lunes, 12 de diciembre de 2011

La crisis de la Institucionalidad

Como todos sabemos, actualmente nos encontramos inmersos en épocas electorales, en tiempos en que se habla primordialmente de política y de elecciones. Nos encontramos en pleno proceso electoral para renovar los poderes Ejecutivo y Legislativo Federal y diversos Ejecutivos y Legislativos Locales. Ante este panorama, algunos aspirantes a la Presidencia de la República, han publicado libros donde contienen sus propuestas y su ideología. Tenemos por ejemplo, que Enrique Peña Nieto publicó su libro “México la gran esperanza: un Estado eficaz para una democracia de resultados”, Manlio Fabio Beltrones, previo a su declinación, publicó “La vida y la política: orden, desarrollo y bienestar en la democracia”, Andrés Manuel López Obrador publicó su “Nuevo proyecto de Nación: por el renacimiento de México”, la precandidata del PAN, Josefina Vázquez Mota sacó a la venta su libro “Nuestra oportunidad, un México para todos”, incluso, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano publico “Sobre mis pasos”.
Considero que, además de los espacios en medios de comunicación, los debates y los mítines, la lectura de estos libros son una excelente oportunidad para conocer las propuestas de los candidatos, sus preocupaciones, sus metas y sus planes para lograrlos. Es por esto que creo que, independientemente que se apoye a tal o cual candidato, el verdadero ciudadano, quien ejerce los derechos y obligaciones que le otorga la ciudadanía, debería procurar leerlos, para poder crearse un criterio más amplio de cara a las elecciones de 2012. En tal virtud, quien esto escribe, tomo la decisión de leer estos libros, por lo que comencé leyendo “Nuestra oportunidad, un México para todos” de Josefina Vázquez Mota, precandidata del PAN a la Presidencia, a quien en lo personal yo apoyo abiertamente.
Para entrar al tema de este artículo, me permito hacer una breve semblanza del mencionado libro. Esta obra es el resultado de entrevistas realizadas por la Diputada con Licencia a diversos líderes mundiales, quienes compartieron con ella las experiencias obtenidas desde sus respectivas trincheras y sus observaciones y comparaciones respecto a sus respectivos países con México. Durante la lectura, me han llamado la atención especialmente las entrevistas con Julio María Sanguinetti y con José María Aznar.
Julio María Sanguinetti, quien fue Presidente de la República del Uruguay en dos ocasiones, hace mucho hincapié  en el tema de la institucionalidad. El ex-presidente uruguayo considera que la institucionalidad es un factor que debe ser cuidado de una manera muy especial por las personas encargadas de las políticas de gobierno e, incluso, por parte de los ciudadanos. Dice que sin una institucionalidad fuerte y realmente sentida como tal, no hay seguridad, además de especificar que la institucionalidad se debe entender no sólo como la arquitectura jurídica, sino como el ejercicio efectivo de la norma, como un código de comportamiento.
Para poder llegar a crear una institucionalidad sólida se requieren romper vicios, ir más allá, se requiere formar gente nueva.
El punto de la crisis institucional que vivimos, afecta no solamente a las instituciones como tal, sino que afecta a todos y cada uno de los ciudadanos. La falta de institucionalidad, afecta de manera directa la economía, porque si ésta no existe y no se siente, no habrá seguridad que garanticen las condiciones que la inversión requiere. Una de las consecuencias de este rezago económico lo encontramos en los llamados “ninis”, jóvenes que ni estudian ni trabajan y que actualmente ascienden al 20% de la población  juvenil. El fenómeno nini es especialmente preocupante porque es el caldo de cultivo de la violencia y el narcotráfico, debido a que es la generación un sector que se siente alejado de la sociedad, siente que ésta no le da un lugar, por lo que va a ser muy fácil que sean agresivos en contra de ella.
Otro factor que se ve afectado por la falta de institucionalidad es la generación de oportunidades y el desarrollo social. Para que el Estado esté en posibilidades e generar un verdadero desarrollo social fuerte, es necesario contar con los medios económicos para hacerlo. Estos medio solamente se podrán obtener a partir de la eficiente recaudación de impuestos por parte de las autoridades hacendarias correspondientes. Desgraciadamente en México se encuentra una de las autoridades tributaria más ineficaz del mundo. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), a través del Sistema de Administración Tributaria (SAT) han demostrado ser incapaces de recaudar los impuestos de aproximadamente el 80% de la población económicamente activa. Esto evidentemente repercute en la vida de México, porque un país con tasas tan bajas de recaudación fiscal no puede generar desarrollo social verdaderamente fuerte. José María Aznar, ex-presidente español lanza una frase lapidaria: “El trabajo es una medicina estupenda. Hay que trabajar mucho. El trabajo es la mejor revolución social. Ofrecer oportunidades a la gente es lo más importante.” (José María Aznar en VÁZQUEZ MOTA, Josefina, “Nuestra Oportunidad, un México para todos”, Editorial Aguilar, México, 2011, p.104)
En México tenemos un punto muy sutil pero que refleja un serio problema de institucionalidad: no existe en dialogo y éste no existe porque no creemos en él. Los diálogos en México, los debates, se reducen a ataques contra los adversarios, dejando de un lado el verdadero motivo de los mismos, que son las propuestas. Tenemos la absurda idea que quien dialoga es débil y tiene propuestas endebles, cuando en la realidad quien verdaderamente dialoga lo hace porque se siente fuerte y siente que tiene los elementos para negociar, porque está convencido que su propuesta es la que de mejor manera cubre las necesidades populares. Es urgente que cambiemos nuestra forma de actuar. Un debate político no se gana, o no debería ganarse, por quien insultó o atacó más a su adversario, sino por quien demostró de mejor manera que su proyecto es el más viable para México. No debería interesar nada si Ernesto Cordero le dice a Josefina Vázquez Mota (solo por poner un ejemplo) que es una mentirosa o si ésta revira que él es ineficiente, lo que nos debería de importar es que ambos pongan sobre la mesa sus propuestas y sus planes, que cada uno de ellos las exponga, que mencione sus fortalezas y sus debilidades para concluir sobre su viabilidad, y una vez que se haya realizado esta exposición, ahora si dialogar, debatir sobre las propuestas. Los insultos y ataques solo lesionan a la institución más importante que tenemos en nuestro país: la democracia.
 Otro factor que refleja la crisis de institucionalidad que vivimos en México es el aumento sin igual de la violencia. Nos encontramos en un momento en la historia en que el poder corruptor del narcotráfico ha penetrado hasta las instituciones encargadas de las labores más delicadas para la vida nacional. Los narcotraficantes han generado redes de corrupción al interior de las dependencias encargadas de la Seguridad Pública, de la Procuración de Justicia, a las Fuerzas Armadas, a los órganos legislativos. No creo que exista una sola institución en nuestro país que no haya sido infiltrada por el crimen organizado. Esta infiltración fue posible gracias a la incapacidad de los gobiernos de hacer frente a este problema e, incluso, a la cómplice inactividad de muchos otros gobiernos. Hacer frente a este flagelo no es asunto fácil. El Presidente Calderón inició una guerra en contra de la delincuencia organizada, guerra que en mi opinión, era necesaria, sin embargo, la estrategia empleada no ha sido la correcta. El resultado de esa fallida estrategia es visible: más de 50,000 muertos a lo largo de la administración calderonista. Esto se ha dado porque no ha existido un ataque completo e integral. Aznar, quien durante su gestión como Presidente de España tuvo que lidiar con el grupo terrorista ETA, manifiesta que (IBIDEM, p. 105):
… a la criminalidad y al terrorismo no se le puede derrotar por partes. La batalla tiene que ser total. Si no hay una batalla total, se tienen muy pocas posibilidades de éxito.
El combate no es solamente contra los comandos terroristas… El combate también es contra todo lo que soporta eso, porque al final el terrorismo no es una ideología. El terrorismo es un instrumento detrás de una ideología. Tienes que combatir la ideología y tienes que combatir el instrumento, tienes que comabtir la utilización violenta, la utilización política, la presencia en medios de comunicación, la presencia financiera, las vinculaciones internacionales. Tienes que combatir todo y si no lo haces de esa manera, no avanzas.
Además lanza una frase concluyente: “Si, como están las cosas, se dan pasos atrás, el riesgo es que se presente la sensación de que, de una manera y otra, la criminalidad ha tomado institucionalmente a México.” (IBIDEM, pp. 105-106)
La democracia es, evidentemente, una de las instituciones del Estado Mexicano que más se han visto afectadas durante esta época de crisis. Los liderazgos son absolutamente imprescindibles en el desarrollo social, sin embargo hoy día no tenemos liderazgos reales, o tenemos muy pocos. El otrora presidente José Aznar manifiesta que (IBIDEM p. 101):
… el mundo está sobrado de líderes políticos, de partidos políticos que se acomodan al paisaje, que son perfectamente intercambiables y que, por eso, la gente acaba pensando que todos son lo mismo.
Pero la gente necesita líderes fuertes, necesita partidos y significados y necesita que los principios, los valores en los que cree, sean bien defendidos…
Menciona también Aznar que una realidad que es evidente: Hoy en día “existe demasiado líder pendiente de las encuestas y demasiado poco (sic) líder pendiente de la toma de decisiones que el país necesita” (IBIDEM p. 105). Tristemente esta es una realidad que va más allá de cualquier duda, es lo cotidiano no solamente en México, sino en todo el mundo. La clase política se detiene demasiado observando las estadísticas, incluso, toma sus decisiones sobre la base de la afectación que su actuar puede tener en los números. Los políticos, los servidores públicos, han olvidado el motivo por el cual se encuentran en determinado cargo, que es porque están llamados a velar por la sociedad, a tomar decisiones que beneficien a la sociedad, olvidan lo que es anteponer el supremo interés nacional a los intereses personales y/o partidarios. Olvidan que por algo son conocidos como servidores públicos, porque están obligados a servir al público. Se requiere que la ciudadanía exija a sus líderes retomar los principios fundamentales de la política. De no ser así la población se va a seguir sintiendo defraudada, mentida y utilizada, lo que va a repercutir, como de hecho está sucediendo, en cada vez menor confianza en las instituciones nacionales, en un menor ejercicio del voto, porque, a palabras de la Presidenta Laura Chinchilla, “el sufragio mismo puede terminar por convertirse en una ceremonia sin mayor sentido para las poblaciones, si las poblaciones no se sienten parte de la democracia”. (IBIDEM p. 121)
Debemos recordar que, como País estamos frente a una gran batalla, no solamente en contra del crimen organizado, sino ante la gran crisis institucional que vivimos. Esta crisis no podrá ser nunca vencida si nosotros, como sociedad, no nos unimos y exigimos a los gobernantes que hagan su trabajo de manera eficiente, si no brindamos el apoyo necesario a los que buscan mejorar el País. En este punto es importante recalcar que, ningún gobierno, por sí solo, si no tiene el respaldo de su pueblo, podrá ganar esta batalla (Laura Chinchilla en IBIDEM p. 123).
He comentado en publicaciones anteriores que lo único que se requiere para que el mal avance es que los que sabemos hacer el bien no hagamos nada. El tema no es cambiar el mundo, sino mejorar el mundo y esa mejoría solamente podrá llegar si todos nos unimos para construir en lugar de seguir destruyendo. Esta es la única manera de generar Instituciones sólidas, lo que representaría un Estado firme que llegue a ser lo que merecemos, una potencia mundial. Ha llegado el momento de buscar chivos expiatorios, ha llegado el momento de culpar a otros o a las circunstancias de lo que nos ocurre. Tengamos el valor de aceptar que nuestros problemas son generados, en su gran mayoría, por nosotros mismos. Tengamos la madurez necesaria para aceptar nuestra responsabilidad y, sobre todo, tengamos el valor suficiente para enfrentar nuestros errores y arreglar los daños que hemos creado. En el momento en que aceptemos que los únicos arquitectos de nuestro destino somos nosotros, México podrá caminar hacia adelante con paso firme y decidido.
Benjamín Muñiz Alvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz

domingo, 4 de diciembre de 2011

La ineficacia del Sistema Penitenciario

Hace dos semanas, en mi publicación “Derecho Penal del Enemigo”, manifesté que considero que se debe establecer un régimen diferenciado de ejecución de sanciones para aquellas personas que cometen delitos de alto impacto social, incluyendo, claro, a los integrantes del crimen organizado (http://prevencionencolores.blogspot.com/2011/11/derecho-penal-del-enemigo.html). Ante tal conclusión, recibí un comentario de un gran amigo en el que manifestaba su desacuerdo. Por tal motivo, este artículo es, por así decirlo, una prórroga del anterior, con el cual pretendo aclarar mi postura. Estoy de acuerdo con el régimen diferenciado, sin embargo considero que para tal fin se debe reformar la legislación vigente, no para agravar las penas de estos delincuentes, sino para buscar sanciones alternativas para otro tipo de delincuentes.
En la actualidad, y valga la redundancia, se ha hecho uso excesivamente excesivo de la pena privativa de la libertad. Existe un caso de una persona que fue condenada a 25 años de prisión por Héctor Palomares Medina, Juez 26 de lo penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal por el delito de robo agravado. El lector podrá creer que una sentencia de esta índole es adecuada, sin embargo, conociendo el caso vemos que no lo es. En la causa penal respectiva, se hace constar que el supuesto ladrón pidió a una persona que iba a abordar un camión en el paradero ubicado en metro Tacubaya le prestara dinero para su pasaje y el de 2 amigos más. Ante esto, la supuesta víctima le dio al “ladrón” 3 monedas de 5 pesos. Cuando el delincuente condenado se aleja del lugar, la víctima se acercó a un policía que se encontraba en las inmediaciones para solicitar su intervención en un caso de robo. Cuando el policía se acerca al ladrón, éste le dijo al oficial que no había robado nada, que únicamente había pedido le prestara el dinero y en el acto, intentó devolver los $15.00, está vez con una moneda de $10 y una moneda de $5. El oficial tomó esto como una confesión y lo remitió a la agencia del Ministerio Público. Una vez que se consignó el expediente, el Juez del conocimiento fue el Lic. Palomares quien, una vez que hubo agotado todas las instancias legales, dictó sentencia con la condena ya manifestada. Se llegó a este absurdo, el simple traslado del presunto delincuente a la Agencia del Ministerio Público resultó más caro que el monto de lo supuestamente robado, sin embargo, dado que la fracción III del artículo 224 del Código Penal establece que se impondrán, además de las sanciones descritas en el artículo 220 del mismo Código, de 2 a 6 años de prisión cuando la víctima o el objeto robado se encuentre en un vehículo particular o de transporte público.
Supongamos que, tal como lo manifestó la víctima, el presunto responsable lo haya despojado sin su consentimiento de los 15 pesos, el monto de lo robado, ¿es proporcional a la pena impuesta? La respuesta es evidente: no.
Si analizáramos las sentencias que los órganos jurisdiccionales han dictado, estoy cierto que encontraríamos muchas que no fueron dictadas en apego a derecho o que fueron dictadas sin que se haya comprobado la culpabilidad del indiciado. Esto, evidentemente, además provoca un problema de seguridad al generar sobrepoblación en los reclusorios.
Si aumentamos a esta sobrepoblación que los delincuentes, por así decirlo menores, se encuentran mezclados con delincuentes peligrosos, el problema se agrava inimaginablemente. Esta mezcla tiene una consecuencia funesta.
Antes de la reforma constitucional de 2008, el sistema penitenciario tenía como objetivo la readaptación del delincuente para conseguir su reincorporación a la sociedad. A partir de la mencionada reforma, se modifica esta obligación por la de reinserción. Esta modificación que pudiera parecer intrascendente, esconde una consecuencia importantísima. Tal es así que durante la presentación de su libro “Reforma Constitucional de 2008 en Materia de Justicia Penal”, el Dr. Raúl Carrancá y Rivas manifestó en el Auditorio Franco Sodi de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal que con esta modificación el gobierno dejó detrás su obligación de ir al fondo de la conducta criminal para reformar al sujeto e impedir su reincidencia.
Contrario a esta necesidad del Estado de otorgar la readaptación necesaria a través del sistema penitenciario, en muchas ocasiones, sino es que en todos, las cárceles se convierten en verdaderas escuelas del crimen. Las personas que entran por un robo, salen con maestría en violación, homicidio y otros delitos.
Es por este motivo que los delincuentes de alto impacto deberían estar alejados de otro tipo de delincuentes, de delincuentes que pueden ser readaptados de manera eficiente. Es por este motivo que propongo reformar la ejecución de las sentencias de la siguiente manera:
En primer lugar se debe hacer una distinción muy clara en los niveles de lesión que genera una conducta delictiva en la sociedad. No por nada, la Conferencia Nacional de Gobernadores, y el mismo Sistema Nacional de Seguridad Pública, han trabajado para generar un catálogo de delitos de alto impacto, siendo estos: homicidio, privación ilegal de la libertad, extorsión, robo, delincuencia organizada y trata de personas. Hay que distinguir también los delitos que no generan un daño irreparable a la sociedad y que más bien su lesión se limita a la esfera de intereses de particulares.
En el caso de los delitos de alto impacto, que son nombrados de esta manera por la lesión que genera hacia la sociedad en su conjunto, se debería de optar por sanciones privativas de la libertad, mientras que en el otro rubro de delitos, se debería buscar, en la medida de lo posible, la conmutación de las penas. ¿Cómo poder hacerlo? Propongo la siguiente manera:
En el caso de delitos de bajo impacto, se deberá evitar el encarcelamiento, conmutando esta pena por trabajo a la comunidad y la reparación del daño respectivo. En caso de delitos financieros, la reparación del daño deberá incluir, además, el pago de los intereses desde la comisión del ilícito hasta la total liquidación del monto respectivo. Estos intereses deberán ser calculados con base en la tasa legal conducente. Las penas impuestas en este rubro deberán incluir, además, las terapias psicológicas necesarias para sanar la psique del delincuente.
En el caso de delitos de alto impacto, las penas establecidas deberán ser privativas de la libertad, así como la reparación del daño, tal como lo contempla la legislación vigente. Evidentemente, se requiere mejorar el sistema penitenciario para este fin, es decir, aplicar la máxima de que la ociosidad es la madre de todos los vicios, por lo que se deberá generar un programa completo para buscar la readaptación del delincuente durante el tiempo de su internamiento. Este plan debería contener lo siguiente:
En primer lugar, se debe establecer un horario para que los reclusos despierten. Considero que, dados las actividades que propongo, este horario no podrá ser después de las 6 de la mañana.
De 7:00 a 7:30 a.m., los reclusos deberán estar presentes en el comedor para ingerir el desayuno.
Evidentemente, la educación debe ser parte esencial de este programa, por lo que, todos los días a las 7:30 a.m. se deberían iniciar actividades escolares en las que se haga especial énfasis en materias de ética, civismo, entre otras. El plan de estudios que se establezca en los centros de reclusión penitenciaria debe, además, ser acorde al aprobado por la Secretaría de Educación Pública para que, aquellos delincuentes que no tengan acreditada la educación, puedan concluir sus estudios. En este punto retomo una de las propuestas realizadas en la publicación “Oportunidades iguales para todos” en el sentido de hacer de la educación preparatoria obligatoria. Si entre los delincuentes hay personas que tiene completamente acreditada su educación hasta el nivel preparatoria, utilizar a éstos para que apoyen impartiendo clases a los demás reclusos. Las actividades escolares deberán terminar a las 3 p.m., contando con un descanso de 30 minutos a medio día, descanso en el que los reclusos deberán permanecer en el patio del centro de reclusión, permanentemente vigilados por los custodios.
Una vez terminadas las labores escolares, los reclusos deberán reportarse al comedor para ingerir la comida, que terminará, a más tardar a las 4 p.m.
De 4 p.m. a 6:30 p.m., los reclusos estarán en talleres artísticos, de manualidades o cualquier otra actividad que los mantenga ocupados. Los reclusos que tengan conocimientos en electricidad, plomería, albañilería o análogas, deberán impartir sus conocimientos y, en caso de ser necesario dentro del centro penitenciario, auxiliar para el arreglo de desperfectos.
De las 6:30 p.m. hasta las 7:30 p.m., los reclusos tendrán actividades deportivas, las cuales desarrollaran bajo la mirada vigilante de los custodios, quienes deberán evitar la agresión entre los delincuentes.
De 7:30 p.m. a 8:30 p.m., los reclusos se reportarán en el comedor para ingerir la cena, para posteriormente tener media hora para realizar actividades libres y, finalmente reportarse en los dormitorios a las 9 p.m., donde pasarán diariamente revista.
En los fines de semana, el esquema deberá ser distinto. Se deberá procurar que tengan un tiempo de sana convivencia con su familia, además de contar con un tiempo para ellos mismos. Evidentemente, no podemos dejarlos caer en la ociosidad durante los fines de semana, por lo que se deberán diseñar actividades que el recluso pueda realizar de manera reiterada durante tales días.
Creo que el esquema propuesto puede ser mejorado, pero considero que es un gran paso para abatir, por una parte, la sobrepoblación de los reclusorios, además de prevenir los altísimos índices de reincidencia delictiva. Debemos tener en cuenta que muchas personas condenadas por delitos relativamente leves, reinciden con conductas delictivas infinitamente más severas.
Retomando lo manifestado en el primer párrafo del presente documento, reitero mi tesis de un régimen diferenciado para la delincuencia organizada, pero este régimen diferenciado deberá ser parecido a lo que propongo en el presente trabajo. El excesivo uso de la reclusión, lejos de ser un apoyo para la readaptación social y la disminución de los índices delictivos, se ha vuelto un aliciente para la delincuencia. Es necesario generar una reforma de fondo. Claro, estoy convencido que no soy experto en el tema, que habrá personas que puedan opinar diferente a mí, sin embargo, considero que la adopción de este esquema puede ser muy benéfica para nuestro país. Espero que se puedan realizar estudios más profundos sobre este tema y que sean nuestras autoridades y legisladores quienes se encarguen de lograr la reforma que urgentemente requerimos.
Benjamín Muñiz Alvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz