 candidatos, se debió votar por una mujer y por un hombre. Se registraron 4 aspirantes: 3 hombres y una mujer. La Diputada Federal Flor Pedraza, la única mujer registrada para contender por una candidatura al Consejo Nacional por La Magdalena Contreras obtuvo la victoria en automático. En caso de que algún militante no hubiera votado por ella, su sufragio hubiera sido declarado nulo de conformidad con las normas complementarias ya referidas.

El primer punto de reflexión que encuentro es el siguiente: ¿si hubiera habido un militante en La Magdalena Contreras que no hubiera deseado votar por la Diputada Flor Pedraza? En la realidad sucedió. Sin embargo, el argumento de la persona que manifestó su inconformidad podría ser fácilmente declarado infundado ya que en su momento tuvo la oportunidad de impugnar la convocatoria y sus normas complementarias. Pero independientemente de que exista o no una impugnación, el obligar a la militancia a votar por una persona en específico, ya no por un género, ¿no resulta violatorio de la libertad del sufragio de la que gozamos constitucionalmente? A contrario sensu, ¿la Diputada Flor Pedraza, en el caso que sirve de ejemplo, es la culpable de que no se haya registrado ninguna otra mujer para contender por la candidatura? ¿La Diputada Pedraza debe pagar por la falta de mujeres registradas? Creo que en el fondo la discusión es muy interesante. Existe, desde mi punto de vista, el choque de dos derechos: el derecho del militante a votar por quien elija y el derecho de la candidata a ser votada al no haber más propuestas. ¿Cuál pesa más? Sería interesante ver que podría resolver al respecto nuestro Máximo Tribunal Electoral.

Ahora bien, independientemente de la reflexión del párrafo que antecede, lo que verdaderamente me llama la atención es la problemática que ésta reflejó, es decir, la falta de registro femenino para cumplir la cuota de género establecida. Y en este punto vuelvo a lo que ya mencioné anteriormente, 2015 será un año con muchas elecciones, ¿qué va a hacer el Partido Acción Nacional para garantizar que el 50% de las candidaturas sean ocupadas por mujeres?

La respuesta, por supuesto, se antoja complicada. Creo que, sobre todo en el ámbito político, hemos creado una idiosincrasia muy arraigada en el sentido que solo los hombres tenemos la capacidad de hacer política. Para muestra un botón, tal vez no del ámbito político pero si de un ámbito de ejercicio de autoridad. Desde pequeño mi papá me comentaba que mi abuelo, abogado y ex funcionario del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal siempre decía que las mujeres, al ser muy viscerales, no deberían ser jueces. Consideraba mi abuelo que los cambios de ánimo y humor de las mujeres podría afectar el sentido de su fallo. Pocas veces, por lo que al Derecho se refiere, he estado en desacuerdo con mi abuelo. Esta es una de ellas. Tengo la fortuna de conocer juezas y magistradas de gran responsabilidad y gran conocimiento. Por el contrario, conozco jueces y magistrados que son mucho más volubles que muchas mujeres y he visto como hay resoluciones que se ven afectadas por el humor en que se encuentre el Juez al momento de dictarla.

Por supuesto estoy convencido que las mujeres tienen toda la capacidad para conducir acciones de mando, ejercer puestos de autoridad. En el Partido tenemos prueba fiel de ello. Tenemos liderazgos femeninos de gran calado. El caso de Elena Álvarez de Vicencio es uno de ellos. Ejemplo viviente del poder de las mujeres panistas, Elenita ha luchado incansablemente por la democracia, desde cualquier trinchera en la que haya tenido que verse involucrada. Desde legisladora hasta como funcionaria partidista. Otro ejemplo, la Secretaria General del Comité Ejecutivo Nacional, Cecilia Romero, la única persona que ha ejercido dicho cargo en dos ocasiones. Fue también Diputada Federal y Senadora de la República.

Creo fielmente que en gran medida la necesidad de impulsar acciones afirmativas a favor de la equidad de género es un tema que viene de mucho tiempo atrás. Recordemos que México a la mujer se le impedía ejercer el derecho al voto. Por supuesto que el derecho a ser electa para un cargo de elección popular era verdaderamente considerado como una locura inalcanzable. Afortunadamente, las cosas han ido cambiando, las mujeres han conseguido ejercer el voto, han conseguido ser electas. El 17 de octubre de 1953 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las reformas a los artículos 34 y 11 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Dicha reforma otorgó a las mujeres el derecho a votar y ser votadas, tanto en elecciones federales, estatales y municipales.

Casi 3 años después, el 4 de julio de 1954, Aurora Jiménez de Palacios fue electa como la primera diputada federal. En 1964, 10 años después, el Partido Acción Nacional tuvo a su primera diputada federal: Florentina Villalobos Chaparro, por Parral, Chihuahua. En 1994 existieron dos candidatas a la Presidencia de la República. Ninguna de ellas obtuvo un gran número de votos. En 2012, por primera vez, uno de los llamados partidos grandes de México, postuló a una mujer con posibilidades reales de ser electa Presidenta de la República. La candidata, todos lo sabemos fue Josefina Vázquez Mota, postulada por el Partido Acción Nacional.

Como se puede observar, no ha habido una real participación femenina en la política mexicana. Falta mucho por hacer, habrá que ver de qué manera el Partido Acción Nacional garantiza la paridad en las candidaturas. Por el bien del Partido, de las mujeres y de la democracia espero que esta meta por demás loable se vea reflejada en la realidad y que podamos tener en 2015 un record de mujeres ocupando puestos públicos.

Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo

Twitter: @Benjamin_Muniz

lunes, 10 de febrero de 2014

Alzando la voz

Este fin de semana terminé de leer el libro "El País de Uno", escrito por la politóloga Denise Dresser. Confieso que encontré grandes ideas en sus páginas, sin embargo, a reserva de realizar un análisis y opinión general del libro, considero pertinente tocar hoy un tema específico de dicho libro, el contenido en el último capítulo titulado "Lo que podemos hacer". En dicho capítulo la autora nos dice que el papel que debemos cumplí los mexicanos es, en primer término, despojarnos de aquel patriotismo falso que nos lleva a conformarnos con el estado que actualmente guardan las cosas, que impide que se realice un análisis profundo y que se haga una crítica sería y objetiva para lograr los tan necesarios cambios.

En este punto en específico me he percatado que los mexicanos somos muy radicales al momento de defender lo que creemos lo que nos lleva, en algunos casos, a caer en un fanatismo cegador que nos impide ver lo que se está haciendo mal para poder emprender las medidas correctivas necesarias. Esto sucede tanto con cuestiones de orden nacional como personal. Lo vemos desde los que fanáticamente defienden acciones gubernamentales como aquellos que defienden, con el mismo fanatismo, una postura religiosa o, en algunos casos la afiliación que pueda tener a tal o cual partido político. El cerrar los ojos a lo que se está haciendo mal  conlleva una grave consecuencia: los errores se institucionalizan y el crecimiento y la mejoría en el actuar se imposibilita. Tomemos mi caso como ejemplo: a los 18 años me afilié al Partido Acción Nacional por considerar que era el mejor partido político de México, con el mejor proyecto de gobierno. Hoy, varios años después, sigo sosteniendo esto, sigo creyendo en mi Partido, sin embargo no cierto mis ojos a las cosas que puedan estarse haciendo mal, prefiero tenerlos abiertos, conocer los errores para poder corregirlos e impulsar una mejoría en el Partido. Debemos de tener siempre en me te que cualquier actividad u organización en la que el ser humano se encuentra presente es perfectible. Busquemos esas mejorías.

Nos dice Denise Dresser que el patriotismo que este país requiere, y estoy completamente de acuerdo con ella, es el que alza la voz, el que se percata de las fallas y exige que se resuelvan, el que exige el cumplimiento de las promesas de campaña, el que exige que se cumplan las leyes en todos los órdenes, el que, desgraciadamente, México carece.

Uno de los principales problemas que enfrentamos los mexicanos, desde mi perspectiva, es precisamente el que permanentemente damos por hecho las cosas. No exigimos nada y cuando lo hacemos, no sabemos cómo hacerlo bien. Si hay algo con lo que estamos en desacuerdo preferimos quedarnos callados porque damos por hecho que nada a puede hacer. Si hay algo con lo que estamos de acuerdo pero sabemos que pudo ser mejor, no hacemos nada porque damos por hecho que pudo ser peor. El dar por hecho, el conformismo genera una muerte lenta con una agonía larga y dolorosa.

El domingo 19 de enero de este año hice un compromiso con una persona de suma importancia en mi vida. Un compromiso cuyo cumplimiento sería, además de todo, por demás placentero. Incluía una buena comida con una buena margarita. Di por hecho las cosas. Di por hecho que ese compromiso se vería cumplido en el corto plazo. Pero la vida enseña a no dar por hecho nada: 3 días después esa persona fue internada en el hospital para que, hace dos semanas exactamente, el 27 de enero, cerrara los ojos a este mundo. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera dado por hecho las cosas? ¿Cómo hubiera sido aquel domingo si, en lugar de acordar ir a comer en días posteriores, hubiera buscado alternativas y soluciones para hacerlo ese día? La respuesta real la desconozco, solo puedo hacer conjeturas, pero conociendo a mi Abuelita, hubiera sido un gran domingo con una excelente compañía compartiendo un pescado y una margarita de tamarindo, la favorita de mi Abuelita. Desgraciadamente esa comida jamás será cumplida.

¿Qué pasaría si nosotros, como mexicanos, viviéramos con el convencimiento que no tenemos la vida comprada? ¿Habría una diferencia real? Todos sabemos que la vida es efímera, que nadie puede garantizar terminar el día, sobre todo en el mundo tan violento en el que vivimos, sin embargo, pocos lo entendemos en toda su magnitud. Vuelvo a lo mismo, damos por hecho. Si comprendiéramos que nuestras acciones pueden cambiar la realidad de las cosas, ¿dejaríamos que el tiempo transcurriera marcado por nuestra inactividad? Si comprendiéramos que en verdad podemos generar cambio, ¿la pasividad sería nuestra característica?

Vivimos en una sociedad que se queja mucho y actúa poco. La Reforma Hacendaria aprobada por el Congreso de la Unión generó mucha molestia en los mexicanos. Los impuestos que fueron aprobados redundan en un daño al patrimonio de miles de mexicanos. El reclamo fue generalizado, pero no ha trascendido. El Partido Acción Nacional lanzó una campaña para apoyar a los ciudadanos inconformes en la presentación de demandas de amparo. Los términos corren. Al final veremos cuántos de los muchos que se han quejado se acercan a promover su amparo. Damos por hecho que las cosas no pueden cambiar.

¿Qué podemos hacer para que las cosas en verdad cambien? Definitivamente no hay una respuesta sencilla, pero creo que lo primordial es dejar atrás ese conformismo, ese dar por hecho las cosas. Dice el dicho: "todo tiene solución, menos la muerte". Entonces si todo tiene solución, ¿por qué damos por hecho que las cosas no pueden cambiar?

¿Qué pasaría si todos los ciudadanos que estamos inconformes con los nuevos impuestos promoviéramos nuestras demandas de amparo a todo lo largo y ancho del territorio nacional? ¿Qué sería de nuestro México sí nosotros, la sociedad civil verdaderamente presionáramos a las autoridades para que actúen a nuestro favor? El silencio y la pasividad de nosotros los ciudadanos, entre otras muchas cosas, han impedido que este maravilloso país avance. Hasta qué no nos convirtamos en una sociedad que impulse y empujé los cambios necesarios, podremos sentarnos a esperar que éstos lleguen, sólo debemos recordar que el necio es aquel que hace lo mismo una y otra vez con la esperanza de ovejero un resultado diferente.

Los retos que tenemos por delante se antojan de proporciones titánicas. Por lo mismo, las actividades que nosotros, ciudadanos realmente patrióticos debemos emprender son épicas. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?

Desde siempre me ha gustado la historia de nuestro país. Específicamente me declaro un amante del periodo revolucionario, de la verdadera historia del periodo revolucionario, aquel periodo que comenzó con el anhelo del Apóstol de la Democracia de querer darles a los mexicanos lo que durante el régimen de Don Porfirio no habían tenido, la facultad de elegir a su gobierno. El resultado todos lo conocemos, Don Porfirio renunció a la Presidencia y partió a Francia. En su lugar, de acuerdo a los ordenamientos legales vigentes en esa época, ocupó la Primera Magistratura Francisco León de la Barra hasta que, mediante elecciones libres fue electo como Presidente Don Francisco I. Madero. El triunfo duró poco. Los intereses mezquinos, nuevamente se hicieron presentes en el desarrollo de los acontecimientos nacionales. Madero traicionado y asesinado. Huerta, el traidor, declarado Presidente. De ahí hasta varios años después la sangre empañó las sucesiones presidenciales. El más fuerte quitaba al débil. Las consecuencias las seguimos pagando. Lo peor del caso es que no aprendimos. Hoy día seguimos permitiendo que los intereses particulares tengan mayor importancia que los intereses nacionales. Hasta que no digamos "basta" México seguirá estancado en este torbellino que tan lesivo ha resultado a los mexicanos. La inactividad ciudadana ha sido cómplice silencioso que ha impedido el desarrollo de México en todo el esplendor que merecemos.

Sin caer en pesimismo, veo con dolor como mi México está atorado en el subdesarrollo, en la violencia sin fin que ha generado miles de muertos y un estado rebasado por los grupos criminales. La promesa de EPN de reducir a corto plazo la violencia de manera sensible no se ha visto materializada, por el contrario, ésta se ha exacerbado de manera evidente. Ante esto me pregunto, ¿este es el país que le quiero dejar a mi hijo? La respuesta es obvia: no. Entonces, ¿qué estoy haciendo para cambiar la realidad de mi país? Esa es precisamente la pregunta que todos los mexicanos debemos hacernos.


México es grande, muy grande. Hagamos valer esa grandeza, luchemos por mejorar, luchemos por crecer, por hacer de este México un país mejor. Para esto quiero concluir con lo plasmado por Denise Dresser en las últimas palabras del epílogo del libro referido: "No creo que seamos mejores que nadie. No acepto que nos consideremos inferiores a ninguno. Somos de aquí. Venturosamente somos de México.

Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz