Allá por el ya lejano año de 1994, cuando yo apenas
contaba con 7 años de edad, comenzó mi interés por la política. Desde entonces,
he seguido detalladamente 8 procesos electorales federales, 4 de ellos para la
renovación del Poder Ejecutivo de la Federación y varios más locales. He
participado activamente en diversos procesos electorales en la Ciudad de México,
Estado de México, Nayarit, Oaxaca, Tamaulipas, Colima incluyendo, por supuesto,
la elección de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México y, debo
confesar, en esos 24 años nunca había sido testigo de un proceso electoral tan
complejo e interesante como el que estamos viviendo en estos momentos. Pero
esta complejidad e interés, también se ve reflejada en un ambiente
extremadamente ríspido y polarizado, como nunca antes.
Por supuesto, la crispación política proviene del
hartazgo social en contra del gobierno. Sería inútil negar que el gobierno de
Enrique Peña Nieto y sus malas decisiones y peores resultados, así como la
cínica corrupción y dolorosa impunidad, son factores predominantes en este
escenario y es en este contexto en que Andrés Manuel López Obrador contiende
por tercera vez por la Presidencia de la República y, de acuerdo a
estadísticas, existe una gran posibilidad que, esta vez, si gane.
La fortaleza de López Obrador descansa precisamente
en ese cansancio social. El tabasqueño ha sido capaz de atraer a las personas
inconformes para generar su proyecto de Nación. Ha sabido capitalizar las fallas
de los gobiernos anteriores y ha despotricado abiertamente en contra de ellos.
Muchos de sus seguidores le otorgarán el voto bajo el argumento de que los
demás partidos ya gobernaron y no lo hicieron bien, por lo que resulta
conveniente darle ahora una oportunidad al ex Jefe de Gobierno. Las voces de
alarma no perdieron tiempo en dejarse escuchar y, con un discurso amenazador,
intentan intimidar a través de fomentar el miedo a que terminemos como
Venezuela. Mala estrategia, desde mi punto de vista.
Con toda sinceridad, a pesar de lo endeble que puede
llegar a ser nuestro Estado Democrático de Derecho, dudo mucho que la llegada
de AMLO a Los Pinos nos puede convertir en un nuevo Venezuela, con los
problemas humanitarios tan evidentes. Creo que, por lo menos, si tenemos los
suficientes elementos para impedirlo, sin embargo, existen diversos factores
por los que yo no voy a votar por AMLO.
Si algo ha caracterizado a Andrés Manuel es su falta
de congruencia. Habla de la mafia del poder, condena mediáticamente al ex Presidente
Carlos Salinas de Gortari, despotrica en contra del fraude por el cual éste
llegó a la Presidencia cuando, según se dice, el verdadero ganador de la
contienda había sido Cuauhtémoc Cárdenas, pero la realidad refleja otra cosa:
la plana mayor de MORENA y los grandes operadores políticos de ese partido son
personas que en su momento fueron cercanas a Salinas, incluso se encuentra
entre los morenistas el que entonces era Secretario de Gobernación y al cual se
le atribuye el fraude: Manuel Bartlett. Ejemplos sobran: Marcelo Ebrard,
Ricardo Monreal, Esteban Moctezuma. Al respecto hay una muy buena columna en
Político.mx cuya lectura recomiendo (https://politico.mx/central-electoral/elecciones-2018/presidencial/exsalinistas-mueven-los-hilos-de-la-campa%C3%B1-de-amlo/).
Andrés Manuel habla también de democracia, pero el
manejo de su partido es total y absolutamente autoritario. Quien tiene la
última palabra es él y solamente él. La democracia al interior de MORENA no es
más que letra muerta. Nuevamente, incongruencia. AMLO ha utilizado su partido
como medio para su promoción personalizada. Tan es así que, durante todos los
procesos electorales, la propaganda electoral de los candidatos siempre aparece
con la imagen del líder de MORENA, haya o no contienda presidencial. Esto,
además, es violatorio de la Ley General de Instituciones y Procedimientos
Electorales, así que ahí también queda su discurso sobre la legalidad.
Y ya que estamos hablando del discurso de López
Obrador respecto a la legalidad, ¿por qué no revisamos la lista de sus
candidatos? Ahí si sale perdiendo. Comencemos con Napoleón Gómez Urrutia, líder
vitalicio del sindicato de mineros, acusado de desfalcar más de 50 millones de
dólares de las arcas del sindicato. Por algo me recuerda mucho a Carlos Romero
Deschamps a quien, por cierto, López Obrador ha descalificado en diversas ocasiones
y señalado como ejemplo de corrupción. Sigamos con Nestora Salgado. Se menciona
que la lideresa de las autodefensas ha sido absuelta en las causas penales
seguidas en su contra por la presunta comisión del delito de privación ilegal
de la libertad. Falso. Se ordenó la reposición del procedimiento, es decir, el
juicio sigue y, hasta el momento, la inocencia o culpabilidad de Nestora no ha
sido determinada por un Juez competente.
Por más que le quieran dar la vuelta, AMLO si propuso
amnistía a los integrantes del crimen organizado quienes, según él, son bebés
de pecho a lado de los políticos corruptos. Nadie ha atacado esta expresión,
pero a mi parecer es de lo más denigrante que pueda existir. ¿Conocerá alguna
víctima de la delincuencia organizada? ¿AMLO habrá sido asaltado en algún
momento de su vida? ¿Con qué cinismo puede decirle eso a las familias de los
miles de muertos que ha dejado el crimen organizado?
Ya mejor ni hablar de la corrupción, la que tanto
dice que va a atacar. Rene Bejarano, Carlos Imaz (curiosamente esposo de la
actual candidata a la Jefatura de Gobierno, Claudia Sheinbaum), o Gustavo Ponce,
Secretario de Finanzas que fue descubierto apostando el erario de la Capital en
Las Vegas.
Por si lo anterior no fuera suficiente, no me
convencen las pocas propuestas que ha realizado, no les veo factibilidad, no
son costeables: o incrementa impuestos o incrementa deuda, arriesgando el
futuro de la Nación. Su manera de responder cuando se le increpa, su poca
capacidad de proponer, la manera despectiva de tratar a los demás. Por
supuesto, estas son opiniones totalmente subjetivas, pero considero que un Jefe
de Estado debe tener mayor capacidad de dialogo sin caer en la descalificación.
Su papel como Jefe de Gobierno tampoco fue bueno. Se
jacta de la supuesta disminución de los índices delictivos, pero lo que no dice
es que, de acuerdo con la ENVIPE del INEGI, la cifra negra (delitos no
denunciados) fue de, aproximadamente, 80%. El desempleo creció durante su
administración y, según datos oficiales, el DF se convirtió en la entidad más
opaca del país. Por supuesto, no puedo olvidar el plantón en Reforma y todos los
empleos que se perdieron por ello.
Estamos ante el proceso electoral más complejo de la
historia de nuestro país. Creo que debemos pensar muy bien a quién vamos a
favorecer con nuestro sufragio, pero con toda honestidad creo que AMLO no es la
esperanza de México, al contrario, si creo que habría regresiones muy
importantes en el desarrollo nacional. Lo más importante es que, el 2 de julio,
gane quien gane, seguiremos siendo mexicanos y tendremos que vivir los próximos
6 años bajo la guía de quien resulte ungido. Esperemos que el pueblo mexicano
tome la decisión correcta, ante todo, una decisión informada. Solo al tiempo
sabremos los resultados y las consecuencias de nuestro voto.
Twitter: @Benjamin_Muniz