El pasado 14 de noviembre tuve la oportunidad de regresar
al Cámpus San Ángel de la Universidad del Valle de México a impartir ante
alumnos de posgrado la conferencia “Impacto social del IVA en alimentos para
mascotas”, impuesto que fue aprobado por el Congreso de la Unión dentro de la
llamada Reforma Hacendaria impulsada por el Ejecutivo Federal.
Cabe mencionar que haber regresado a aquella casa de
estudios generó, innegablemente, una serie de recuerdos de mis tiempos que pasé
ahí como estudiante. Por supuesto, muchas cosas buenas obtuve durante mi
estancia en la UVM incluyendo el haber tenido el honor de ser alumno de muchos
grandes maestros que no solamente se contentaron con enseñarnos sus respectivas
cátedras sino que nos impulsaron a ser mejores como profesionistas y como seres
humanos, y por supuesto, la mayor de las dichas conseguidas, el haber conocido
en sus aulas a una gran mujer a quien tengo el privilegio de tener hoy día como
mi esposa.
Regresando al tema, aquel 14 de noviembre volví a pisar el
pódium del auditorio y comencé a conversar respecto al tema que nos atañía.
Cabe mencionar que mi ponencia no fue respecto al tema fiscal como tal, sino,
como en el mismo nombre quedó de manifiesto, el impacto social que este nuevo
impuesto va a tener. El lector se podrá preguntar ¿qué afectación puedo tener
yo como persona física con este impuesto? Analicemos.
Como primer punto hay que establecer de dónde viene la
obligación a cargo de los mexicanos de pagar impuestos, la cual se encuentra
fundamentada en la fracción IV del artículo 31 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos el cual es del tenor literal siguiente:
“Artículo
31. Son obligaciones de los
mexicanos:
[…]
IV Contribuir para los gastos públicos, así de la Federación, como del Distrito
Federal o del Estado o Municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes.” (Énfasis añadido)
Como se puede observar del precepto constitucional arriba
transcrito, los impuestos son requeridos para contribuir con los gastos
públicos de manera proporcional y equitativa. Lo que me he podido percatar en
muchas ocasiones es que la verdadera molestia de los mexicanos al momento del
pago de nuestros impuestos no es el monto de lo pagado, sino el hecho que los
mismos no se ven reflejados en una mejora en la calidad de vida de los
mexicanos, eso, por supuesto sin contar las grandes exenciones de impuestos que
han recibido muchas grandes empresas.
Definitivamente, la aprobación de la miscelánea fiscal
generará consecuencias adversas para toda la sociedad mexicana. Un caso que, en
definitiva, es demasiado delicado es la homologación del IVA a 16% en las zonas
fronterizas, lo que puede implicar un duro golpe contra la competitividad
nacional frente al mercado estadounidense.
Otro tema de cuidado es el empleo. Carlos Montiel Solana,
presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX)
advirtió que al menos 50 empresas adheridas a este organismo han confirmado el
recorte de empleos para el primer trimestre de 2014 a consecuencia de la
reforma fiscal. Manifestó además que con esta reforma se pretende convertir los
empleos formales en informales, sin embargo se está fomentando lo contrario.
Manifestó lo siguiente:
“Lo que se está estimulando es el empleo informal,
que las personas no se incorporen a la actividad económica legal, porque es
caro, y preferirían seguir en ese estatus que abarca el 50 por ciento de la
población económicamente activa porque no hay ninguna situación que los llame a
convertirse en formales.”
Por su parte, Rommel Ibarra Manjarrez, Presidente del
Comité Directivo del Instituto Mexicano de Contadores Públicos de Sinaloa
señaló que la reforma fiscal, lejos de generar un desarrollo económico
favorable para los mexicanos, generará una deuda de 4,888 millones de pesos.
Respecto a los rubros de gasto, el diputado local del
Distrito Federal por el PRD, Vidal Llerenas manifestó que “tristemente la
discusión presupuestaria en la Cámara de Diputados normalmente no mejora la
calidad del gasto. En general se incrementan las asignaciones que la SHCP envió
con menos recursos de los recurrentes en temas sensibles como el campo, saludo
y universidades estatales, como carta de negociación con los diputados, pero
poco se discute sobre austeridad, evaluación del gasto o incluso sobre las
grandes prioridades”.
La parte de evaluación del gasto genera, desde mi punto de
vista, un punto muy importante, derivado que el hecho de no contar con una
correcta evaluación del gasto ha generado que diversas entidades federativas
presenten subejercicios bastante considerables en los recursos que les son
asignados. El caso del Distrito Federal en lo que hace al Fondo de Aportaciones
para la Seguridad Pública (FASP) durante los ejercicios 2009 y 2010 es un claro
ejemplo de ello.
Por lo que hace ya al tema del Impuesto al Valor Agregado
impuesto al alimento de mascotas, cabe hacer mención que existieron diversas
asociaciones pro animales que levantaron la voz en contra de este gravamen,
uniéndose bajo la denominación “Juntos somos su voz”.
Una vez que el IVA fue aprobado por la Cámara de Diputados,
se recibieron en el Senado de la República más de 120 mil firmas solicitando el
rechazo a este impuesto, sin embargo, el mismo fue aprobado bajo el pretexto
que tener una mascota es un lujo y una manifestación de riqueza. Según la Real
Academia Española se define riqueza como abundancia de bienes y cosas preciosas.
No encuentro un indicio respecto a manifestación de riqueza en un perro guía
que es utilizado por una persona invidente. No encuentro la manifestación de
riqueza en un perro rescatado de las calles y que es dado en adopción o la
manifestación de riqueza en aquellos animales que son utilizados de manera
terapéutica, como por ejemplo, para la rehabilitación de niños con problemas de
autismo.
Ahora bien, 58% de los hogares de México tienen un animal
de compañía, cuyo alimento se encuentra ahora gravado por el Impuesto al Valor
Agregado, lo que afectará de manera directa la economía de las familias
mexicanas. A través de este impuesto la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público cree, porque ni siquiera tiene una certeza real, que se recaudarán
alrededor de 500 a 600 millones de pesos durante el ejercicio fiscal 2014. La pregunta
que surge es obvia, ¿a qué se va a destinar lo que se recaude por concepto de
IVA en los alimentos de animales de compañía? Honestamente dudo mucho que se
destine a apoyo a asociaciones protectoras de animales, a mejoras en parques
públicos, a capacitación y suministro de material en centros antirrábicos, dudo
que se generen políticas claras para la prevención de delitos cometidos contra
animales, como la tortura, crueldad, o incluso zoofilia. Dudo también que
puedan surgir, a través de los recursos recaudados, centros de atención para
animales de edad avanzada que se encuentran en situación de calle con pocas
posibilidades de ser adoptados y mucho menos se van a abrir clínicas gratuitas para
el apoyo de la salud, tratamiento y esterilizaciones para los animales de
compañía, especialmente aquellos en situación de calle. En pocas palabras, no
se van a generar ningún tipo de actividades, centros o programas tendientes a
dignificar la vida animal y procurar revertir la sobrepoblación de animales
callejeros. ¿Entonces para qué, pues, servirá el impuesto? La respuesta es poco
clara, aunque no puedo evitar sospechar acerca de los motivos de este nuevo
gravamen cuando el gobierno está buscando por cualquier medio posible adquirir
recursos para pagar los 496 millones de pesos que costará el nuevo avión
presidencial, el cual tiene un precio mayor, incluso, al del Air Force One de
Estados Unidos.
¿Cuál va a ser la realidad que veremos a partir de que el
IVA entre en vigor el primer día de enero de 2014? El resultado es triste. Lo
que podremos ver con toda claridad es lo siguiente:
ü Más
animales abandonados.
ü Menor
capacidad en Centros Antirrábicos.
ü Menor
capacidad de rescate y adopción de animales en situación de calle.
ü Menor
capacidad en hogares temporales.
ü Menor
posibilidad de controlar la salubridad animal, y por consecuencia, la humana.
ü Y
lo más importante, menor respeto a la vida animal.
El Senador del PRD, Mario Delgado dijo en Tribuna: “No se
trata de la tenencia de un bien, se trata de una relación moral afectiva, no es
una relación económica”. Comparto plenamente las palabras del Senador. La tenencia
de un animal de compañía no es precisamente sinónimo de lujo, sino de cariño y
respeto. ¿Se debe gravar con un impuesto el cariño y el respeto? Al parecer en
México sí.
Desgraciadamente todos los partidos políticos de México, en
menor o mayor grado votaron a favor de este nuevo gravamen. Todos excepto uno,
el partido en el que tengo el honor de militar, el Partido Acción Nacional,
instituto político que no solamente votó en contra, sino que inició
movilizaciones para proteger los derechos de los animales. El lema del PAN es “POR
UNA PATRIA ORDENADA Y GENEROSA Y UNA VIDA MEJOR Y MÁS DIGNA PARA TODOS”. En el
PAN creemos que esta máxima no solamente aplica para los seres humanos, sino
para todos los seres vivos, incluidos, por supuesto, los animales de compañía.
Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz