domingo, 23 de septiembre de 2012

La culpabilidad del gobierno local


Hace algunos días sucedió un evento que conmocionó a la ciudadanía mexicana. La fuga de más de 130 reclusos del penal de Piedras Negras, Coahuila, a través de, según los primero informes, unos túneles. Este suceso se vio agravado cuando las autoridades dieron a conocer que los reclusos que se dieron a la fuga salieron por la puerta principal del penal y que los túneles encontrados únicamente eran utilizados para que éstos mismos pudieran salir “por sus chescos”. Como ha sucedido en diversas ocasiones a lo largo de la administración del Presidente Felipe Calderón, las autoridades locales intentaron lavarse las manos y achacar la responsabilidad de esta fuga a las autoridades federales.

Al ver, una vez más, el intento de un gobierno local de deslindarse de una responsabilidad tan grande como lo es una fuga masiva de un penal, renace en mí la pregunta ¿hasta qué grado es responsable el gobierno federal de lo que está ocurriendo y que tanta culpa puede tener el gobierno local?

En este caso concreto, simple y sencillamente no encuentro una responsabilidad por parte del Poder Ejecutivo Federal, por el contrario, puedo observar una clara irresponsabilidad del Gobierno de Coahuila por las siguientes razones:

En primer punto hay que destacar que el Sistema Penitenciario Nacional se encuentra dividido en dos ámbitos, el federal y el local. Las prisiones federales son administradas, por supuesto, por la Secretaría de Gobernación, dependencia que, de conformidad con la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, corresponde a este orden de gobierno, mientras que los centros carcelarios locales pertenecen y son administrados por los Poderes Ejecutivos de cada una de las Entidades Federativas de nuestro País. El hecho de creer que una prisión local pueda y deba ser administrada por el Poder Ejecutivo Federal generaría, necesariamente, una invasión a la esfera de competencia del gobierno local, por lo tanto, se ve reforzado el hecho que las prisiones locales deben ser manejadas por el gobierno local, lo anterior con todas las consecuencias que esto conlleva. En caso de que un Centro de Readaptación Social de carácter local sea galardonado, si llegara a darse el caso, por los buenos resultados en la readaptación social de sus internos, será únicamente logro del Poder Ejecutivo local, pero por el contrario, si un CERESO de este nivel de gobierno tiene fallas, esto será única y exclusivamente responsabilidad del gobierno encargado de administrarlo. En el caso de la fuga de los reos del penal de Piedras Negras, se debe considerar como responsabilidad del gobierno local debido a que este penal es de carácter local. Por lo anterior, esta enorme falla debe ser imputada al Gobierno del Estado Libre y Soberano de Coahuila.

Un segundo punto que excluye la responsabilidad del Gobierno Federal en el suceso que se menciona es que la Federación, en el seno del Consejo Nacional de Seguridad Pública, ha asignado recursos a las entidades federativas para el rubro de Sistema Penitenciario. Para este año, de conformidad con una resolución aprobada por unanimidad en el seno del mencionado Órgano Colegiado (el cual, de conformidad con la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública se encuentra conformado por el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, los Secretarios de Gobernación, Seguridad Pública, Defensa y Marina, por el titular de la Procuraduría General de la República y por los titulares de los Poderes Ejecutivos locales), uno de os ejes estratégicos del Sistema Nacional de Seguridad Pública es precisamente el fortalecimiento de las instituciones del Sistema Penitenciario Nacional. Bajo este eje estratégico, cada una de las entidades federativas debió haber presentado al Secretariado Ejecutivo del referido Sistema Nacional (SESNSP) su propuesta de inversión tendiente a fortalecer sus instituciones penitenciarias, para que éstas fueran incluidas en el Anexo Técnico Único del Convenio de Coordinación para el ejercicio fiscal 2012 que celebran por una parte la Administración Pública de la Federación, a través del SESNSP y, por la otra, cada una de las entidades federativas. Cabe mencionar que de conformidad con diversos cuerpos legales, este convenio y su Anexo Técnico Único deben ser suscritos dentro de un término de 60 días naturales contados a partir de la publicación en el DOF del Presupuesto de Egresos de la Federación, término que feneció en el mes de marzo de la presente anualidad.

Como se puede observar, el Consejo Nacional de Seguridad Pública, teniendo en cuenta que el Sistema Penitenciario es el último eslabón en la cadena de la seguridad pública, ha buscado que éste se vea fortalecido, si en el caso de Piedras Negras esta meta no se logró, no puede ser responsabilidad de la Federación, ya que debió haber sido el Gobierno Local el encargado de realizar sus propias metas y buscar su cumplimiento.

No quiero dejar de recordar también que el Sistema Penitenciario en México ha probado ser por demás insuficiente y que se ha hecho un uso irracional del mismo. Ahondar en este punto no es materia de las presentes líneas, por lo que me permito remitir al apreciable lector al artículo titulado “La ineficacia del Sistema Penitenciario” publicado el 5 de diciembre de 2011 y que puede ser consultado en la siguiente liga http://prevencionencolores.blogspot.mx/2011/12/la-ineficacia-del-sistema-penitenciario.html.

Desgraciadamente, el caso de la fuga del penal de Piedras Negras, como lo mencioné al inicio de esta publicación, no es la única ocasión en que un Gobierno Local busca deslindarse de sus responsabilidades para responsabilizar al Gobierno Federal, para muestra, utilizaré dos ejemplos:

Con motivo de la celebración de las Fiestas Patrias, el año pasado tuve la oportunidad de viajar con mi familia a Veracruz, Veracruz. Por supuesto, una de las paradas obligadas en dicho viaje, además de San Juan de Ulúa, es el Acuario de Veracruz ubicado en Boca del Río. Después de una excelente convivencia familiar dentro del Acuario, procedimos a comer en uno de esos restaurantes de deliciosa gastronomía. Cuando decidimos que era tiempo de regresar al hotel, salimos de la playa a esperar a un taxi que nos pudiera regresar. Durante esta espera, vimos circular un convoy de la Secretaría de Marina. Segundos después abordamos el taxi que nos llevaría hasta el Centro Histórico de Veracruz. Un poco impactado por haber visto aproximadamente 7 camiones de la Secretaría de Marina, me atreví a preguntarle al taxista qué opinión le merecía el hecho que las fuerzas armadas se encargaran de patrullar el puerto. Su respuesta me dejo sorprendido. Sin un dejo de duda en su voz me contestó que él estaba totalmente de acuerdo porque el gobierno del estado se había visto rebasado por los problemas de inseguridad. Lo que más coraje le daba al chofer era que el gobierno local, lejos de buscar fortalecer sus instituciones de seguridad pública, había tomado esta debilidad como una excusa para cumplir el mandato legal de proporcionar seguridad a la ciudadanía. Me comentó también que no fue sino hasta el arribo de las fuerzas armadas cuando la violencia comenzó a disminuir en ese puerto de extrema valía en la historia nacional. Dentro del desarrollo de la conversación, esta persona que dada su ocupación está al tanto de muchas cosas que ocurren en las calles de la ciudad de Veracruz, me comentó como, en diversas ocasiones, al presentarse un conflicto armado, los cuerpos policiales, lejos de enfrentar la situación para buscar controlarla, eran los primeros en esconderse. Por supuesto, no puedo decir que los policías tienen la culpa. Es evidente que el poder de fuego de las bandas del narcotráfico son, por mucho, superior a la de los policías estatales y, obviamente, incluso mayor que los de las policías municipales. El problema aquí es del gobierno local. ¿Por qué no buscaron modernizar su armamento? ¿Por qué no buscaron fortalecer a sus policías? Esta carencia es peor cuando se toma en cuenta que la Federación, buscando la seguridad ciudadana, ha otorgado a las entidades federativas recursos a través de diferentes fondos y subsidios, como lo son el FORTAMUN, el SUBSEMUN, el Subsidio de Policía Acreditable (SPA) el Subsidio de Apoyo para la Seguridad Pública (PORASP, en vigor desde este año) y el Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública (FASP). Con esto se demuestra que, a pesar de ser competencia meramente local, la Federación ha buscado en todo momento apoyar a los gobiernos locales en todas las cuestiones inherentes a la seguridad pública.

Otro lamentable ejemplo de la desidia, por no decir irresponsabilidad de un gobierno local, la encontramos en el estado de Nuevo León. Una de las entidades federativas más importantes de nuestro país por su alto nivel de industrialización, ha sido descuidado flagrantemente por su gobernador, Rodrigo Median, quien, al arribar al poder, abiertamente dijo que él no se podía hacer cargo de la seguridad pública, trasladando esta responsabilidad al Gobierno Federal. Recordemos cuantas matanzas han sido realizadas en este estado. El ataque al Casino Royale, es uno de los más dolorosos ejemplos. La matanza de varios munícipes también demuestra la manera tan irresponsable en que el Ejecutivo Local se ha manejado en temas de seguridad pública. Recordemos, incluso, que uno de los Presidentes Municipales victimados perdió su vida, a la sombra de las matanzas cometidas por el narcotráfico, por un simple conflicto de tierras con un particular. Por supuesto, al momento de que su cuerpo sin vida fuera encontrado, el gobierno de Nuevo León, de inmediato le adjudicó la responsabilidad al crimen organizado, sin siquiera haberse molestado en realizar las indagatorias correspondientes.

Es muy fácil decir que la culpa de todas estas cuestiones las tiene el gobierno encabezado por Felipe Calderón y su decisión de declarar la guerra abierta a las bandas delincuenciales, pero la responsabilidad, ¿verdaderamente corresponde al Poder Ejecutivo Federal? La respuesta, a mi parecer, es clara: no.

Estoy totalmente de acuerdo que la estrategia en materia de seguridad pública del Presidente de la República tiene fallas, es claro que su actuación ha tenido errores, pero también lo es que, excusados en estas fallas, las autoridades locales se han convertido en expertos en huir de sus responsabilidades. Recuerdo incluso que, en una de las sesiones del Consejo Nacional de Seguridad Pública, el Presidente, de manera visiblemente molesta, reclamó a los titulares de los Poderes Ejecutivos Locales, su actitud pasiva ante los embates de la criminalidad.

Ahora bien, se ha hablado mucho acerca de “los muertos de Calderón”. Recuerdo incluso que durante el desarrollo del primer debate sostenido entre los entonces candidatos presidenciales, el cual seguí a través de Milenio Noticias, una de las panelistas para el análisis del mismo fue Rosario Robles, próxima Secretaria de Desarrollo Social, quien abiertamente dijo que si México se encontraba en las condiciones actuales era culpa de Calderón y que él sería recordado como el Presidente de los 50 mil muertos. La respuesta de Ciro Gómez Leyva, a mi parecer, fue magistral. “¿Los muertos de Calderón?” preguntó para posteriormente contestar el mismo que los más de 50 mil muertos no pueden ser responsabilidad del Presidente de la República, que a final de cuentas, una gran mayoría de esas muertes han sido dentro de las bandas del narcotráfico y que han caído en virtud de conflictos entre ellas. Adicionalmente a lo manifestado por Gómez Leyva puedo agregar que olvidamos que los delitos de homicidio son, por regla general, delitos del fuero común, es decir, delitos locales que deben ser investigados, perseguidos y sancionados por cada una de las entidades federativas dentro del ámbito de sus respectivas competencias. Ante esto me pregunto, ¿esto ha sido así? Desgraciadamente la respuesta tampoco es alentadora en la mayoría de los casos.

Por supuesto que en muchos estados, sin importar quienes lo gobiernen, se han visto casos de esta irresponsabilidad. Morelos para mí en lo personal representa uno de los casos más graves. El motivo es simplemente político. Considero yo que, al haber sido gobernado por el mismo Partido Político al que pertenece el Presidente de la República, el gobierno encabezado por Marco Adame debió haber sido ejemplo de responsabilidad en esta materia, debió haber demostrado su respaldo al Presidente a través de aceptar su propia responsabilidad. Esto no fue así. El resultado está a la vista: de haber sido uno de las bastiones panistas más importantes, se ha convertido en una entidad que será gobernada por el Partido de la Revolución Democrática. Jalisco es otro lamentable ejemplo.

Hay una última consideración que me hace reforzar mi teoría de que el Gobierno Federal no es el culpable. Si los problemas de seguridad pública, si el alto número de muertes, de secuestros, fueran culpa de la Federación, todo el territorio nacional se vería envuelto en esta vorágine de problemas, lo cual en la realidad no sucede. El caso del Distrito Federal es un claro ejemplo de ello. Sin estar exento de violencia y de muertes por motivos del crimen organizado, en la capital de nuestro País se han presentado únicamente casos aislados. La razón es muy simple, las autoridades locales han tomado con responsabilidad sus obligaciones. El gobierno encabezado por Marcelo Ebrard fue muy cuidadoso en este tema. El Secretario de Seguridad Pública, Manuel Mondragón y Kalb se comprometió con sus cuerpos policiacos. El entonces Procurador General de Justicia y hoy Jefe de Gobierno Electo, Miguel Ángel Mancera Espinosa, realizó operativos para disminuir los índices delictivos de ésta gran orbe. De ser consideradas una de las ciudades más peligrosas de México, el Distrito Federal pasó a ser una de las más seguras. Los índices delictivos disminuyeron de manera evidente. La ciudadanía, además, lo sintió así. No se puede decir lo mismo, por ejemplo, del Estado de México, en donde el secuestro ascendió en 300% y que se convirtió en la entidad federativa con mayor número de feminicidios, por encima, incluso, de Ciudad Juárez.

La responsabilidad de la seguridad pública es de todos, ciudadanos y gobierno por igual, pero jamás vamos a lograr nada mientras los titulares de los gobiernos locales sigan huyendo de su responsabilidad y busquen trasladarla a la Federación. Como mexicanos habitantes de tal o cual estado, debemos exigir a nuestras autoridades locales que dejen de hacerse las víctimas y tomen su debido lugar en el desarrollo de los sucesos nacionales. Todavía confío (de manera utópica, probablemente) que llegará el momento en que nuestras autoridades van a recordar que el gobierno se debe a la gente y no la gente al gobierno. Espero vivir para ver ese día.

Benjamín Muñiz Álvarez Del Castillo
Twitter: @Benjamin_Muniz