La actual composición de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación refleja el resultado de la lucha que han encabezado
mujeres valientes para cerrar la brecha existente en el ejercicio profesional
para el género femenino. Hoy esa lucha rindió aún mayores frutos. No solo hay 4
Ministras, máximo histórico en la integración de nuestro Máximo Tribunal Constitucional,
sino que, la Ministra Norma Lucía Piña Hernández se acaba de convertir en la
primera mujer en presidir el Poder Judicial de la Federación. Hoy se ha hecho
historia.
No obstante, esta elección nos enseña algo. Por
supuesto, reconozco que en nuestra sociedad se ha impedido, en muchas
ocasiones, el acceso de las mujeres a ciertos puestos, tanto en la iniciativa
privada como en la administración pública. Es claro que esto obedece
simplemente a un tema de género, es decir, se les ha negado el acceso por el
simple hecho de ser mujeres y, por supuesto, esto debe cambiar.
Aplaudo el hecho histórico que estamos viviendo
y, espero de todo corazón, que este suceso implique la ruptura del techo de
cristal que ha sido impuesto en contra de las mujeres a lo largo de la historia,
sin embargo, tenemos que analizar las consecuencias de manera cuidadosa y
objetiva.
Resulta normal en nuestra sociedad que se
genere una especie de efecto pendular, es decir, cuando una determinada clase
ha sido discriminada de manera sistemática, se generan acciones afirmativas
para buscar equilibrar la balanza, sin embargo, en esta búsqueda de equilibrio,
en muchas ocasiones, por no decir en la mayoría, se protege a tal grado que se
comienza a generar, ahora, una discriminación en contra de quienes,
originalmente, eran los que generaban las conductas discriminatorias.
Es aquí donde debemos poner especial cuidado.
La perspectiva de género, desde mi óptica, ha sido mal interpretada. Considero
que ésta se refiere al hecho que el género no debe ser tomado en consideración
para la toma de decisiones, es decir, se deben analizar los méritos para ocupar
un determinado puesto, sin que el género sea uno de los factores a analizar.
No niego la capacidad de la Ministra Piña Hernández,
he seguido su trayectoria en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, si
bien es cierto, no siempre he estado de acuerdo con sus criterios ni sus
resoluciones, también creo que llega a la Presidencia de la Suprema Corte por
méritos propios y, por el bien del país, deseo que tenga éxito en su nueva
encomienda y, sobre todo, que le regrese a la Corte la independencia que se vio
mermada, cuando no perdida, durante la gestión del Ministro Zaldívar como presidente
de nuestro Tribunal Constitucional.
Vienen tiempos complejos. No podemos dejar de ver que la favorita del Presidente, aun envuelta en una nube de irregularidades, no logró acceder a la Presidencia lo que, cuando menos, genera un cierto grado de optimismo para considerar que tendremos un Tribunal Constitucional independiente de los deseos de Palacio Nacional.