“Un niño gordito
es un niño feliz, un niño nutrido”. Esta frase la podemos escuchar
constantemente de boca de nuestras abuelitas, sin embargo, esta frase dista
mucho de ser verdad y desgraciadamente este mismo dicho ha generado que México
ocupe el primer lugar del mundo en obesidad infantil. Además de esto, según un
estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud en julio de 2015
(consultable en http://www.who.int/bulletin/volumes/93/7/14-150565.pdf?ua=1),
a nivel mundial, el porcentaje de personas con Índice de Masa Corporal (IMC)
superior a 25 kg/m2 ha aumentado de 28.8% a 36% en hombres entre 1980 y 2013,
mientras que en mujeres el aumento ha sido de 29.8% a 38% en mujeres en el
mismo lapso. Este incremento ha generado que la propia Organización Mundial de
la Salud considere a la obesidad como una epidemia.
En dicho estudio
se establece que los motivos del aumento ya referido ha sido sujeto de un gran
debate, sin embargo, hay ciertos factores que los especialistas consideran para
justificar este crecimiento como el incremento y globalización de comida
altamente calorífica, lo que ha generado un aumento en la disponibilidad de
alimentos obesogénicos ultra procesados. Pero debemos ser francos, la
globalización de la alimentación poco saludable no es el único motivo por el
cual la obesidad ha venido en aumento hasta el punto de convertirse en una
epidemia. Existe otro factor de gran importancia: el sedentarismo. Lo OMS
establece que un factor de este incremento lo podemos encontrar en la “el incremento de la motorización y
mecanización, el tiempo pasado frente a pequeñas pantallas y la reducción en la
actividad física”. Es precisamente en este aspecto en el que me quiero
enfocar.
Es innegable que
la tecnología ha ayudado a que al ser humano consiga grandes cosas, pero
tampoco podemos dejar de reconocer que la tecnología también ha sido una gran desventaja
para nosotros. Hoy día no podemos imaginar ir al trabajo y no tener una computadora
o internet para realizar nuestras actividades. No podemos pensar en salir de
nuestras casas sin nuestro teléfono celular, cuando eso llega a pasar nos
sentimos incompletos, desprotegidos. La tecnología ha creado en nosotros una
dependencia hacia ella. Esta dependencia no solamente se encuentra presente en
el ámbito laboral, sino en todo nuestro entorno. La tecnología ha ayudado a
acercar a los que están lejos y a alejar a los que están cerca. Incluso uno
puede ver hoy los parques y darse cuenta que están desiertos, que ya no hay
niños que salgan a jugar, que salgan a andar en patines, en bici, echando la
cascarita. Hoy día, si alguien quiere echar la cascarita con sus cuates, se
conecta por internet a través de las consolas de videojuegos y pueden ser hasta
campeones del mundo.
Es necesario que
hagamos un alto en nuestro estilo de vida y recordemos que la vida es lo que
sucede afuera, en nuestra convivencia persona a persona con el mundo. Este
abuso de la tecnología y de los medios de transporte motorizados han
desencadenado en un sedentarismo que antes no existía, lo que, como ya
mencioné, ha generado que la obesidad hoy día sea considerada una epidemia, lo
que degenera en otro tipo de enfermedades crónico degenerativas y mortalidad.
Teniendo en cuenta
los antecedentes ya referidos, ¿dónde y como debe enfrentar este problema el
gobierno? La respuesta la encontramos en el artículo 110 de la Ley General de
Salud, mismo que es del tenor literal siguiente:
“ARTÍCULO 110. La promoción de la salud tiene por objeto crear, conservar y mejorar
las condiciones deseables de salud para toda la población y propiciar en el
individuo las actitudes, valores y conductas adecuadas para motivar su
participación en beneficio de la salud individual y colectiva”.
Si analizamos el
contenido del artículo transcrito, la primera tarea primordial del gobierno es,
precisamente, hacer una adecuada promoción de la salud, promoción que se puede
ver enriquecida con el ejercicio, pero también es necesario mejorar las
condiciones de las calles, banquetas y parques para que este ejercicio pueda
ser realizado a tarvés de la caminata, la cual es también un medio de
transporte. Debemos de tener en cuenta también que, de acuerdo a Olabarría:
“La
elección de caminar como medio de transporte está determinada principalmente
por factores de conveniencia como la distancia o el tiempo. Tanto las
características individuales de la persona que se desplaza, como las
características del entorno donde se mueve, han demostrado tener una
importancia determinante en la elección del medio de transporte. Caminar como
medio de transporte se convierte en una fuente de actividad física a
considerar, sobre todo teniendo en cuenta que una misma avtividad realizada en
pequeñas etapas reporta, al menos, los mismos beneficios que realizarla de
forma continua”.[1]
Resulta evidente,
entonces, que las calles deben priorizar las necesidades de los peatones,
máxime si se reconoce la caminata como una de las maneras más fundamentales de
traslado, además de las repercusiones positivas que tiene en la seguridad y la
salud de los ciudadanos. En este tema debemos reconocer que el Gobierno del
Distrito Federal, junto con las principales fuerzas políticas del país, dieron
un paso enorme para lograr este fin con la promulgación, en julio de 2014, de
la Ley de Movilidad del Distrito Federal, cuerpo jurídico donde por vez primera
se reconoce el derecho a la movilidad así como el cambio de paradigma que pone
al peatón como primer lugar de la jerarquía, tal como se puede apreciar de la simple
lectura de los artículos 5 y 6, mismos que son del tenor literal siguiente:
“Artículo
5.- La movilidad es el derecho de toda persona y de la colectividad a realizar
el efectivo desplazamiento de individups y bienes para acceder mediante los
diferentes modos de transporte reconocidos en la Ley, a un sistema de movilidad
que se ajuste a la jerarquía y principios que se establecen en este
ordenamiento, para satisfacer sus necesidades y pleno desarrollo. En todo caso el objeto de la movilidad
será la persona.
Artículo 6.- La Administración
Pública proporcionará los medios necesarios para que las personas puedan elegir
libremente la forma de trasladarse a fin de acceder a los bienes, servicios y
oportunidades que ofrece la Ciudad.Para el establecimiento de la
política pública en la materia se considerará el nivel de vulnerabilidad de los
usuarios, las externalidades que genera cada modo de transporte y su
contribución a la productividad. Se otorgará prioridad en la utilización del
espacio vial y se valorará la distribución de recursos presupuestales de
acuerdo a la siguiente jerarquía de movilidad:
I.
Peatones, en especial personas con discapacidad y personas con movilidad
limitada;
II.
Ciclistas;
III.
Usuarios del servicio de transporte
público de pasajeros;
IV.
Prestadores del servicio de transporte
público de pasajeros;
V.
Prestadores del servicio de transporte
de carga y distribución de mercancías; y
VI.
Usuarios de transporte particular
automotor.
En el ámbito de sus atribuciones, las autoridades en materia de movilidad
deben contemplar lo dispuesto en este artículo como referente y fin último en
la elaboración de políticas públicas y programas, procurando en todo momento su
sumplimento y protección”. (Énfasis añadido)
De los artículos
transcritos podemos observar dos temas de gran calado e importancia: la primera
es que la persona es el eje principal de la movilidad y la segunda es que
existe una obligación expresa a cargo de la Administración Pública de
proporcionar los medios necesarios para que las personas puedan elegir libremente
la forma en que se trasladan. No podemos negar que aún hay mucho por hacer, sin
embargo se han dado grandes avances. Es urgente que concretemos ya acciones
reales y palpables que permitan que la caminata se convierta en un medio
realmente eficiente de transporte. Es necesario que recuperemos espacios
públicos, que rehabilitemos calles y banquetas y que generemos las condiciones
de seguridad necesarias para salvaguardar la integridad física de los peatones.
De esta manera, lograremos dejar atrás tanto sedentarismo y obesidad, así como
las demás enfermedades que por esto son causadas.
Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz
[1]
OLABARRÍA, M. (2013) “Walking for Transportation”. Estudio de los factores
individuales y contextuales que influyen en el caminar como medio de transporte
y de sus implicaciones en la salud. Departamente de Ciències Experimentals I de
la Salut. Universitat Pompeu Fabra. Barcelona.