lunes, 2 de enero de 2023

Una mujer en la presidencia

La actual composición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación refleja el resultado de la lucha que han encabezado mujeres valientes para cerrar la brecha existente en el ejercicio profesional para el género femenino. Hoy esa lucha rindió aún mayores frutos. No solo hay 4 Ministras, máximo histórico en la integración de nuestro Máximo Tribunal Constitucional, sino que, la Ministra Norma Lucía Piña Hernández se acaba de convertir en la primera mujer en presidir el Poder Judicial de la Federación. Hoy se ha hecho historia.

 

No obstante, esta elección nos enseña algo. Por supuesto, reconozco que en nuestra sociedad se ha impedido, en muchas ocasiones, el acceso de las mujeres a ciertos puestos, tanto en la iniciativa privada como en la administración pública. Es claro que esto obedece simplemente a un tema de género, es decir, se les ha negado el acceso por el simple hecho de ser mujeres y, por supuesto, esto debe cambiar.

 

Aplaudo el hecho histórico que estamos viviendo y, espero de todo corazón, que este suceso implique la ruptura del techo de cristal que ha sido impuesto en contra de las mujeres a lo largo de la historia, sin embargo, tenemos que analizar las consecuencias de manera cuidadosa y objetiva.

 

Resulta normal en nuestra sociedad que se genere una especie de efecto pendular, es decir, cuando una determinada clase ha sido discriminada de manera sistemática, se generan acciones afirmativas para buscar equilibrar la balanza, sin embargo, en esta búsqueda de equilibrio, en muchas ocasiones, por no decir en la mayoría, se protege a tal grado que se comienza a generar, ahora, una discriminación en contra de quienes, originalmente, eran los que generaban las conductas discriminatorias.

 

Es aquí donde debemos poner especial cuidado. La perspectiva de género, desde mi óptica, ha sido mal interpretada. Considero que ésta se refiere al hecho que el género no debe ser tomado en consideración para la toma de decisiones, es decir, se deben analizar los méritos para ocupar un determinado puesto, sin que el género sea uno de los factores a analizar.

 

No niego la capacidad de la Ministra Piña Hernández, he seguido su trayectoria en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, si bien es cierto, no siempre he estado de acuerdo con sus criterios ni sus resoluciones, también creo que llega a la Presidencia de la Suprema Corte por méritos propios y, por el bien del país, deseo que tenga éxito en su nueva encomienda y, sobre todo, que le regrese a la Corte la independencia que se vio mermada, cuando no perdida, durante la gestión del Ministro Zaldívar como presidente de nuestro Tribunal Constitucional.

 

Vienen tiempos complejos. No podemos dejar de ver que la favorita del Presidente, aun envuelta en una nube de irregularidades, no logró acceder a la Presidencia lo que, cuando menos, genera un cierto grado de optimismo para considerar que tendremos un Tribunal Constitucional independiente de los deseos de Palacio Nacional.