El día de ayer fuimos testigos del retorno de una de las tradiciones de la "democracia" príista. El PPP (Primer Príista del País) procedió a realizar el destape de quien será el candidato a ser su sucesor en 2018. La noticia no resultó sorprendente: existían muchas voces que ya lo auguraban. El Presidente Peña Nieto aceptó la renuncia de José Antonio Meade Kuribreña a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para que éste pudiera perseguir sus aspiraciones.
Ante la renuncia de Meade, la titularidad de la SHCP fue encomendada a José Antonio González Anaya, hasta entonces Director General de PEMEX, cargo que ocupará ahora Pedro Treviño, mano derecha de González Anaya.
Más allá del destape de Meade como próximo candidato del PRI a la Presidencia de la República en 2018, el mensaje del Gobierno Federal es claro: consagrar la continuidad en la política macroeconómica del país, manteniendo lazos muy estrechos entre el Banco de México, la SHCP y el principal contribuyente de México: PEMEX. Recordemos que González Anaya inició su carrera en la Secretaría de Hacienda, bajo las órdenes de Agustín Carstens quien, hasta el momento es el Gobernador del Banco de México. González Anaya, posteriormente, fue Director General del IMSS y de PEMEX, instituciones donde se dedicó, con éxito según algunos expertos, a sanear sus finanzas. Trabajando en el IMSS se unió a su equipo Pedro Treviño a quien la operación de PEMEX no le es extraña, ya que ha ocupado, entre otros cargos, la Dirección de Finanzas. No resulta extraño que ahora sea ungido como Director General de la paraestatal. Es cierto que, con el fin de mes, Carstens dejará de ser Gobernador del Banco de México para irse a Suiza al Banco Internacional de Pagos, sin embargo, resulta evidente que Alejandro Díaz de León Carrillo, actual subgobernador de BANXICO, continuará con las políticas económicas actuales a partir de que tome posesión como nuevo Gobernador del Banco de México el 1 de diciembre de este año.
La apuesta es clara: mantener el rumbo económico y brindar certeza a los inversionistas a pesar de las complejas negociaciones del TLCAN. El reto para Meade, sin embargo, no es menor. Recordemos que las instituciones permean a las personas que las componen. ¿Qué hará Meade para no ser arrastrado por la imagen negativa que tiene el partido que lo postula? ¿Cómo conseguirá que la gente vote por un partido con altísimos índices de desaprobación? ¿Se podrá desvincular de los casos de corrupción tan alarmantes en el tricolor? Bien dijo Loret de Mola en su columna de hoy (visible en http://www.eluniversal.com.mx/columna/carlos-loret-de-mola/nacion/las-pesadillas-de-meade) Meade "tiene frente a sí el desafío de lograr casi un milagro: convencer a un país enojado de que debe votar por el mismo partido que lo hizo enojar".
De entrada los mercados y los hombres de negocios se sienten bien con este candidato. Sus conocimientos en materia económica prácticamente le garantizan el apoyo de los grandes capitales. El mercado de valores mexicano reaccionó de manera favorable, ¿lo hará también un pueblo cansado de los regímenes partidistas? El pueblo, que no ha visto reflejado en sus bolsillos las maravillas de la bonanza económica que presume el Gobierno Federal, ¿votará por su actual artífice? ¿Pesará, entre otras cosas, la sombra de los 43 normalistas desaparecidos y la incapacidad del gobierno de Peña de proporcionar respuestas? Solo el tiempo nos dará las respuestas, por lo pronto, el panorama electoral del próximo año pinta para ser muy interesante.
Twitter: @Benjamin_Muniz